La nueva versión de la «guerra de las galaxias»
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Informe sobre el proyecto
militar Sistema Nacional de Defensa contra Misiles (NMD), más conocido
como «guerra de las galaxias» llevado a cabo por Estados Unidos. Y como
este proyecto repercutirá en el gasto militar mundial.
Pere Ortega y Enric Prat (julio 2001), Mientras Tanto, núm. 79.
La Administración de Estados Unidos ha dado pasos muy
importantes para desarrollar un nuevo Sistema Nacional de Defensa contra
Misiles (NMD, en sus siglas en inglés), conocido como «guerra de las
galaxias».
En julio de 1999, Bill Clinton firmó la directiva
presidencial sobre el NMD. Desde entonces se han realizado tres ensayos
reales del mencionado sistema. El primero, con éxito en octubre de 1999.
Los dos siguientes (enero y julio de 2000) han resultado fallidos, ya
que los misiles interceptores no lograron destruir los cohetes
atacantes. Ante la escasa fiabilidad de las pruebas realizadas, Clinton
anunció que dejaba a su sucesor en la Casa Blanca la decisión final
sobre el despliegue del sistema antimisiles, aunque ha seguido
defendiendo la idea del NMD y precisó que las Fuerzas Armadas de EE.UU.
siguen teniendo autorización para efectuar otros doce ensayos semejantes
en los próximos cinco años.
En cuanto al sucesor de Clinton,
no cabe esperar cambios significativos, en la medida que tanto Al Gore
como George Bush se han mostrado partidarios del escudo antimisiles. Sus
diferencias parecen situarse en torno al alcance del NMD y a sus ritmos
de desarrollo. Bush considera el actual NMD muy modesto, por lo que su
promesa electoral fue que construiría y desplegaría lo antes posible una
versión completa del sistema antimisiles, para lo cual propone invertir
más fondos en el programa. Gore es partidario de darse tiempo para
demostrar la fiabilidad del sistema realizando nuevos ensayos, así como
para convencer a Rusia, China y algunos de sus aliados europeos en la
OTAN -sobre todo Francia- que su oposición o inquietudes ante el NMD no
están fundadas ya que éste no les amenaza.
El NMD, según los
planes del Pentágono, contará con una red de sistemas de vigilancia y
escucha, formada por cinco radares en tierra de nueva generación (en la
isla de Shemya en Alaska, en Massachusetts y California en EE.UU., Thule
en Groenlandia y Fylingdales en el Reino Unido), reforzados con la
instalación de otros ocho radares de banda larga (en EE.UU., islas
Marshall, Gran Bretaña y Corea del Sur), conectados entre sí con otra
red de satélites de vigilancia (cinco en órbita alta y veinticuatro en
órbita baja). Toda esta compleja arquitectura deberá ser capaz de
detectar cualquier misil balístico lanzado en dirección al territorio de
EE.UU., seguir su trayectoria y facilitar la entrada en acción de los
cohetes especiales situados en tierra destinados a interceptar y
destruir en pleno vuelo al misil atacante.
Este conjunto
complejo de radares y satélites contará, además, con un cuartel general
de defensa aerospacial (Norad), que será el «cerebro» de toda la red,
situado en Cheyenne Mountain (Colorado), que servirá para identificar
los misiles atacantes, conocer la naturaleza de la amenaza y,
naturalmente, dirigir las operaciones de contraataque.
Finalmente,
el «brazo armado» del NMD, los misiles de tierra para repeler el
posible ataque, serán disparados por parejas por si falla uno de los
dos. Estarán provistos de tres estadios, uno de propulsión, otro de
detección por un sistema de rayos infrarrojos, y un tercero de guiado y
cálculo que les permita maniobrar y no errar frente al misil atacante,
cuya destrucción será por impacto directo y en su vuelo por la
estratosfera. A partir del año 2001 se desplegarán unos 100 misiles de
largo alcance en dos emplazamientos por determinar (posiblemente en
Alaska y en Dakota del Norte) y la construcción de la mencionada
estación de radar en Alaska.
El NMD supone reabrir el
proyecto de sistema de defensa antimisiles de la Administración de
Ronald Reagan, conocido como la Iniciativa de Defensa Estratégica o
«guerra de las galaxias», que se intentó desarrollar en 1983 y que
pretendía construir una red de satélites espaciales que fuera capaz de
emplear rayos láser en la destrucción de misiles nucleares lanzados por
países enemigos. La nueva «guerra de las galaxias», a diferencia de la
primera, está basada en un escudo de misiles situados en tierra.
