Gaza: laboratorio de una próspera industria
Tras el rastro de destrucción y
desolación que ha dejado la ofensiva de Israel en Gaza, uno de los
elementos más preocupantes, que concede poco margen para la esperanza,
es que Israel ha convertido el largo conflicto de Palestina en un
negocio rentable.
Tomàs Gisbert, Setmanari d’Informació Directa (enero 2009)
Su permanente actividad de ocupación y
contención del pueblo palestino se ha convertido en el laboratorio de
una próspera industria bélica y de seguridad que exporta a todo el mundo
productos como sistemas biométricos de identificación, equipos
audiovisuales de vigilancia, vallas de alta tecnología, aviones no
tripulados, sistemas de detección de pasajeros aéreos y de
interrogatoriode presos, es decir, todas aquellas tecnologías que usa
para clausurar los territorios ocupados.
La potente industria bélica
israelí ocupa el nada poco despreciable quinto lugar en el ranking de
los fabricantes y exportadores de armas del mundo.
La ofensiva sobre Gaza ha servido
también para probar nuevas armas devastadoras. Una de ellas ha sido un
nuevo tipo de armas con un enorme poder explosivo concentrado en un
radio relativamente pequeño, de 4 a 10 metros. Son las denominadas armas
DIME (por Dense Inerte Metal Explosive). EEUU empezó a desarrollarlas
en 2000, en 2006 Israel las utilizó contra civiles tanto en el Líbano
como en Gaza. Se trata de bombas “inteligentes” autoguiadas por satélite
o láser con un explosivo muy peculiar, una mezcla de material explosivo
y polvo denso de pequeñas partículas de metal químicamente inerte, como
el tungsteno, con una pequeña proporción de níquel o cobalto, que actúa
como micrometralla incandescente que, como una hoja de corte, puede
penetrar y cortar huesos y tejidos del cuerpo produciendo la muerte o,
cuando menos, las horrorosas heridas que han podido constatar los
médicos de los hospitales de Gaza. En el supuesto de que la víctima
sobreviva, las partes afectadas habrán de ser amputadas y aún así será
imposible extirpar la totalidad de la metralla y es más que probable que
la víctima desarrolle cáncer. Otro horror a añadir a la lista.