Caminos de paz para Euskadi
La aparición de los dos comunicados de ETA en el mes de septiembre anunciando primero un alto al fuego y después mostrando su disposición a reunirse con mediadores internacionales, ha puesto de nuevo sobre la mesa la esperanza del fin de la violencia en Euskadi.
La situación actual respondería a un proceso que se inició hace unos meses fruto del debate interno a la izquierda abertzale sobre la necesidad de desvincularse de la lucha armada de ETA. Aunque este proceso está siendo asesorado y acompañado por especialistas como Brian Currin-que actuó de mediador en los conflictos de Sudáfrica e Irlanda-, de momento no cuenta con el apoyo ni con la implicación de los gobiernos estatal y autonómico, ni tampoco con el reconocimiento de los principales partidos del Estado español.
Sin embargo, el proceso ya ha empezado a dar pasos importantes como la Declaración de Bruselas de marzo firmada por 19 personalidades, entre las que había cuatro premios Nobel por la Paz, en la que se pedía a ETA un alto al fuego permanente, unilateral, incondicional y verificable. Los dos comunicados de ETA de septiembre se pueden interpretar como una respuesta sujeta a muchas interpretaciones, pero de momento abre puertas que no se deberían desaprovechar.
Estos días se han oído todo tipo de valoraciones por parte de representantes de partidos políticos, los gobiernos estatal y de Euskadi, y de las plumas de diferentes analistas en el tema a los medios de comunicación. Así, hemos oído por un lado las que directamente desprecian y sacan credibilidad a estos comunicados debido a las experiencias de fracaso del pasado, y por otro las que de forma muy cautelosa indican que «no son una mala noticia», pero que no cubren las expectativas de paz necesarias ya que no se trata de una declaración definitiva e irreversible de la violencia armada.
Desde el Centre Delàs, al sentirnos parte de los movimientos sociales que trabajan por la paz y para la resolución noviolenta de los conflictos, hacemos una lectura de los hechos que no deja lugar a la duda: se trata nada menos que de una nueva oportunidad para finalizar un conflicto violento, y por tanto la acción que cabría esperar por parte de los representantes de los gobiernos de las distintas administraciones es la de aprovechar esta nueva oportunidad para dar pasos en positivo que faciliten el fin de la violencia.
En los últimos años hemos visto como desgraciadamente algunas de las principales potencias mundiales no han dudado en «ir a la guerra», construyendo y enviando a la opinión pública argumentarios que se han demostrado falsos y totalmente tributarios de intereses económicos y estratégicamente partidistas . En contraposición a esta hipocresía, creemos profundamente que la disposición de las sociedades democráticas y de sus representantes, debe ser la «de ir a la paz» allí donde pueda brotar y sin caer tampoco en prejuicios que en el fondo esconden recelos a los procesos democráticos.
El fin de la violencia armada en Euskadi será el fruto de numerosas acciones, en el que han intervenido e intervendrán actores provenientes de todos los ámbitos, del estado central y autonómico, los partidos, de la izquierda abertzale, de mediadores, y de la sociedad civil. Todos debemos tener presente que la paz no se puede construir en contra de nadie. La paz es simplemente un camino, no aprovecharlo es menospreciar la esperanza de los que la desean.