La Unión Europea: un proyecto inacabado
La concepción de la Unión Europea, ahora que muchos dudan de su viabilidad futura, es muy profunda y conviene recordarla.
Antes de materializarse, la idea de unir Europa fue mantenida por filósofos y visionarios como Víctor Hugo, el cual imaginó unos pacíficos «Estados Unidos de Europa» inspirados en ideales humanistas. El sueño obviamente se vio obstaculizado como consecuencia de las crueles guerras sufridas durante la primera mitad del siglo XX.
A pesar de ello, después de la Segunda Guerra Mundial la idea de unificar Europa resurgió con fuerza. Los que se habían opuesto al totalitarismo durante la guerra estaban decididos a poner fin al odio y la rivalidad entre las naciones de Europa y crear condiciones para una paz duradera. Entre 1945 y 1950, una serie de políticos, entre ellos Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi y Winston Churchill emprendieron la tarea de persuadir a sus pueblos de la necesidad de entrar en una nueva era de estabilidad, mediante el impulso de los intereses comunes, el Estado de Derecho y la igualdad de todos los países.
Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, recogió una idea inicialmente concebida por Jean Monnet y, el 9 de mayo de 1950, propuso la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA). La intención era situar bajo una misma autoridad la producción de carbón y acero de países que habían sido enemigos. Las materias primas que se habían utilizado para hacer la guerra ahora servirían un propósito mucho más justo y constructivo: la reconciliación y la paz.
Hoy, la situación es complicada para los países integrados en la actual Unión Europea. Y por ello es necesario y útil recordar el espíritu de este proyecto: la estabilidad y la paz en Europa. Sólo desde esta perspectiva podemos entender que la Unión Europea no debería ser una suma de países, sino un conjunto. Es este punto tan vital el que los líderes europeos parecen haber olvidado.
Se ha contemplado la posibilidad de abandonar Grecia ya que como sólo representa un 2% del PIB de la zona euro es prescindible. Los alemanes parecen no querer ayudar al pueblo griego porque, según ellos, la situación que viven es fruto de las su propia negligencia. Y si bien es cierto que los políticos griegos han abusado de la financiación barata e incluso han escondido que lo estaban haciendo, también es cierto que los alemanes, entre otros, también han superado los umbrales de déficit público máximo marcados por los tratados europeos.
En conclusión, el proyecto europeo está aún lejos de ser alcanzado tal y como se diseñó inicialmente y eso es porque se ha olvidado su fin. Para lograr una Europa estable debemos caminar hacia una Europa unida políticamente y solidaria con los territorios más desfavorecidos o afectados. Sólo así caminaremos hacia la deseada paz y estabilidad, tan apreciada por los padres intelectuales de la actual Unión Europea.
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