El Observatorio sobre la vida militar y la violencia en el ejèrcito
La violencia juega un papel importante para que los ejércitos
realicen su función de preparación para la guerra, convirtiendo personas
en soldados dispuestos a luchar y a matar si es preciso. El
Observatorio de la vida militar deberá vigilar que ésta se desarrolle en
el respecto a los derechos y a la dignidad de la persona.
Tomàs Gisbert, octubre 2005.
La nueva Ley de Defensa Nacional ha incluido la creación del Observatorio de la vida militar dentro del mandato que la ley hace al gobierno de elaborar, en un plazo de tres meses, un proyecto de ley de los derechos fundamentales de los militares profesionales. Justo es decir que este Observatorio ha surgido a propuesta de Justicia y Pau y de la Fundación por la Paz.
El proyecto de ley original incluía un código de conducta, ahora sustituido por este mandato, que remarcaba la obligación de todo militar de respetar los derechos inviolables y la dignidad de la persona así como a no ser sometido a ningún menoscabo de estos derechos(1). Pero esta formulación no era ninguna novedad. Desde el año 1978 está recogida en la legislación(2) y ello no ha supuesto ningún impedimento a que en todo este tiempo se haya producido un gran número de graves violaciones a los derechos de las personas, en especial para los soldados que hacían el servicio militar obligatorio. Hechos de esta clase contribuyeron, de forma importante, a la crisis del servicio militar obligatorio y de la credibilidad de las fuerzas armadas.
El pasado año todavía se celebraban en Barcelona dos juicios militares contra dos tenientes de la Base San Isidro de Menorca en los que fueron condenados por golpear a soldados a sus órdenes (3). En los juicios orales se puso de manifiesto que la práctica de pegar soldados de forma habitual no era exclusiva de los dos condenados y que otros muchos mandos, identificados con nombre y apellidos, de aquel cuartel también lo hacían.
La profesionalización del ejército no ha acabado con la violencia en el seno del ejército, se continúan produciendo violaciones a la dignidad y a los derechos inviolables de las personas. Muchos soldados y exsoldados profesionales hablan de su paso por el ejército como una mili prácticamente igual que la anterior, con la única diferencia de que ahora se pagada. Sólo hace falta pensar como, en el caso mencionado, los militares maltratadores son los mismos que ahora continúan mandando e instruyendo a los soldados profesionales. Sentencias como éstas son una excepcionalidad en la jurisdicción militar, una jurisdicción más preocupada en mantener la disciplina y que los soldados no abandonen el ejército, que no en impedir y castigar la violencia y el ataque a la dignidad de las personas, así la mayoría de hechos de esta clase permanecen en la impunidad, ayudados también por un espíritu de cuerpo que los oculta para no manchar la imagen de las fuerzas armadas.
Con la masiva incorporación de la mujer al ejército, en el que ya representan el 10,9% del total de los efectivos, se ha agravado la situación al añadirse la violencia de género. Algunos casos de violencia sexual han podido salir a la luz pública(4), y la Comisión Europea instó, en el 2003, al Ministerio de Defensa español a aplicar las directivas europeas contra el acoso sexual en el ejército español(5).,
Opacidad
La profesionalización ha aumentado la opacidad del ejército. En los últimos tiempos del servicio militar la sociedad ya no estaba dispuesta a tolerar pasivamente la violencia a los cuarteles. Muchas víctimas y sus familias no estaban dispuestas a soportar resignadamente los maltratos, las novatadas o los castigos injustificados,…. Gracias a la prensa, a organizaciones como Informació per a la Defensa dels Soldats y otras, muchos hechos violentos eran denunciados y salían a la opinión pública, pero la profesionalización ha generado más opacidad sobre una institución que nunca ha sido transparente. La mayor adhesión al ejército y a los valores militares de los jóvenes que se integran en la tropa profesional ha agravado esta situación. Igualmente la construcción de un nuevo mito de la defensa edificado en la intervención de los ejércitos en misiones humanitarias, de pacificación y de mantenimiento de paz ha comportado una política informativa destinada a legitimar el ejército y a ocultar todas aquellas actuaciones en las intervenciones militares y en el trato con la población civil que no cuadraran con la imagen a dar.
