La construcción de nuevas estrategias militares para Europa
Recuperamos por su interés este artículo de 1992 en el que se repasan
los cambios en la política de defensa europea y las tareas que de ello
se derivan para el movimiento por la paz.
Arcadi Oliveres* . Mientras Tanto, núm 50 (mayo-junio 1992)
1. Las razones del debate
Dos elementos constituyen el origen inmediato del debate sobre la defensa europea: el proceso de unión política iniciado por las Comunidades europeas y las transformaciones que la OTAN realiza en su seno como consecuencia de los cambios en los Países del Este y en especial por la desaparición del Tratado de Varsovia.
Por lo que se refiere a la primera cuestión, la reunión de jefes de estado y de gobierno celebrada en Maastricht en diciembre de 1991 sentó las bases del Tratado de la Unión Europea que incluye entre sus temas la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC). Con ello se abre un periodo de discusión para delimitar el contenido de esta política que durará hasta 1996. A partir de este momento se harán las revisiones que se juzguen convenientes pero que en todo caso no irán más allá de 1998, puesto que esta es la fecha en la que caduca el tratado fundaciona1 de la UEO.
En cuanto a la segunda cuestión, se parte de la idea de la desaparición de la «amenaza» soviética que dio oficialmente lugar a la OTAN en 1948. Tal como afirmaba un general español «se trata de buscarle nuevos objetivos para garantizar su futuro», ya «que parece ser que la OTAN se ha convertido en una organización con medios pero sin misión». En efecto, desde hace un par de años se buscan (cuando no se impulsan) nuevas «razones» que justifiquen la existencia de la Alianza Atlántica. Entre estas razones destacan dos: por un lado el llamado «peligro del Sur» en el que se incluyen el temor a las migraciones masivas, la fanatización del fundamentalismo islámico, la voluntad de control sobre las materias primas, y la permanente sospecha de terrorismo. Por el otro la idea de «inestabilidad en el Este», que comprende la explosión de los nacionalismos, la dispersión nuclear y las dificultades socioeconómicas. Resulta evidente, sin embargo, que para estas nuevas «amenazas» la OTAN no sirve y debe ser reestructurada.
2. Inventario de propuestas
La gestación de una política europea y la reestructuración de la atlántica han dado lugar a una serie de propuestas y también de contrapropuestas que han surgido en ocasión de las reuniones de las organizaciones internacionales implicadas en el tema y también como consecuencia de encuentros bilaterales entre representantes de distintos estados. A nuestro juicio los acuerdos y posicionamientos más destacados han sido:
– Julio de 1990: reunión de jefes de estado y de gobierno de la OTAN en Londres. Propuestas de reforma de la organización y oferta de amistad a los «antiguos rivales».
– Noviembre de 1990: cumbre de la CSCE en París. Aprobación de la «Carta de París» para una nueva Europa e institucionalización de la CSCE.
– Abril de 1991: propuesta de la OTAN de creación de una fuerza naval permanente en el Mediterráneo.
– Mayo de 1991: creación por parte de la OTAN de unas «Fuerzas de intervención rápida» bajo mando británico y con posibilidades de actuar fuera de la zona de defensa del Atlántico Norte si existe unanimidad entre sus 16 miembros. Francia no se integra en estas fuerzas y reclama la creación de una estructura militar estrictamente europea.
– Junio de 1991: reunión de los ministros de asuntos exteriores de los países de la OTAN en Copenhague. Aprobación de las tentativas europeas en búsqueda de una política de seguridad pero condicionada a la «complementariedad» con la Alianza Atlántica.
– Julio de 1991: Disolución del Tratado de Varsovia.
– Octubre de 1991: Creación de una brigada franco-alemana que podría ser el embrión de una fuerza europea en el seno de la UEO.
– Octubre de 1991: Francia, Alemania y España desean una «defensa común» europea autónoma de la OTAN. A esta propuesta se oponen Gran Bretaña, Italia y Holanda, que desean que tal «defensa común» sea a cargo de la UEO aunque sólo para actuar fuera de la zona de la OTAN. Estados Unidos rechaza la creación de cualquier fuerza militar europea autónoma de la OTAN.