El
nuevo sistema de defensa ha sido justificado para protegerse de
eventuales ataques con misiles por parte de países considerados
hostiles, denominados rogue states -Estados delincuentes- (Corea del
Norte, Iraq, Irán, Libia), ante la amenaza de que puedan convertirse en
nuevas potenciales nucleares irresponsables y sus posibles alianzas con
terroristas. De hecho, el programa NMD fue impulsado tras las pruebas de
misiles llevadas a cabo en Corea del Norte en 1998 y el objetivo es que
el nuevo sistema empiece a ser operativo en el 2005, fecha en la que
según la CIA Corea del Norte podría disponer de misiles nucleares de
largo alcance capaces de llegar al territorio de EE.UU.
Para
poder desarrollar el nuevo sistema antimisiles EE.UU. presentó a Rusia,
en enero del 2000, una propuesta de modificación del Tratado de defensa
contra misiles (ABM), firmado en 1972 por EE.UU. y la URSS, en el cual
se establecía que las dos superpotencias renunciaban a desarrollar
sistemas de defensa contra misiles.
Pero Rusia no acepta una
modificación del ABM y se opone al NMD, argumentando que se podría
reabrir la carrera armamentística y se destruiría la base de todo el
sistema de acuerdos de desarme nuclear, es decir, consideran que sin el
ABM no tienen sentido los Tratados de Limitación de Armas Nucleares
Estratégicas (START I, II y III). En una declaración (18-7-2000) de los
presidentes de China y Rusia, Jiang Zemin y Putin, explican las razones
básicas de su oposición: podría provocar un desequilibrio estratégico
internacional, una alteración del equilibrio de poder que situaría a
EE.UU. como único polo hegemónico, mientras que lo deseable es un mundo
multipolar; supone una violación del Tratado ABM, que es fundamental
para la estabilidad global y la seguridad internacional; activaría una
nueva carrera de armamentos y se daría un vuelco a las tendencias
positivas aparecidas en política internacional tras el fin de la guerra
fría.
Además, Rusia ha ido anunciando toda una serie de
medidas de rearme nuclear si EE.UU. viola el ABM y despliega su escudo
antimisiles, tales como extender la vida útil de sus cohetes nucleares o
aumentar el número de cabezas atómicas en los cohetes
intercontinentales, con el propósito de hacer vulnerable el nuevo
sistema defensivo.
Como alternativa, Vladimir Putin propuso
(junio 2000), que Rusia y EE.UU. crear de forma conjunta un sistema
antimisiles con capacidad para proteger a la OTAN, la Unión Europea y
Rusia de eventuales ataques de países supuestamente terroristas. Este
escudo antimisiles se realizaría con misiles tácticos -de corto alcance,
dentro de un radio de 3.500 km.-, no estratégicos, lo que significaría
que no habría que revisar el ABM. Según los dirigentes rusos, el escudo
antimisiles conjunto no tiene por qué ser desplegado en EE.UU., sino que
se podría crear alrededor de los países desde los cuales pueda surgir
una amenaza nuclear, con el fin de destruir los misiles lanzados en una
etapa temprana de vuelo.
EE.UU. no ve conveniente el escudo
antimisiles conjunto porque tardaría unos diez años en ser desplegado,
mientras que el plan estadounidense prevé sólo cinco años. En todo caso,
tal y como dejó claro (junio 2000) el jefe del Pentágono, Richard
Cohen, la idea de un sistema de defensa conjunta podría ser
complementaria pero nunca sustitutoria del escudo antimisiles de EE.UU.
Como compensación a una eventual aceptación rusa del NMD, EE.UU. ofrece
negociar el START III con un techo de 1.500 cabezas atómicas, sabiendo
que Rusia está interesada en una amplia reducción de los arsenales
nucleares estratégicos para aliviar su precaria situación económica.
Los
gobiernos de Francia y Alemania han presentado serias objeciones al
proyecto NMD: no creen que países como Corea del Norte, Irán, Iraq o
Libia estén en condiciones de presentar una amenaza militar para
Occidente; ven la posibilidad de que el sistema antimisiles provoque
graves tensiones internacionales, especialmente una crisis con Rusia, y
que influya negativamente en el proceso de reducción de armamentos; les
preocupa que el escudo contra misiles ponga en riesgo la cohesión de la
OTAN, en la medida en que los miembros europeos de la Alianza Atlántica
no quedarían protegidos por ese escudo, lo que podría obligarles a
duplicar esfuerzos defensivos.