Las violencias cotidianas de los ejércitos
La violencia juega un papel importante para que los ejércitos satisfagan su función de preparar para la guerra. Pese a que el discurso dominante diga que la violencia es inherente a la naturaleza humana es necesaria una preparación para convertir personas en soldados dispuestos a luchar bajo una disciplina y, si llega el caso, a matar. Así puede hablarse de una violencia oficial, reglamentada, que aparta a los soldados de su ámbito social y los somete a la disciplina y a la instrucción militar, con el fin de que se motiven para luchar, para usar la violencia, contra un posible enemigo. Esta violencia está estructurada en un conjunto de normas explícitas. Pero la violencia no queda circunscrita a una violencia reglamentaria plenamente controlada, traspasa estos límites y surgen otras violencias que complementan la violencia oficial formando un sistema de adiestramiento para la guerra. La violencia paralela se observa en las arbitrariedades castrenses, los abusos entre soldados, los privilegios de experiencia, las novatadas, las peleas, los conflictos jerárquicos entre soldados y el sexismo contra las mujeres militares(6).
Los abusos y los maltratos sobre soldados y militares no son un hecho exclusivo del ejército español, se reproduce en diferentes ejércitos. En Italia recibe el nombre de “nonnismo”, derivado de la palabra “nono” que significa abuelo; la jerarquía y la humillación que imponen los veteranos sobre los reclutas es un hecho persistente(7). En Rusia el sistema de la “dedovshchina”, o la regla de los abuelos, fuerza a los nuevos reclutas a vivir un largo año de servidumbre cabe los veteranos, sometidos a castigos violentos por cualquier infracción de las normas oficiales o informales, y provoca cada año centenares de suicidios y miles de deserciones(8). El caso de Rusia puede ser un caso extremo, pero también se da en ejércitos como el canadiense(9) dónde los reclutas padecen un trato humillante de los veteranos durante los primeros seis meses de servicio. Un regimiento aerotransportado tuvo que ser disuelto en 1995 después de que unos videos mostrando prácticas de maltratos entre soldados y comportamientos racistas de los soldados destacados en Somalia impactaran fuertemente en la opinión pública.(10)
Esta violencia no es exclusiva de los ejércitos de conscripción. En ejércitos profesionales como el británico, el abuso y el acoso son fenómenos habituales como ha reconocido recientemente el Parlamento británico a raíz de las investigaciones iniciadas con motivo de la muerte de cuatro reclutas en un cuartel que ya arrastraba más de cien denuncias por racismo, violaciones, palizas y acoso.(11)
La capacidad de los soldados norteamericanos de infligir torturas como las de Abu Graïb, en Irak, no es tampoco ajena a los procesos de instrucción y de iniciación paralelos(12).
El ejército argentino entrenó soldados a torturar hasta el año 1994 como mínimo(13), pero tambien recientemente Alemania se escandalizó cuando se supo que con la excusa de entrenarlos mandos de un cuartel torturaban sistemáticamente a los soldados(14).
Prudencio García, coronel en la reserva, en su interesante libro sobre el genocidio en Guatemala(15), habla de la importancia capital de que en las sociedades democráticas los ejércitos tengan una fuerte “autolimitación moral” que los lleve, por propia convicción, a renunciar a toda acción antidemocrática y a toda violación de los derechos humanos, a fin de que las normas legales, nacionales o internacionales, que prohíben estas acciones no sean papel mojado.