– Noviembre de 1991: reunión de los jefes de estado y de gobierno de la OTAN en Roma. Definición de los «nuevos conceptos estratégicos» y voluntad de incremento de las relaciones con los países del Este. El presidente Bush propone, con el acuerdo de Alemania y de Holanda, que la OTAN pueda actuar fuera de la zona. Francia y España se oponen, pero en las resoluciones se menciona por primera vez «el peligro del Sur» en una referencia específica a los países islámicos.
– Diciembre de 1991: sesión inaugural en París del «Consejo de Cooperación del Atlántico Norte» (CCAN) que agrupa a los países de la OTAN y a los antiguos miembros del Tratado de Varsovia. Esta institución se crea gracias a la presión política de Alemania.
– Diciembre de 1991: reunión en Maastricht de los jefes de estado y de gobierno de las Comunidades europeas. Se acuerda que la UEO sea el órgano de defensa europeo en estrecha conexión con las Comunidades (podría llegar a ser la cuarta Comunidad junto a la CECA, la CEE y el EURATOM) y sin desvincularse de la OTAN. Se acepta una «Política Común de Defensa» pero no se llega todavía a una «Política de Defensa Común». Esta decisión, propuesta por Bélgica, constituye un compromiso entre la postura de Francia, Alemania y España, más favorable a una defensa europea autónoma y Gran Bretaña, Italia, Holanda y Portugal, más inclinados a considerar tan sólo la defensa europea como el «pilar europeo» de la Alianza: Dinamarca, Grecia e Irlanda se mantienen al margen por no pertenecer a la UEO, aunque son llamadas a incorporarse a dicha organización.
– Febrero de 1992: en concordancia con la decisión de Maastricht la UEO traslada su sede desde Londres a Bruselas, donde se ubican igualmente las Comunidades europeas y la OTAN.
– Febrero de 1992: Alemania y Francia invitan a los países integrantes de la UEO a participar en la creación de un ejército europeo. Estas fuerzas, de intervención rápida, se definen como de «usos múltiples» toda vez que pueden estar tanto al servicio de la UEO como de la OTAN y de la ONU (triple gorra). De momento las únicas respuestas positivas provienen de Bélgica y de España.
– Febrero de 1992: Por primera vez se reúne en Washington una comisión de la UEO con los máximos representantes de la Casa Blanca. La comisión recibe el visto bueno del gobierno norteamericano para establecer un «sistema autónomo de defensa para Europa» con la condición de que con ello no se debilite a la OTAN. La condición es aceptada por la UEO.
– Se convoca para el mes de junio de 1992 en Málaga una «Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en el Mediterráneo» (CSCM) que pretende emular a la CSCE por lo que se refiere a los problemas del Mediterráneo.
– Marzo de 1992: Reunión del CCAN al que se incorporan los miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Se establece un debate sobre sus competencias en materia de seguridad. Mientras que para el ministro holandés de Asuntos Exteriores el CCAN podría ser el órgano operativo de la CSCE, el secretario de estado norteamericano opina que tal misión de fuerza de pacificación corresponde a la OTAN.
3. Organizaciones en movimiento y objetivos fijos.
Como puede observarse, nos hallamos ante un proceso largo y variable, pero que es más organizativo y de competencias que de objetivos. En el actual momento de construcción europea se interrelacionan un buen número de organizaciones cuyas competencias (hablamos de las actuales, no de las que puedan llegar a transferirles los estados) en ocasiones no están claras y en ocasiones pueden llegar a solaparse. En el ámbito más genuinamente político se encuentra el Consejo de Europa, y en un espacio más reducido el Consejo Nórdico. Pero si entendemos que la seguridad es un aspecto de la política -cosa que resulta evidente-, entonces debemos considerar igualmente la Unión Europea Occidental (UEO), la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y al recientemente creado Consejo de Cooperación del Atlántico Norte (CCAN), sin olvidar los diferentes pactos bilaterales entre estados y el papel que puedan ocupar en este tema las Naciones Unidas. En el ámbito económico deberemos referimos a las Comunidades europeas, a la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA), y a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) por citar sólo las más importantes.
