Ucrania, reflexiones de una pacifista entrada en años
Cuando las emociones pesan más que la razón damos apoyo a todo lo que el gobierno proponga. En esta guerra me rebelo a hacer o decir “lo que toca” a cerrar filas con “nuestro bando”.
Hace días que se dice “en la guerra lo primero que se pierde es la verdad”. Estamos ante un escenario de periodismo de guerra donde cada bando utiliza las comunicaciones en su favor, utiliza el lenguaje que le es favorable —Putin ha prohibido usar las palabras guerra, invasión, destrucción—, maximiza sus resultados y minimiza sus bajas o errores.
Putin muestra imágenes limpias de la guerra, solo se ven soldados en formación, tanques… No muestra ataques, no muestra la destrucción de edificios, hospitales o escuelas, no muestra heridos o muertos, no muestra a la población angustiada. Putin muestra mapas de avance militar, muestra éxitos.
Ucrania hace los mismo, pero al revés: muestra destrucción, ataques a infraestructuras, ataques que dañan la vida, muestra la desesperación de las personas, los heridos, los muertos, los daños a las casas; muestra su resistencia al ejército ruso, un ejército que no puede con ellos.
Y nosotros vemos la guerra, vemos los sufrimientos de la gente, empatizamos y dejamos que las emociones guíen nuestras decisiones. Cuando las emociones pesan más que la razón damos apoyo a todo lo que el gobierno proponga, ya sea involucrarse en la guerra, vender armas o gastar más dinero.
Este periodismo de sentimientos impulsa en los espectadores reacciones viscerales. Quieren parar cómo sea la guerra, atacando a Putin o bien militarmente o con medios muy duros; quieren ver a los gobernantes occidentales con posiciones duras. Este periodismo alimenta el conflicto y legitima la guerra.
Los medios presentan a Putin como el único responsable de estar donde estamos, como si todo fuera culpa de él. Con ello no quiero escatimar adjetivos de condena a todo lo que hace ni minimizar toda la responsabilidad que tiene: ¡ojala acabe en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad! Pero los que trabajamos en la paz llevamos décadas denunciando que una escalada de un conflicto es cosa de, al menos, dos.
Si hemos llegado a este punto también hay que recordar el expansionismo de la OTAN y de EE UU, que más que trabajar por la distensión en el mundo ha emprendido el camino de ser la potencia mundial. Hace tiempo que denunciamos el incremento de gasto militar o el incremento de armas en ciertas regiones del mundo. En el trabajo por la paz en las ciudades hemos enfatizado en la necesidad de generar espacios de respeto a la diversidad, que una comunidad mayoritaria o no, no se imponga a una minoría; en este sentido es necesario revisar las políticas de los gobiernos en Ucrania respecto de la minoría rusa.
¡Cuántos informes llevamos hechos avisando de lo que puede suceder! Y cuando el conflicto estalla nos piden que reaccionemos “como toca” situándonos de parte, de la parte donde vivimos que es la occidental. Nos piden que no seamos críticos y que demos apoyo incondicional a las actuaciones que vayan a emprender nuestros gobiernos “ahora no toca criticar”, hay que cerrar filas y dejar que hablen las armas
Es bueno recordar que las guerras las hacen los gobernantes, no los países ni la gente.
Estos días me aflige observar con ojos de mujer el patriarcado en estado puro. Las mujeres con niños y ancianos dejan el país. Ellas tienen que cuidar el futuro, los niños, y los hombres van a la guerra, a cubrir su rol protector de valores como la patria, la bandera o…. De nuevo la guerra es el momento de acallar a aquellas mujeres que no asuman el papel que se les tiene asignado “parir y educar niños”, ¡lo importante es cosa de hombres!
Estos días vemos imágenes del grupo de diálogo en Bielorrusia. En este encuentro solo están presentes los actores armados, parece que solo los armados tienen que acordar como acabar. Volvemos a lo de siempre: diálogos entre actores armados, acuerdos entre actores armados, ¿dónde está la sociedad civil ucraniana?, ¿dónde están las demandas de la sociedad civil? ¿Dónde están las demandas de las mujeres? ¿Dónde queda la Resolución 1325?
Cuando finalmente haya acuerdos ocurrirá lo mismo, no podremos ser críticos, nos volverán a decir que seamos ciudadanos realistas y apoyemos lo que se haya acordado.
En esta guerra, como en otras que ya hemos vivido, me rebelo a hacer o decir “lo que toca” a cerrar filas con “nuestro bando”, para mí eso no es ser un buen ciudadano.
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