Pero és muy discutible pensar que los ejércitos pueden prescindir de la violencia interna, oficial o paralela, en sus procesos de adiestramiento. Pensamos que estas violencias forman parte estructural de los ejércitos y los que es necesario es la búsqueda de otras formas de seguridad que no pasen por los ejércitos.
La violencia y el no respecto de los derechos humanos y a la dignidad de las personas en el seno del ejército no es un problema de las personas afectadas, de los soldados y militares, condiciona de manera irreversible las finalidades de las fuerzas armadas y en esta medida afecta al conjunto de la sociedad.
Es aquí dónde radica la importancia de la creación del Observatorio de la Vida Militar, un observatorio que tendrá que vigilar que el servicio militar y la vida militar se desarrollen en el respeto a los derechos y a la dignidad de la persona. Para poder hacer este trabajo hará falta que el Observatorio pueda recibir informaciones o denuncias referentes a la violencia y a las condiciones de vida a los cuarteles, incluso de forma anónima, y deberá disponer de la autoridad suficiente y de profundos poderes de inspección para poder controlar y acceder sin restricciones a los lugares donde se desarrolla la vida militar.
Tomàs Gisbert
Notas:
1 “La dignidad y los derechos inviolables de la persona son valores que todo militar tiene obligación de respetar y derecho a exigir. En ningún caso los militares estarán sometidos, ni someterán a otros, a medidas que supongan menoscabo de la dignidad personal”. Artículo 21.c del proyecto de Ley de Defensa Nacional presentado al Congreso.
2 Ley 85/1978 de Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, art. 171.
3 Sentencia del Tribunal Militar Territorial Tercero, de 19/2/2004 condenando al Teniente Francisco J. Herrero a 9 meses de prisión por dos delitos de maltrato de obra a inferior, y condena al Teniente del Valle Sousa a 4 meses de prisión, juzgado por el mismo tribunal el 30/11/04.
4 «10 meses de prisión para un sargento por acoso sexual a una soldado.» El País 18/01/99.” Condenados dos militares por trato vejatorio a una compañera” El Pais 1/2/01, Caso Dolores Quiñoa 2002 «El teniente condenado miedo desnudar a una soldado tiene otra denuncia miedo abuso sexual.» El País 25/11/2002. “Cuatro años de condena para un militar por acoso sexual a tres mujeres soldado” El País 15/5/2003.
5 «Europa exige a Trillo que aplique en el Ejército la directiva contra los abusos sexuales.» EL PAÍS – 23/02/2003.
6 Informes y conclusiones del proyecto Silencios promovido por Informació per a la Defensa dels Soldats. “Silencios. Las violencias cotidianas de los ejércitos”, publicado en 1999, disponible en : http://www.justiciaipau.org/centredelas/index.php?module=htmlpages&pid=50.
7 Ibid
8 HUMAN RIGHTS WATCH. “The Wrongs of Passage:
Inhuman and Degrading Treatment of New Recruits in the Russian Armed Forces». Informe publicado el 20/10/2004 disponible a «http://hrw.org/reports/2004/russia1004/, consultado el 9/10/2005.
9 Donna Winslow, “Rites of Passage and Group Bonding in the Canadian Airborne,” Armed Forces and Society, Vol. 25 (April 1999), No. 3, pp. 425 – 457, referencia extraída del informe anterior.
10 Ibid.
11 «El Parlamento británico denuncia la «cultura del acoso» imperante en el Ejército.» El País 14/3/05.
12 Ver Military hazing a , www.stophazing.org, o http://hazing.hanknuwer.com/ih.html
13 El Ejército argentino se entrenó para torturar durante 11 años de democracia” El País 17/1/04 y García, Prudencio “La tortura como instrucción militar” El País, 27/1/04.
14 «Mandos del Ejército alemán torturaron a decenas de soldados durante la instrucción.» El País 25/11/2004.
15 Garcia, Prudencio (2005). El genocidio en Guatemala a la luz de la Sociología Militar. Madrid: Editorial Sepha.