¿Necesita Israel armas españolas?
Artículo publicado en el Blog Paz en Construcción de El País
El Gobierno ha informado recientemente de la congelación temporal de las exportaciones de armas españolas a Israel. Siguen ocho claves para analizar la relevancia del anuncio.
1. Cabe alegrarse por la iniciativa. Es la primera vez en democracia que se comunica públicamente la paralización de estos envíos. Aunque no se trata de un embargo, con esta medida el Gobierno muestra su desacuerdo con la actuación israelí en la Franja de Gaza.
2. No debería sorprender la decisión. Hoy como antes, las exportaciones a Israel violan de manera flagrante al menos cuatro de los ocho criterios de la propia legislación española, los relacionados con los derechos humanos, la situación de conflicto armado, la estabilidad regional o el derecho internacional humanitario. Cabe aclarar que, una vez exportado, Madrid no tiene modo alguno de evitar un uso específico del material bélico.
3. Con la iniciativa, España no rechaza ninguna licencia de exportación a Israel. Los países miembros de la Unión Europea (UE) han denegado estas licencias en más de 350 ocasiones desde 2001, pero no se conoce que ninguna de estas negativas haya sido española.
4. El impacto económico de la medida es probablemente nulo: no cancela ninguna exportación, sólo posterga unas transferencias ya aprobadas. Se desconoce si estaba previsto desde España algún envío en agosto o en los meses inmediatamente posteriores.
5. España continuará exportando sistemas de armas a Israel en breve. En efecto, tomando solamente los últimos cinco años, las autorizaciones aprobadas se elevan a más de 30 millones de euros, mientras que las entregas satisfechas apenas alcanzan los ocho millones. Por tanto, en ausencia de denegaciones, España continuará con -y previsiblemente aumentará- sus exportaciones a Israel.
6. No debería repetirse el antecedente de la operación Plomo Fundido, entre diciembre de 2008 y enero de 2009. Durante el primer semestre de 2009, España no materializó ninguna exportación, simplemente las pospuso, aunque sí autorizó, con Gaza todavía humeante, nuevas solicitudes. Sin embargo, en el segundo semestre recuperó terreno y exportó más de cinco millones de euros entre material de defensa, armas cortas y material de doble uso. Los más de tres millones en armas ligeras multiplicaron al menos por tres cualquier registro anterior. Además, se autorizaron otros 2,8 millones de euros en material bélico, de los que 2,4 millones correspondían a la categoría «bombas, torpedos, cohetes, misiles».
7. Israel no necesita armas españolas. Por un lado, su industria es más avanzada y potente. Por el otro, España exporta muy poco en comparación con Francia, Alemania o, principalmente, EEEUU, origen de cerca del 95% de todo lo que recibe Tel Aviv. Sin embargo, Israel requiere compradores para hacer viable la ocupación de los territorios palestinos. Esta viabilidad pasa por abaratar el coste interno al fabricar en exceso y exportar el excedente (tres cuartas partes de su producción). Así, las importaciones de sistemas de armas israelíes pueden ser tan cuestionables como las exportaciones. Conviene destacar que, mientras que las exportaciones españolas han totalizado cerca de 12 millones de euros en los últimos siete años, las importaciones han superado con creces los 400 millones, e incluyen plataformas de armas por control remoto, sistemas de mortero, drones (utilizados por España en Afganistán) y, sobre todo, misiles Spike. Sus fabricantes se encuentran entre las firmas más lucradas por la ocupación y las tensiones en la región, y los cuatro productos fueron publicitados como «probados en combate». En Gaza.
8. No se trata sólo de transferencias de armas. Primero, Israel tiene acceso a los protegidos estándares de producción y a los resultados de las investigaciones militares de los países miembros de la OTAN y la UE. Sin este acceso, ni su industria miliar ni la ocupación serían viables. Segundo, España no sólo supone un negocio para la industria israelí, sino también una puerta de entrada a otros mercados, como el latinoamericano. Tercero, Israel destaca en Homeland Security, o Seguridad Integral, a caballo entre la defensa (lo militar) y la seguridad (lo policial), y relacionado, entre otros, con el terrorismo o el control de poblaciones. Es bien conocido que este sector es boyante en España y como mínimo tan relevante económicamente como el militar. Cuarto, en España radican filiales de potentes compañías militares israelíes, como Pap Tecnos (filial de Rafael, en Alcobendas, Madrid) y Aeronautics (en Boecillo, Valladolid). Quinto, son muchas las firmas de seguridad israelíes que ofrecen su experiencia «probada en combate». Entre sus clientes se encuentran los Mossos d’Esquadra, la Guardia Civil, el GEO y el Cuerpo Nacional de Policía, la Ertzaintza, diversas policías locales, el Ministerio de Defensa o la Casa Real. Sexto, la práctica israelí en defensa y seguridad se enseña en España en cursos de formación y postgrados universitarios. Finalmente, universidades públicas y privadas, instituciones públicas y empresas militares y tecnológicas españolas desarrollan investigaciones sobre seguridad con sus homólogas israelíes en al menos 31 proyectos de la UE.
Cabe preguntarse a estas alturas si la medida del Gobierno es, además de plausible, la única que debe adoptarse a la luz de lo acontecido en la malograda Franja de Gaza.
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