Una propuesta para la conversión de la industria de armamentos

Una propuesta para la conversión de la industria de armamentos

(Artícle no disponible en català)
La lucha por la paz, los sindicatos y la justicia social. Propuesta para sensibilizar a los sindicatos sobre la conversión de la industria militar.
Jordi Foix (Campanya Contra el Comerç d’Armes), (junio 1997). Gazeta Sindical de Comisiones Obreras.



¿Es posible harmonizar la lucha por el derecho al trabajo con uno de los elementos definitorios del pacifismo como es la lucha contra la industria armamentista?. Es esta una pregunta que inevitablemente nos viene a la cabeza cuando, ante procesos de crisis de determinadas industrias de armamentos, las organizaciones sindicales acostumbran a anteponer la defensa del mantenimiento de la producción a la búsqueda de otras salidas que, con el principio del mantenimiento de los puestos de trabajo pusieran en cuestión el sentido de dicha industria.

Una breve ojeada a nuestra historia de luchas sindicales reciente puede llevarnos a pensar en una respuesta inevitablemente negativa a esta pregunta. Sin embargo, si nos remontamos a otros momentos de la historia de los movimientos obreros en general y a la de los sindicatos en concreto se pueden encontrar muchos y muy hermosos ejemplos de lucha contra el armamentismo.

Desde los movimientos pacifistas, la lucha por la paz siempre ha ido unida a la lucha por la justicia social. Igualmente, los distintos movimientos sindicales en sus programas, unas veces de forma mas concreta que otras han reflejado aspiraciones mas generales que las referidas al trabajo, como son todas aquellas referidas a la aspiración a unas formas de vida mas solidarias. Sin embargo, el dilema planteado por la lucha contra la industria armamentística como forma concreta i fundamental de la lucha por la paz sigue sin ser de facil resolución.

Intentaremos comentar en este articulo cómo pensamos que ambas reivindicaciones, la lucha por la conversión de la industria militar en civil y la lucha por la justicia social, empezando por la defensa del derecho al trabajo son aspiraciones que pueden estar perfectamente armonizadas si la iniciativa sale de los mismos movimientos sindicales y no se deja que sean las diferentes patronales de la industria de las armas quienes aprovechen las crisis en su propio beneficio sin pensar a quienes perjudican.

A veces la harmonización de la lucha por derechos universales, como es el caso de aquellos que refleja la lucha por la paz y contra el armamentismo ha podido parecer conflictiva frente al derecho al trabajo cuando esta lucha ha tomado dimensión, no de aspiración genérica sino de concreción, como es el caso al que nos estamos refiriendo. El miedo, lógico y comprensible a que esta propuesta pudiera poner en peligro puestos de trabajo o la economía de una región ha llevado muchas veces a los movimientos sindicales a defender posiciones que pensamos eran y son, contrarias a ellos mismos. Sin embargo, creemos que una cuestión -la conversión de la industria militar en civil- no ha de implicar necesáriamente como resultado la destrucción de puestos de trabajo.Tiene gran importancia en esta implicación quién, como sujeto social, lleve la iniciativa del proceso, los criterios que consiga imponer y la amplitud de apoyos sociales que consiga generar.

Creemos util utilizar el concepto de conversión frente al de reconversión, ya que, si bién son conceptos sinónimos, tienen connotaciones distintas, resaltadas normalmente desde el movimiento pacifista. Creemos que su comprensión y adopción puede estimular amplios apoyos populares. El concepto de «conversión», resalta la referéncia a la acción o efecto de convertir o convertirse un mismo sujeto o proceso, adquiriendo un significado y valor distinto al original. De esta manera, mientras que el concepto de «conversión» enfatiza el significado positivo del cambio, la mutación; el concepto de «reconversión industrial» dificilmente puede separarse de sus connotaciones negativas, por el hecho que en nuestra sociedad, y en términos socioeconómicos, usualmente no ha venido a significar otra cosa que destrucción de puestos de trabajo, o de regiones enteras que la han sufrido.

El fin de la Guerra FrÍa desarrolló un optimismo social que llevaba a suponer que la nueva época que se abría,sin confrontación de bloques militares, supondría el fin de la carrera de armamentos. Este optimismo tomó cuerpo en lo que vino a llamarse el «dividendo de la paz». Resumidamente este concepto venía a decirnos que toda aquella riqueza que ya no sería destinada a la carrera de armamentos provocada por la Guerra Fría sería destinada al desarrollo social, económico i ecológico…una de las concreciones de ello tenía que ser la conversión de la industria armamentista.

Fué un optimismo social que duró poco, dándose de bruces con la Guerra del Golfo. Los procesos históricos desarrollados entre finales de la década de los ochenta hasta hoy en dia nos muestran que las tendéncias no han ido precisamente en esta dirección. Ciertamente, y como era de prever, durante estos años se desarrollo una crisis de la industria armamentística que todavía dura, pero que no vino dada por unos cambios culturales producto del fin de la Guerra Fría, como nos decía una lectura quizas demasiado ingenua, sino por un cambio profundo en los modelos de confrontación y el surgimiento interesado de nuevos «enemigos», nuevas situaciones geoestratégicas en las cuales se hacia obsoleto, no , desgraciadamente, el militarismo, sino el modelo del equilibrio del terror.