Ante esas objeciones, Clinton
invitó (31-5-2000) a la Unión Europea a compartir la tecnología de su
sistema de defensa antimisiles. Bush también manifestó en la campaña
electoral que el NMD protegería a EE.UU. y a sus aliados europeos y
asiáticos. Aunque ninguno de los dos precisaron cómo se va a compartir y
si es posible tecnológicamente que el sistema antimisiles pueda dar
cobertura a EE.UU. y la UE al mismo tiempo.
Otros países que
se han opuesto al nuevo sistema de defensa contra misiles son: Egipto,
Suráfrica, Brasil, Irlanda, Nueva Zelanda, México, Suecia. También se
han pronunciado en contra 50 premios Nobel y las principales
asociaciones científicas de EE.UU.
El proyecto de NMD así
como las reacciones de inquietud y rechazo que ha generado nos merecen
un conjunto de reflexiones críticas.
Armas nucleares: proliferación y tratados de desarme
El
peligro de guerra atómica, siempre presente desde que se inventaron las
armas nucleares y actualmente por la existencia de un elevado arsenal
nuclear, es indudable que se acrecienta con la ampliación del número de
países miembros del club nuclear. Las cifras del cuadro 1 reflejan esa
proliferación y confirman algunas noticias y declaraciones aparecidas en
los medios de comunicación. Por ejemplo, India probó (16-2-2000) en el
golfo de Bengala, con éxito un misil tierra-tierra de corto alcance con
capacidad para transportar carga nuclear y su Gobierno confirmó
públicamente por primera vez (20-3-2000) que está preparado para lanzar
bombas atómicas contra sus enemigos en caso de recibir un primer ataque.
En el cuadro también se puede comprobar que Israel posee armas
nucleares, lo cual puede alentar a algunos países árabes a conseguirlas o
compensarlas con otras armas de destrucción masiva, como las químicas o
las bacteriológicas.
Cuadro nº 1 Armas Nucleares en el mundo (datos a 2 de enero de 1997)
País | Estratégicas | No estratégicas | Total |
EE.UU. | 7300 | 4700-11700 | 12000-19000 |
Rusia | 6000 | 6000-13000 | 12000-19000 |
Francia | 482 | 0 | 482 |
China | 290 | 120 | 410 |
Reino Unido | 100 | 100 | 200 |
Israel | ¿100+? | 0 | ¿100+? |
India | ¿60+? | 0 | ¿60+? |
Pakistán | ¿15-25? | 0 | ¿15-25? |
Fuente: Center For Defense Information.
Pero el NMD no evita los peligros de proliferación nuclear, sino todo
lo contrario. Cuando se firmó el ABM, que prohibía el desarrollo de
sistemas de defensa contra misiles, se tuvo muy en cuenta que los
escudos antimisiles reducen la capacidad de disuasión nuclear del
contrario, aumentan la confianza en la propia invulnerabilidad,
acrecentando las tentaciones de atacar con seguridad al enemigo sin
sufrir sus represalias. Por el contrario, la inexistencia de sistemas de
defensa hacen que un país se sienta vulnerable ante un posible ataque
nuclear y, por tanto, tendrá pocos incentivos para lanzar una ofensiva.
Es el razonamiento de la disuasión o la «destrucción mutua asegurada»,
es decir si dos países creen que tanto el uno como el otro pueden
atacarse y destruirse por completo ninguno de los dos lo hará. Tanto el
proyecto de «guerra de las galaxias» de Ronald Reagan como el actual
rompen con esas concepciones.
La ruptura del equilibrio de
los acuerdos ABM que supondría el desarrollo del nuevo sistema de
defensa, puede provocar una reacción en cadena que desemboque en una
nueva carrera de armamentos, debido a que ante la hipótesis de una
guerra, el escudo antimisiles sólo podría ser superado con un ataque
masivo que lo colapsara. Lo cual hace más probable que otros países
opten por aumentar su número de misiles o de cabezas nucleares para
hacer vulnerable el NMD. Todo lo cual, podría inducir a su vez a EE.UU. a
tomar medidas para contrarrestar el aumento de la capacidad nuclear de
sus adversarios y entrar así en una nueva escalada armamentista.
