Hiroshima, Nagasaki, Chernóbil, Fukushima, paremos la próxima
Artículo publicado en El Triangle
Uno de los sucesos más terribles de este año ha sido el accidente de la central nuclear de Fukushima. Cuando se produjo el accidente de Chernóbil, Occidente criticó los sistemas de seguridad de las centrales nucleares soviéticas.
Se dijo que un accidente de esas características no podría pasar
nunca en una central nuclear occidental. El origen del accidente de
Fukushima es, desde el punto de vista tecnológico, distinto del de
Chernóbil. Pero ambos son similares en cuanto a las consecuencias
medioambientales y de salud pública, causadas por la emisión de
radiactividad. Estos dos accidentes también son comparables a la
contaminación radiactiva producida en las explosiones de las bombas
nucleares estadounidenses lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Últimamente
se ha insistido mucho en el peligro que representa la generación de
energía eléctrica a partir de la energía nuclear. Pero parece que nos
olvidamos de otros peligros nucleares: los portaaviones y submarinos
propulsados por energía nuclear y, sobre todo, las bombas nucleares.
Actualmente,
hay nueve estados que tienen armas nucleares: EEUU, Rusia, Gran
Bretaña, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Los
cinco primeros han firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y
los otros cuatro no. Los estados signatarios del TNP se comprometen a
permitir que la Agencia de la Energía Atómica (AEA), dependiente de la
ONU, inspeccione sus instalaciones. No hay ningún control por parte de
la AEA de las actividades nucleares de los estados no signatarios del
Tratado.
Los estados más armados nuclearmente son EEUU y Rusia,
que acumulan, aproximadamente el 95% del arsenal nuclear mundial. Se
estima que mantienen unas 5.000 cabezas nucleares cada uno. Las
consecuencias de una guerra nuclear serían catastróficas, provocaría la
muerte de cientos de miles de personas a corto plazo y muchas más a
medio y largo plazo debido a la contaminación radiactiva producida por
las explosiones. El peligro de una guerra abierta entre EEUU y Rusia
parece, actualmente, bastante pequeño. Pero la existencia de un arsenal
nuclear posibilita que se use.
Pero no sólo una guerra nuclear
entre las dos superpotencias podría desembocar en un futuro
apocalíptico. La utilización de una bomba nuclear, sea de forma
voluntaria o por error, por parte de cualquiera de los estados
nuclearmente armados ya provocaría un desastre radiactivo superior al
derivado de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki o de los accidentes
de Chernóbil o de Fukushima. Recordemos que una de las bombas nucleares
actuales tiene una potencia media equivalente a diez veces la de las
bombas que EEUU lanzó sobre las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki que
provocaron más de 220.000 muertes inmediatas y, más tarde, millones de
muertos a causa de la radiación.
No podemos descartar una
catástrofe nuclear provocada por accidentes relacionados con la gestión
del arsenal nuclear. No es necesaria la explosión de una bomba para
crear un desastre nuclear de este tipo. Recordemos que en 1966 cayeron
cuatro bombas nucleares en Palomares que no explotaron y, todavía hoy,
hay una enorme área de acceso prohibido debido a la peligrosidad de la
radiación remanente. Es fácil de imaginar las consecuencias que se
derivarían de un naufragio, sea por accidente o a causa de un ataque, de
algún portaaviones o submarino propulsados por reactores nucleares.
Es
positivo que nos preocupemos, y que denunciemos, el uso civil de la
energía nuclear. Pero, también debemos exigir el desmantelamiento de
todo el arsenal nuclear mundial y de todos los buques nucleares. Es
evidente que el primer paso deberían darlo EEUU y Rusia. No parece que
tengan ninguna intención, ya que consideran que el mantenimiento del
armamento nuclear es una pieza fundamental de su política de seguridad.
El último acuerdo de reducción de armamento fue más mediático que real,
ya que, en la práctica, no hubo reducción. En cambio, la sociedad civil
piensa que el mundo será más seguro cuando desaparezcan todas las armas
nucleares. Una dicotomía más entre los intereses de los poderosos y la
sociedad civil.
Cuando luchamos por el cierre de las centrales
nucleares de generación de electricidad, tenemos que añadir en nuestras
reivindicaciones la desaparición inmediata de las armas nucleares.
¿Nuclear?, ¡Ni civil ni militar!