Bin Laden y la derrota del Estado de derecho

Bin Laden y la derrota del Estado de derecho

La muerte de Bin Laden ha sido una noticia muy comentada por analistas y medios de comunicación. Pero pocos han cuestionado que su ejecución quebranta el Estado de derecho.

La muerte de Bin Laden ha sido la noticia más comentada y ha acaparado todos los titulares de los medios. Parece ser que desde hace algunos meses la CIA conocía el paradero de Bin Laden y se dedicó a preparar el asalto a la mansión en donde residía. La operación militar duró 40 minutos, al mejor estilo de las películas de acción, los soldados llegaron en helicóptero, asaltaron la casa, mataron a Bin Laden y volvieron a tomar el helicóptero de vuelta a casa.

Si todo estaba tan bien controlado y organizado como han dado a entender las agencias de prensa, si sabían cómo acceder a la casa, cómo moverse y cómo salir de la misma, ¿Cómo es que lo mataron y no lo detuvieron? Todo parece indicar que no hubo mucha resistencia por parte de los ocupantes de la casa. Tratándose del terrorista más buscado del planeta, cabe suponer que la casa disponía de un cuerpo de seguridad, pero al parecer dicho cuerpo no presentó resistencia a los militares asaltantes. Es por ello que cabe formularse la pregunta de sí Bin Laden fue ejecutado con un tiro en la cabeza o su muerte fue fruto del combate.

La impresión que ofrecen las noticias es que Bin Laden ha sido un asesinado, o mejor dicho, ha sido una ejecución extrajudicial, ya que la decisión de matar a Bin Laden procede del Gobierno norteamericano y ha sido ejecutada por trabajadores del Estado. Ello nos debería dejar perplejos, pues no se entiende por qué un gobierno decide llevar a cabo un acto ilegal (ordenar un asesinato) y no una detención. Con el currículum de Bin Laden es evidente que cualquier tribunal le aplicaría la máxima pena, cadena perpetua o sentencia de muerte. Cuando es seguro que habría condena judicial ¿Por qué se toma la decisión de matarlo?

El coste para el estado de derecho de actuar como en las películas del Far West es muy elevado. La ejecución extrajudicial de Bin Laden pone de manifiesto que en el plano internacional las leyes y los tribunales son irrelevantes para ciertos gobiernos (en particular para el gobierno de Estados Unidos). Representa el fracaso de la ley y del ordenamiento jurídico. Anteponer la venganza y las ganas de matar a Bin Laden a la ley hace que nuestro mundo sea más vulnerable y más inseguro. Esta acción representa un paso a tras en el Estado de Derecho y en los valores fundamentales de la democracia. Las mismas películas del Oeste critican aquellas acciones de tomarse la justicia por la mano y narran la necesidad de aplicar la ley y los tribunales.

Las dudas de por qué han preferido matar Bin Laden a detenerle seguirán planeando en nuestras mentes. A no ser que no quisieran que Bin Laden llegara a manos de la Justicia; que no quisieran que declarase ante los tribunales; que no desvelara informaciones embarazosas; en definitiva que los tribunales investigarán. Es decir, ¿Existían temores de que pudiera hablar ante los tribunales?, ¿Qué historias podía explicar Bin Laden para acallarlo?

En palabras del premio Nóbel de la paz Barack Obama “se ha hecho justicia”. Estas palabras solo se pueden pronunciar en caso de muerte accidental o bien después de que un tribunal declarase culpable a Bin Laden. Pero no se pueden pronunciar, si como parece ser, se ha tratado de un asesinato, aunque las vísceras se lo pidan. Un presidente de un país democrático no puede nunca menospreciar y saltarse la ley.

En el Estado español tenemos suficiente experiencia en la lucha contra el terrorismo. Ya se intentó combatirlo de manera ilegal, con los Gal, y ya se aprendió esa lección. Nuestro proceso histórico nos ha conducido a combatir el terrorismo en dos direcciones, por una parte, disminuir el número de personas que dan apoyo al uso de la violencia; y por otra, combatir a los terroristas con instrumentos policiales y judiciales.

Hace escasos días Obama tuvo que demostrar a sus ciudadanos, ante las dudas planteadas por sus opositores, que era nacido en territorio norteamericano, que era uno de ellos. Ahora, con la muerte de Bin Laden, Obama es el más patriota de los norteamericanos, y se convierte en el presidente que ha acabado con “el malo” de la película, con Bin Laden, el hombre que instigó el ataque terrorista del 11-S y más odiado en Estados Unidos. Este éxito político le hará subir en popularidad y le facilitará la coartada para retirar tropas de Irak, Afganistán y Pakistán. Ahora públicamente dirá”objetivo cumplido”, ya hemos derrotado a Bin Laden y ahora podemos volver a casa.

Tica Font – Directora del Institut Català Internacional per la Pau



Publicaciones relacionadas
 04/05/2011

Líneas de investigación:
Celebramos ’25 años desarmando la guerra’ con diferentes actos abiertos en la Nau Bostik de Barcelona los próximos 27 y 28 de noviembre