A ello debe añadirse la lógica tendencia a la ampliación que estas organizaciones mantienen, en especial después de las transformaciones en el Este. Así por ejemplo Austria, Suecia, Turquía, Chipre y Malta tienen solicitado su ingreso en las Comunidades Europeas y probablemente también lo hagan Finlandia y Suiza. El Consejo de Europa ha admitido recientemente a Hungría, a Checoslovaquia y a Polonia. La CSCE es la que ha tenido un cambio más espectacular, puesto que en poco tiempo ha pasado de sus 35 miembros iniciales (34 con la reunificación alemana) a 51*. El presente conflicto en la ex-Yugoslavia y las reivindicaciones nacionales tanto en Europa del Este como del Oeste hace que no podamos dar por cerrado el mapa europeo, mapa cuyos límites están además por definir.
Los que en cambio parecen estar más claros, por lo menos por lo que se refiere a los ámbitos de la seguridad y de la defensa, son lo que podríamos llamar los actuales «objetivos básicos». A nuestro modo de ver y después del itinerario que hemos explicado, los actuales dirigentes de los estados que antes configuraban la OTAN y el Tratado de Varsovia están básicamente de acuerdo en los siguientes puntos:
– Junto a los avances de la integración económica es necesaria una política conjunta de defensa europea más o menos vinculada a la atlántica.
– La OTAN debe seguir existiendo, puesto que es el más sólido engranaje en las relaciones (no igualitarias) entre Estados Unidos y Europa. Sin embargo ahora deben considerarse nuevas «amenazas» provinentes del Sur aunque conservando también un cierto recelo para con la amenaza del Este. Para hacerles frente se prevé un cambio de áreas de actuación (fuera de su espacio tradicional) y la creación de fuerzas de intervención rápida.
– La guerra sigue siendo una forma válida para resolver conflictos y es necesario prepararse militarmente para ella, incluso con armas nucleares.
4. La responsabilidad del movimiento por la paz en este proceso
Las épocas de grandes transformaciones, y por lo menos en el Primer Mundo nos hallamos ahora en una de ellas, son también las que permiten mayores intervenciones. El movimiento por la paz europeo, no puede quedar ajeno a la ocasión que se le plantea para expresar su parecer respecto a la evolución de este proceso e influir en él en la medida de lo posible, especialmente si se tiene en cuenta que, por lo que respecta a la defensa europea, nos hallamos en un período transitorio hasta 1996, en que se producirá la revisión de los acuerdos de Maastricht.
Varias son las cuestiones, todas ellas de notable importancia, que creemos deberían tratarse ya desde ahora:
1. La seguridad no se identifica necesariamente con defensa y menos aún con defensa armada, sino más bien con desarme, desarrollo, justicia social, respeto de los derechos humanos, protección del entorno, etc. Así por ejemplo debemos ser conscientes que los actuales problemas de dispersión de armas nucleares no son otra cosa que el fruto de la pro1iferación nuc1ear que los países que ahora dicen sentirse amenazados contribuyeron a crear. Las guerras y su preparación no resuelven los conflictos, sino que además de causar muerte y destrucción, los agravan y crean otros nuevos. En cualquier caso e incluso para aquellos que aceptan la defensa armada, existen modalidades de protección no ofensiva ni agresiva que se hallan muy lejos de los actuales parámetros de comportamiento de la OTAN y de la UEO.
2. La imagen de «enemigo», «amenaza», «riesgo», etc., por lo general no es real sino fruto de una artificiosa construcción en la que intervienen ideas preconcebidas y no contrastadas, informaciones parciales, desconfianza, propagandas negativas, simplificaciones y generalizaciones, xenofobias y exaltación de valores propios etc. Todo ello se está dando actualmente en la identificación de los países islámicos (por lo menos de aquellos no prooccidentales) como enemigos. Una lectura pormenorizada de la prensa nos puede demostrar lo antedicho.
3. Existe un doble rasero para evaluar el comportamiento de los países, según se alineen o no con los intereses de nuestros gobiernos. Así por ejemplo se insiste enormemente en que Cuba, Libia, Irak o Irán violan los derechos humanos y carecen de democracias formales, mientras que parecen olvidarse situaciones parecidas que se producen en Turquía, Indonesia, Birmania, Perú o Marruecos por citar sólo algunos casos.