Es
bastante probable que Rusia no esté en disposición de llevarla a cabo,
dada la descomposición y grave crisis por la que atraviesa, aunque
tampoco parece prudente humillar a un país que es poseedor del segundo
arsenal nuclear mundial. Pero en cambio, si que puede provocar la
reacción de China, que es una potencia con un gran crecimiento
económico, que se ha mostrado totalmente contraria al NMD y que podría
lanzarse a un programa de rearme nuclear con misiles balísticos de largo
alcance. De hecho, la prensa informó (2-8-1999) que China probó un
misil intercontinental capaz de llevar armas nucleares y alcanzar Europa
y América.
Y el posible rearme nuclear de China puede
producir un efecto dominó, arrastrando a su vez a la India y Pakistán.
La primera porque mantiene rivalidades fronterizas con China y puede
empujarla a un rearme. Y entre Pakistán y la India, dos países que ya
disponen de armas nucleares, ambos se encuentran enfrascados en un viejo
conflicto de disputas territoriales en Cachemira que ha provocado
múltiples enfrentamientos armados, y tensiones a propósito de las
pruebas nucleares mutuas y que puede desembocar en una guerra nuclear.
Además, China mantiene su reivindicación territorial sobre Taiwan, que a
su vez es aliada y protegida de EE.UU. También está Japón, que no está
dispuesta a permitir un rearme en la región sin participar (de hecho, ya
está manteniendo inversiones militares muy superiores a las necesidades
de su reducido ejército).
En cualquier caso, la solución a
la proliferación nuclear y al peligro de guerra no es el mantenimiento
del monopolio nuclear por parte de unos pocos países, sino el desarme
nuclear total de todos. Con la construcción del escudo defensivo se
pueden hundir las expectativas de desarme y deslegitimar los esfuerzos
en favor de la no proliferación de armas nucleares. Las armas nucleares
han perdido todo su sentido, hay que abandonarlas. Y para ello, nada
mejor que reforzar la dinámica de acuerdos de desarme iniciada tras el
fin de la guerra fría (eliminación de los misiles de alcance medio en
Europa, reducción de fuerzas nucleares estratégicas) y establecer un
calendario concreto para hacer efectivo el compromiso de eliminar
completamente las armas nucleares, adquirido por las cinco grandes
potencias nucleares (EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido) en su
declaración conjunta de mayo de 2000 presentada ante la Conferencia de
revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
La «amenaza» de los Rogue States
No
hay pruebas suficientes para considerar que existen amenazas de ataque a
los EE.UU. de países como Corea del Norte, Irán, Iraq o Libia. En
primer lugar, se exagera la posible amenaza futura por parte de los
misiles de esos Estados. Pues para que exista un problema para la
seguridad mundial es necesario disponer de misiles estratégicos de largo
alcance (superior a los 3.500 km.) que puedan hacer creíble un ataque
con garantías. Como se puede comprobar en el cuadro 1, no son
precisamente los denominados rogue states los que disponen de este tipo
de armas y, hasta la fecha, ninguno de ellos tiene posibilidades para
desarrollar la tecnología suficiente para fabricarlos. En cuanto a los
misiles de alcance medio (de 1000 a 3000 km.), tan sólo Corea del Norte
sorprendió al mundo con una demostración (31-8-1998) lanzando un misil
Taepodong II (1000 km.) que sobrevoló el espacio aéreo japonés y cayó al
mar. Y de corta distancia (inferior a 500 km.) los poseen Irán, Iraq y
Libia, pero son incapaces de llegar a territorio americano.
En
segundo lugar, sólo hace falta comparar el gasto militar de los países
del G8 (cuadro 4) con el de los estados «hostiles» (cuadro 5) para darse
cuenta de lo poco creíble que resulta la supuesta amenaza. Pues estos,
tan sólo representan el 3% del gasto militar total del G8.
En
tercer lugar, hay que tener en consideración la evolución de algunos de
esos países. El caso más claro es el de Corea del Norte, que se
encuentra en un proceso de reconciliación y diálogo con Corea del Sur. Y
ha manifestado a EE.UU. que su programa de construcción de misiles
nucleares está en una situación de suspenso. Además, según Putin, el
régimen norcoreano le prometió que abandonaría definitivamente su
programa de misiles nucleares con la condición, que otros países le
permitan utilizar cohetes para la investigación pacífica del espacio.