Producto de esta nueva situación, las principales industrias de armamentos norteamericanas y europeas estan viviendo un proceso que combina la modernización con la concentración, (un ejemplo sería la creación de la Agencia Europea de Armamentos), y un proceso de cierre de aquellas industrias militares menos competitivas i obsoletas. Una muestra de esto último lo hemos podido ver en la situación de crisis en que se encuentran varias industrias españolas o francesas.

A ello se añade una cada vez mas abierta lucha por nuevos mercados: desde el Sudeste Asiático hasta Latinoamerica que empieza a vivir una carrera de armamentos que ha supuesto ya el levantamiento del embargo sobre venta de armas que sobre el sur del continente existia desde los tiempos de la administración Carter.

Una visión desapasionada de la cuestión que estamos tratando nos podría muy bién llevar a pensar que al fin y al cabo, la reconversión de una industria militar «obsoleta» se va a realizar de todas maneras, los puestos de trabajo se van a destruir igualmente. El que los sindicatos no se hayan planteado como posibilidad deseable conlleva que, una vez inmersos en la crisis de forma inevitable, sólo queda la defensa lógica del puesto de trabajo.

Visto de esta manera: ¿No sería mas positivo para los sindicatos, tomar la iniciativa y aprovechar esta situación para, recuperando aquellos valores culturales mas positivos de la tradición del movimiento obrero -que hermanan la lucha por la paz y la justicia social-, luchar de forma creativa contra la destrucción de los puestos de trabajo que inevitablemente supondrá esta reconversión, proponiendo alternativas y exigiendo la conversión de esta industria militar para usos socialmente utiles y necesarios?.

La incorporación de técnicos (economistas, ingenieros, químicos…) que pudieran colaborar en este proceso de planificación y elaboración de proyectos, teniendo en cuenta necesidades regionales, transición de los puestos de trabajo,… tanto con sindicatos como con los comités de empresa de las diferentes industrias afectadas, añadirian argumentos no solo respecto a la necesidad de los mismos sino también, y fundamentalmente a su viabilidad.

Queramos afrontarlo o no, la exportación de armas plantea un dilema ético que, aunque a unos mas que a otros, nos afecta a todos y todas. Los ultimos años nos han demostrado una vez mas que no hacen falta armas nucleares para cometer genocidios (la antigua Yugoeslavia, la región africana de los Grandes Lagos…) y para destruir la economía y las condiciones de vida de paises enteros. Luego, el dilema no es sobre el tipo de arma, sino sobre el arma misma como forma supuesta de resolver los conflictos entre comunidades.

Pongamos un ejemplo. Justo durante el mes de junio de este año, en Suiza se rechazó en referendum una propuesta que planteaba la prohibición de la exportación de armas. Un 77,3 % de la población votó a favor de que se mantenga un negocio que sólo el año pasado supuso unos beneficios de 233 millones de francos suizos (cerca de 250.000 millones de pesetas).¿Realmente no hay corresposabilidad moral entre esta actitud de la población suiza y los efectos que estas armas que se exporten tengan en los próximos años en Africa o cualquier otro lugar del planeta por ejemplo?,…¿Será limpia, éticamente hablando, la «ayuda humanitaria» que desde este 77,3 de la población, pueda producirse hacia los paises que se vean envueltos en guerras fratricidas -todas lo son- realizadas con armas adquiridas, quizás, en Suiza?

No se trata de culpabilizar que de poco sirve, sino de entender que unas cosas no están separadas de otras.

Es bién cierto también que, normalmente, uno no encuentra trabajo donde quiere sino donde puede, es esta una verdad bastante indiscutible. Pero, también lo es que la conciencia de este dilema puede estimular a los diferentes movimientos sindicales organizados a proponer aquellas alternativas que puedan transformar una producción para la muerte, en cualquier otra socialmente mas util y necesaria para la vida de los pueblos, recogiendo y haciendo suyas iniciativas civiles que, desde diferentes movimientos sociales, hoy ya van en este sentido. Técnicamente está comprobado que es posible. Solamente Inglaterra, despues de la II Guerra Mundial convirtió mas de la mitad de su industria de guerra en industria civil, y en pocos años. Politicamente, basta con la voluntad de hacerlo, exigiendo, con la autoridad moral que crea una iniciativa de estas características, y desde los dos niveles -técnico y político-, que esta conversión no tenga que suponer destrucción de puestos de trabajo, no subordine regiones enteras a la industria de armas, sino exactamente lo contrario.

Las intenciones de privatización de parte de la industria armamentística española anunciadas por el actual gobierno del PP aún harían mas dificil esta posibilidad, puesto que, el caracter público o fuertemente condicionado por el Estado de la mayor parte de esta industria puede favorecer la posibilidad de esta decisión política, claro está que esto sólo es posible si se desarrolla un amplio movimiento social que tome como suya esta real i concreta iniciativa de lucha por la paz y la solidaridad mas allá de la ayuda humanitaria, exigiendo una planificación del sector con el doble objetivo: reorientación de la economía de las armas con el objetivo de la conversión de la industria militar en civil, conservación de los puestos de trabajo y creación de nuevos. Que el impulso de una campaña de estas características venga protagonizado desde un inicio por los movimientos sindicales organizados es decisivo para hacer posible una propuesta de estas características.



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