Afganistan, Irak, bombardeados con uranio
A primeros del pasado año salió a la luz pública el denominado síndrome de los Balcanes , que afectó principalmente a las tropas españolas e italianas destacadas en el Oeste de Kosovo. También es conocido el síndrome de la guerra del Golfo que afecta a más de 100.000 veteranos norteamericanos. La principal causa de éste síndrome se reveló en la utilización de armas antitanque fabricadas con uranio empobrecido. Tomàs Gisbert (diciembre 2002) Materiales de Trabajo, nº 21
Cabría preguntarse porque en la reciente guerra de Afganistán,
después de la relevancia que se dió al uranio empobrecido acaparando
titulares de los principales medios de comunicación, ninguno se haya
preguntado sobre si este tipo de munición se ha usado en ella, ni sobre
los efectos que éste uso pueda acarrear. A pesar de este silencio,
existen evidencias de que en Afganistán el uranio empobrecido se ha
usado y como consecuencias de ello se han vertido más de 1000 toneladas
del radioactivo óxido de uranio en el medio ambiente afgano.En
Afganistán, a diferencia de la guerra del Golfo o de Kosovo, no han sido
los proyectiles antitanques los más utilizados. El protagonismo ha
correspondido a los bombardeos masivos con misiles y bombas guiadas
dirigidos a destruir búnkers e instalaciones y refugios subterráneos.
Para hacernos una idea de lo que esto representa las bombas antitanques
lanzadas en Kosovo pesan sobre los 5 kilos, mientras que las bombas
guiadas usadas en Afganistán van desde una tonelada, las conocidas como
GBU-15, 24,27 y 31, pasando por la GBU-28 Bunker Buster (Destructora de
búnkers) de 2 toneladas, hasta la “Big BLU” Bunker Buster que pesa 10
toneladas. Llevando, respectivamente, una ojiva de uranio empobrecido
potencial de 500, 1.500 Kg, y 5 toneladas.Estas bombas guiadas
corresponden al desarrollo, que inició el ejército norteamericano a
mediados de los 90, de un nuevo programa de armas capaces de penetrar y
destruir refugios subterráneos, búnkers. La estrategia que inspiró esta
línea armamentista era la de tener capacidad para destruir los centros
de mando y comunicaciones del enemigo. Otra función que se demandaba a
los nuevos sistemas de armas era que al mismo tiempo pudieran
neutralizar agentes químicos o biológicos antes de que estos se
esparcieran en la atmósfera, lo que se conseguía utilizando ojivas con
una alta capacidad incendiaria. La clave de esta nueva generación de
bombas consiste en construir la ojiva con uranio, empobrecido o no,
reemplazando una ojiva convencional. El uranio es un metal pesado, es
piróforo, es decir que quema al impactar, y además es un residuo de las
centrales nucleares. Este hecho se ha intentando esconder a la opinión
pública, así en la presentación oficial de ellas se habla sólo de una
ojiva de metal denso eludiendo citar el uranio empobrecido, a pesar de
que en algunas de las patentes, a que se ha podido acceder, así lo
establecen.El uranio empobrecido es tóxico radiològicamente, y aumenta
su peligro ya que su explosión genera una nube de micropartículas de
óxido de uranio que pueden ser ingeridas por inhalación o por su entrada
en la cadena trófica, contaminando radiológicamente el cuerpo desde su
interior.Además las ojivas de las bombas no están fabricadas con uranio
empobrecido en estado puro, sino que éste al provenir de residuos
nucleares está, a su vez, previamente contaminado con elementos
altamente tòxicos como U235, U238 o incluso Plutonio. Así hay que hablar
no sólo de uranio empobrecido sino de uranio sucio o uranio plus mucho
más contaminante.Si en Kosovo se comenzaron a probar prototipos en
Afganistán se han lanzado más de 6.000 bombas guiadas, lo que lleva a
una estimación de que se han lanzado más de 1.000 toneladas de uranio,
empobrecido o no. Las consecuencias sobre la salud del pueblo afgano no
están evaluadas, más si tenemos en cuenta la opacidad sobre las armas
utilizadas y sobre las mismas atrocidades, que lentamente van aflorando,
cometidas en la campaña contra los talibanes. Las mismas enfermedades
que pueden tener un origen radioactivo se enmascaran con los rigores del
invierno o la situación de un país que lleva dos décadas de guerra.
Pero, por la naturaleza de la contaminación, las consecuencias sobre la
salud tendrán efecto a largo plazo. Las bombas y proyectiles con uranio
son bombas radiológicas, armas de efecto indiscriminado prohibidas por
la convención de Ginebra. Así hay que poner en evidencia la enorme
hipocresía, como ya sucedió en Kosovo, del lenguaje oficial que habla de
liberar el Afganistan de los talibanes y Al-Qaeda mientras contamina
todo el pais con material radioactivo que tendrá efectos a largo plazo.O
también, la del ejército español y el Ministerio de Defensa que adornó
su intervención de tropas, 350 soldados, en Afganistán con el salvamento
de Ali Basur, un niño afgano con un linfoma diagnosticado que fue
trasladado a Madrid para su curación. Cuando, como ya ha sucede en Irak,
el uso del uranio aumentará de forma exponencial el número víctimas por
cáncer entre la población.En Kosovo, la OTAN obstaculizó las
investigaciones sobre los proyectiles de uranio empobrecido. En
Afganistán no se reconoce su empleo y en consecuencia no se está
realizando ninguna vigilancia medioambiental sobre contaminación por
uranio, ni en Afganistán ni en otros lugares de combates recientes, en
las áreas de potencial contaminación por uranio, ni un seguimiento del
estado de salud de las poblaciones expuestas a estas armas, y por tanto
no hay ningún tipo de ayuda médica y protección medioambiental para
todas las comunidades civiles en riesgo. Se muestra en toda su crudeza,
como ya ha afirmado repetidamente el movimiento pacifista, que los
objetivos militares y políticos de esta campaña nada tienen que ver con
los derechos de los pueblos.La anunciada guerra contra Irak ensombrece
más aún el panorama, porque promete un uso aún mayor del armamento
radioactivo que generará una contaminación no a largo plazo, sino a
miles de años vista. Así, con la “excusa” de evitar la proliferación de
armamento de destrucción masiva la gran potencia se apresta a bombardear
Irak con armamento radioactivo de efecto indiscriminado. Y ello nos
acerca al genocidio.