El
propio Gobierno de EE.UU. anunció (junio de 2000) el fin de algunas
sanciones económicas que ha mantenido contra Corea del Norte desde el
fin de la guerra de 1950-1953 para facilitar las buenas relaciones entre
las dos Coreas. Entre otras medidas, permitirá los vuelos comerciales
entre los dos países y facilitará el envío de dinero desde EE.UU. a
Corea del Norte. Y aseguró estar en disposición de cooperar con el
programa espacial norcoreano si renuncian a desarrollar misiles
balísticos intercontinentales.
Si la evolución de la
situación en Corea se confirmara acabaría generando más estabilidad que
el NMD. Por tanto, la línea más factible para que las relaciones con
Iraq, Irán o Libia evolucionen positivamente es una combinación de
diálogo, presión política y concesiones, eliminando la amenaza y las
medidas militares. Si la única justificación del sistema antimisiles que
se ha esgrimido públicamente ha sido la pretendida amenaza de los rogue
states, hemos de llegar a la conclusión de que el NMD no es necesario y
sí, en cambio, contraproducente.
El único riesgo que puede
temer EE.UU. es hacer frente a un eventual ataque terrorista en el
interior de su territorio con alguna bomba nuclear que haya sido
transportada a través de sus fronteras. Y ante esa posibilidad nada
puede hacer el sofisticado sistema antimisiles NMD.
El coste económico del NMD y sus principales beneficiarios
Respecto
a los costes del NMD, según una evaluación del General Accounting
Office (GAO), se prevé un presupuesto de 31,6 mil millones de $ para la
primera fase hasta el año 2005. Y en el 2015, si todo transcurre según
los planes previstos, alcanzará la cifra de 60 mil millones de $. Hay
que recordar la demanda de Bill Clinton al Congreso de EE.UU. de un
incremento del presupuesto de defensa de 112 mil millones de $ para los
próximos seis años. En definitiva, una suma colosal.
Para
determinar quienes son los beneficiarios del NMD hay que partir de la
idea que este proyecto, al igual que la «guerra de las galaxias» de
Reagan, ayuda a incentivar la investigación con fines militares-civiles,
a potenciar industrias de tecnología punta (ordenadores,
electrónica…) y a potenciar la industria de armamentos.
En
la nueva coyuntura internacional de globalización, nueva etapa que se
caracteriza, sobre todo, por el desarrollo de las nuevas tecnologías de
la información, el proyecto NMD encaja perfectamente. En primer lugar,
porqué se presenta como un arma de defensa global, pues además de
proteger la totalidad del territorio de EE.UU., y a pesar de las serias
dudas que despierta, puede extender su paraguas protector a sus aliados
repartidos por otros puntos del planeta. En segundo lugar, el proceso de
globalización económica, lleva parejo, el de la concentración
empresarial, y el de las armas no podía quedar al margen de otros
sectores industriales. De hecho, en el sector de la industria militar ya
se ha producido un proceso de concentración mediante agrupaciones o
fusiones de las grandes empresas para así poder hacer frente a los retos
de un mercado cada vez más globalizado.
Sólo por citar las
más espectaculares, en EE.UU. se han producido entre los años 1991 y
1997 las fusiones de gigantes como World Com y MCI del sector
electrónico y de comunicaciones, empresas con fuertes conexiones en la
industria militar; el de las aeronáuticas Boeing, McDonell Douglas y
Rockwell Aerospace, que ha permitido que a partir de la fusión Boeing
ostente el liderazgo mundial en aviones militares; el de Lockheed,
Martin Marietta y Loral, fabricantes de misiles y aviones de combate y
que a su vez engloban un sinfín de participaciones, entre otras IBM
Federal Systems, LTV Missiles, Ford Aerospace; el de Northrop Grumman de
aeronáutica, electrónica, misiles y explosivos que mediante la fusión
entre ambas y con Logicon y Westinghouse Electronic, se han convertido
tras Boeing y Lockheed en el tercer consorcio de la industria militar de
EE.UU; y Raytheon del sector de electrónica y misiles que engloba a GM
Hugues Defense, GD Missile Systems, Chrysler Technologies, E-Systems.