4. Pensar que la creación de una defensa común y un ejército europeo permitirán la superación de la OTAN es probablemente una falacia. En primer lugar porque seguramente acabarán coexistiendo ambos, y en segundo lugar porque un ejército europeo puede tener el mismo carácter de dominación imperial que haya podido tener la OTAN. Así lo demuestran las intervenciones, de tipo colonial o no, de los ejércitos estatales europeos fuera de sus fronteras, que desde la segunda guerra mundial hasta la fecha han sido veintitrés, y ello considerando tan sólo aquellos conflictos con una mortalidad superior a las mil personas por año. Concretamente el total de muertes en estas veintitrés guerras se acerca a los cinco millones.
5. Las políticas de neutralidad o de no alineamiento mantenidas por un cierto número de estados europeos durante bastantes años, y estimadas en general positivas por los pacifistas, se hallan comprometidas por la política común de defensa europea. El primer caso se plantea con la invitación formulada a Irlanda para incorporarse a la UEO y probablemente la cuestión continuará y adquirirá mayores dimensiones en el momento de la incorporación de Austria, Suecia, y quizás posteriormente Finlandia y Malta a las Comunidades europeas.
6. La UEO interpreta (Propuesta de recomendación de la Asamblea de la UEO de 27.11.1991) que las reuniones de las Comunidades europeas en Maastricht y de la OTAN en Roma deben conducir a una definición de las funciones del Grupo Europeo Independiente de Programas (GEIP) y de una futura Agencia Europea de Armamento de la propia UEO. Tal afirmación se entiende como la necesidad de la mejora de la cooperación y coordinación en la producción de armas y significa por tanto una puerta abierta a la potenciación de la industria y comercio de armas, en este caso con una dimensión europea. No es difícil pensar que posturas de este tipo pueden anular por completo el ya muy maltrecho «dividendo por la paz» y volver a incrementar los presupuestos de defensa estatales.
7. El Movimiento por la paz europeo debe tender puentes hacia organizaciones civiles y no gubernamentales que en los países del Sur se hallen comprometidas en un trabajo en pro del desarrollo, del desarme, de la ecología o de los derechos humanos, de la misma manera que en los años ochenta lo hizo -ciertamente con excelentes resultados- hacia los países del Este.
8. Sería quizás conveniente efectuar propuestas constructivas e imaginativas por lo que se refiere a las cuestiones de la seguridad señalando por ejemplo la propuesta de Centro para la resolución de conflictos de la CSCE, o la necesaria reforma en las instituciones de las Naciones Unidas -empezando por el propio Consejo de Seguridad- como elementos a tener en cuenta si se quieren ir potenciando sistemas de defensa no armados.
Se trataría en resumen de que el movimiento por la paz, actuando en una dimensión europea, intentara hacer ver a la opinión pública lo absurdo del llamado «Nuevo Orden Mundial» que asigna a norteamericanos, europeos y japoneses el control del planeta, que les permite otorgar patentes de democracia y de independencia que les autoriza intervenciones a su antojo, y del que la estructura de las organizaciones de seguridad no es más que una distribución de funciones. Se trataría también de evitar que los europeos cayéramos en un nuevo «patriotismo», en esta ocasión continental pero igualmente peligroso, que nos condujera a encerramos en nuestro bienestar (aunque una parte de la población no lo disfrute) y a olvidamos de que este bienestar lo debemos en buena medida a que a lo largo de la historia hemos usurpado riquezas por doquier y hemos emigrado durante siglos hacia los confines más lejanos. Se trataría igualmente de que las bienvenidas nuevas amistades europeas no nos hicieran perder aquellas que en su momento tuvimos, pongamos por caso, con los pueblos del Magreb, de Oriente Medio o de América Latina. Se trataría por último, de consideramos a todos ciudadanos del mundo.
Notas
* El autor, miembro del colectivo C3A, quiere hacer constar que este artículo no hubiera sido posible sin las informaciones que le suministraron los trabajos de Jordi Foix, Francesc Gusi, Pere Ortega, Antoni Pigrau, y los comentarios de Tica Font y Enric Prat. Todos ellos miembros del «Grup de Treball sobre Seguretat Europea» del C3A.
* Con la incorporación de Albania, Croacia, Eslovenia y las repúblicas de la URSS.