Que por cierto, algunas de ellas, como Lockheed Martin, Boeing, y
Northrop Grumman están entre las principales aportadoras de finanzas de
la pasada campaña electoral, a la que han destinado 26 millones de $ Y
se debe suponer, a la espera de obtener del nuevo residente de la Casa
Blanca el apoyo para la obtención de substanciosos contratos militares
del Pentágono.
Otro aspecto significativo, es que la
propuesta del NMD se produce, precisamente, en el ciclo más largo de
crecimiento económico en Estado Unidos. Y también, cuando EE.UU. lidera
de manera espectacular los resortes de la denominada nueva economía,
ligada al desarrollo de las nuevas tecnologías. Y es que en el NMD, como
es evidente, no es ajeno a las principales empresas de
telecomunicaciones y tampoco a las industrias militares de fabricación
de misiles. Empresas, todas ellas, ligadas a esas nuevas tecnologías
que, son, sin lugar a dudas, las que más se beneficiarán de la puesta en
marcha del NMD. A pesar de que, hasta la fecha, aún no ha sido fijada
la participación de las industrias en el proyecto. Pero como ha quedado
dicho, el NMD está ligado al desarrollo de una potente red de
telecomunicaciones, que en su primera fase necesita de la instalación de
una red de escuchas de alerta temprana para detectar el lanzamiento de
misiles enemigos. Se debe presumir, que serán los consorcios gigantes
del sector de comunicaciones y buena parte de las empresas ligadas a las
nuevas tecnologías situadas en Silicon Walley las más beneficiadas.
Empresas que ya poseen en la actualidad una amplia red de conexiones con
las industrias militares estadounidenses.
Por otra parte,
hay que tener presente que detrás del NMD existe una apuesta a favor de
continuar incrementando la participación del I+D militar. Apuesta que se
sustenta en creencias tales como que la inversión en I+D militar es la
que hace mayor aporte al desarrollo de nuevas tecnologías y favorece
posteriormente a la industria civil debido al trasvase de tecnologías
del sector militar al civil, estableciendo paralelismos entre el gasto
militar y el crecimiento económico. Argumentos utilizados por los grupos
de presión militares-industriales, entramado de personas en los que se
cruzan los intereses de militares, políticos y accionistas ligados a la
industria militar (hay que recordar que buena parte de los asesores de
los que se nutre la industria militar son ex-altos mandos del
Pentágono).
Estas ideas no tienen en cuenta los casos de
países como Japón y Alemania, quienes deben gran parte de su éxito
económico actual al impedimento, tras la II Guerra Mundial, de mantener
grandes ejércitos, lo cual no les impidió desarrollar unas potentes
tecnologías. O el caso de Canadá y los países escandinavos, aún más
silenciados, que invariablemente figuran en los primeros puestos de
desarrollo humano del Informe de Desarrollo Humano (PNUD) y
proporcionalmente son los países que menos gasto militar ostentan entre
los del primer mundo.
Evolución del gasto militar mundial
Como
a continuación veremos, el proyecto de NMD se produce en una situación
de reactivación del gasto militar de EE.UU. y mundial.
En el
PNUD de 1991 de Naciones Unidas surgió la propuesta de reducir en un 3%
el gasto militar mundial y que los recursos liberados se destinaran a
desarrollo humano de las gentes y países empobrecidos, vaticinando que
esta ayuda acabaría, en pocos años, con la marginación y la pobreza en
el planeta. Esta demanda, ayudó a consolidar el nuevo concepto de
«dividendo de la paz», término acuñado para designar esos enormes
recursos económicos que, tenido en cuenta el gasto militar de la época
(ver cuadro 2), venía a representar una cuantía de 40 mil millones de $
anuales, los cuales, retraídos del armamentismo (industria militar y
ejércitos) se invertirían en bienestar social.
Cuadro 2. GASTO MILITAR MUNDIAL (1987-1997)(en miles de millones de dólares constantes de 1997)
AÑOS | 1987 | 1988 | 1989 | 1990 | 1991 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 |
Mundial | 1360 | 1350 | 1310 | 1280 | 1150 | 949 | 885 | 860 | 826 | 823 | 842 |
Países desarrollados | 1120 | 1120 | 1090 | 1030 | 925 | 719 | 688 | 664 | 621 | 607 | 610 |
Países en desarrollo | 234 | 226 | 218 | 242 | 222 | 230 | 197 | 196 | 205 | 216 | 232 |
Fuente: Arms Control and Disarmament Agency (WMEAT 1999)
Un indicador de que las cosas no iban transcurriendo de acuerdo con
las indicaciones del PNUD, es que si bien el desarme y la reducción de
los gastos militares mundiales eran una realidad (en el cuadro 2 se
puede observar que el gasto militar mundial global disminuyó
ininterrumpidamente, pasando de 1.360 billones de $ en 1987 a 842 mil
millones de $ en 1997), esa reducción no se materializó en un cambio
sustantivo en las condiciones de vida de los países empobrecidos, porque
la ayuda oficial al desarrollo en lugar de aumentar, como proponía
Naciones Unidas, disminuyó, pasando del 0,33% en 1987 al 0,22% en 1997.
Ese
dividendo de 518 mil millones de $, se ha dedicado, por tanto, a otras
cuestiones. Sólo un análisis país por país permitiría saber como se han
redistribuido esos dividendos. Pero en grandes líneas, en algunos países
de Europa Occidental se destinó a la reducción de sus déficits
públicos, que indudablemente redundó en bienestar pues incentivó el
gasto social. En Alemania fueron invertidos en hacer frente a la
reunificación. En Rusia y la mayoría de los países del este europeo el
desarme produjo mayores costes, pues la reducción de los ejércitos y el
cierre de industrias de defensa arrojó al paro a millones de hombres y
mujeres.
Con lo cual, el dividendo de paz no benefició a
todos por igual, y, desde luego en casi nada a los países no
industrializados, que eran los destinatarios de los dividendos según los
deseos de Naciones Unidas. Donde los problemas fueron aumentando a lo
largo de la década, hasta llegar al momento actual en que el abismo
entre países ricos y empobrecidos es cada vez mayor. En el cuadro 3 se
puede observar la evolución del gasto militar mundial por regiones. La
reducción fue espectacular en Europa Oriental y de forma importante en
Norteamérica, mientras que en otros lugares o se han reducido
moderadamente (Europa occidental) o han aumentado (Este y sur asiático,
Sudamérica, África del Norte desde 1995). Son las regiones en las que se
han producido el mayor número de conflictos a lo largo de la década de
los noventa. En el caso de Sudamérica, que ha ido disminuyendo y
solucionando sus conflictos internos (a excepción de Colombia), ha
aumentado considerablemente su gasto militar, en especial aquellos
países que continúan manteniendo viejas rivalidades fronterizas como los
que enfrentan a Argentina y Chile, Perú y Ecuador, Colombia y
Venezuela.
Cuadro 3. GASTO MILITAR MUNDIAL POR REGIONES (1987-1997)(en miles de millones de dólares constantes de 1997)
AÑOS | 1987 | 1988 | 1989 | 1990 | 1991 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 |
Norteamérica (NAFTA) | 389 | 383 | 382 | 371 | 329 | 350 | 334 | 317 | 300 | 286 | 288 |
Sudamérica | 22,1 | 22,0 | 21,9 | 21,4 | 19,2 | 19,6 | 21,5 | 21,3 | 25,0 | 27,3 | 28,7 |
Africa del Norte | 5,8 | 6,1 | 5,8 | 5,4 | 4,5 | 4,4 | 4,3 | 4,3 | 4,8 | 5,1 | 5,5 |
Africa Central | 3,5 | 4,4 | 4,3 | 4,7 | 5,8 | 5,2 | 4,9 | 4,7 | 4,4 | 4,3 | 4,3 |
Este asiático | 121 | 126 | 132 | 140 | 136 | 141 | 145 | 146 | 156 | 164 | 174 |
Este medio asiático | 92,0 | 84,1 | 75,9 | 101,0 | 91,0 | 88,7 | 55,1 | 50,4 | 51,2 | 51,1 | 52,4 |
Sur asiático | 11,8 | 12,0 | 12,0 | 12,2 | 11,6 | 11,8 | 12,7 | 13,6 | 13,4 | 15,8 | 16,3 |
Europa occidental | 218 | 214 | 216 | 218 | 215 | 205 | 198 | 194 | 186 | 188 | 186 |
Europa oriental | 472 | 477 | 439 | 384 | 318 | 101 | 88 | 87 | 65 | 61 | 65 |
Fuente: Arms Control and Disarmament Agency (WMEAT 1999)
Si se observa el cuadro 4 el club de países del G8 más China, se
puede comprobar que .la evolución del gasto militar tampoco ha sido
homogénea. En especial, el caso de EE.UU. quien detenta, desde el final
de la guerra fría, el primer puesto en el gasto militar mundial (antes
lo fue la URSS). EEUU gastó en 1997, 276 mil millones de $, esta
cantidad en 1987 era notablemente superior, 376 mil millones de $, pero
en cambio representaba un porcentaje inferior al de 1997 (27% en el 87 y
33% en el 97) del total del gasto mundial. Lo cual demuestra, que si
bien ha habido una disminución del gasto militar en EEUU, éste no ha
corrido parejo a la reducción mundial, y en consecuencia, se ha
continuado apostando, a pesar de las reducciones, por mantener la
supremacía militar mundial. Con la particularidad, que a partir de 1997
se empieza a observar un cambio de tendencia, y en lugar de disminuir se
produce un ligero aumento anual. Confirmado en el año 2000 con un
presupuesto de defensa de 289 mil millones de $, y el aprobado para el
2001 de 305 mil millones de $. Cambio de tendencia que también se
observa a partir del mismo año 1997 en algunas potencias del G8,
Francia, Italia, Rusia y de manera alarmante en Japón. Pero también en
China.
Si por el humo se sabe donde está el fuego. El aumento
en gasto militar que invariablemente se traduce en adquisición de
nuevos armamentos, indica como evolucionarán en el futuro próximo las
actuales regiones que albergan conflictos, y como esas regiones van a
producir nuevas tensiones y conflictos armados. Conflictos que se
alimentarán con la venta de armas procedentes desde las potencias,
Cuadro 4. GASTO MILITAR G8 y China (1987-1997)(en miles de millones de dólares constantes de 1997)
AÑOS | 1987 | 1988 | 1989 | 1990 | 1991 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 |
Estados Unidos | 376 | 370 | 370 | 359 | 317 | 338 | 321 | 305 | 289 | 276 | 276,3 |
Francia | 44,6 | 44,5 | 45,3 | 45,2 | 45,5 | 44,2 | 43,5 | 43,8 | 41,7 | 41,1 | 41,5 |
Reino Unido | 48,1 | 45,4 | 45,8 | 46,0 | 47,2 | 42,3 | 40,7 | 39,7 | 36,9 | 37,4 | 35,3 |
Alemania | 46,1 | 45,7 | 45,7 | 47,9 | 44,2 | 41,9 | 37,8 | 35,4 | 34,7 | 34,1 | 32,9 |
Japón | 31,8 | 33,2 | 34,5 | 35,7 | 36,7 | 37,5 | 37,9 | 38,2 | 38,8 | 40,0 | 40,8 |
Italia | 23,5 | 23,7 | 23,8 | 22,7 | 22,7 | 22,1 | 22,3 | 21,9 | 20,0 | 21,8 | 22,7 |
Canadá | 10,6 | 10,7 | 10,6 | 10,8 | 10,0 | 10,10 | 10,0 | 9,8 | 9,1 | 8,3 | 7,8 |
URSS y Rusia(1) | 396 | 403 | 369 | 342 | 295 | 79,0 | 67,4 | 65,2 | 42,4 | 38,3 | 41,7 |
China | 53,0 | 53,6 | 53,1 | 56,6 | 54,1 | 56,6 | 57,3 | 58,0 | 62,2 | 67,2 | 74,9 |
(1) Las cifras de 1987 a 1991 pertenecen a la URSS, a partir de 1992 son tan sólo de RusiaFuente: Arms Control and Disarmament Agency (WMEAT 1999)
Cuadro 5. GASTO MILITAR «ROGUE STATES» (1987-1997)(en miles de millones de dólares constantes de 1997)
AÑOS | 1987 | 1988 | 1989 | 1990 | 1991 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 |
Corea del Norte | 7,37 | 7,38 | 7,30 | 6,96 | 5,66 | 6,10 | 5,72 | 5,82 | 6,21 | 6,10 | 6,00 |
Irán | 9,35 | 8,33 | 6,82 | 7,16 | 6,71 | 4,17 | 4,95 | 4,77 | 3,64 | 3,94 | 4,73 |
Irak | 35,00 | 33,20 | 25,50 | 26,40 | 2,00 | 2,00 | 2,00 | 1,50 | 1,30 | 1,25 | 1,25 |
Libia | 2,90 | s.d. | 2,71 | s.d. | 2,15 | 2,01 | 1,38 | 1, |