Las guerras y sus causas en un contexto de globalización

Las guerras y sus causas en un contexto de globalización

El final de la guerra fría ha supuesto el final del enfrentamiento bipolar Este – Oeste i ha supuesto que las guerras dejen de ser ideológicas, a partir de ahora los nuevos conflictos presentan nuevos actores, nuevos escenarios, nuevos métodos de lucha y nuevas formas de financiación.Tica Font (julio 2004)

Antes de abordar la cuestión central que se me han pedido, querría hacer algunas consideraciones previas:

En primer lugar, evitar una visión mecanicista de los conflictos. La formación newtoniana que todos hemos recibido nos muestra el mundo como una máquina que obedece unas leyes matemáticas exactas. Dentro de de esta máquina conocidos los valores de unas variables, podemos determinar y predecir unos resultados. Por ejemplo el segundo principio de la dinámica de Newton dice que si sobre un cuerpo actúa a una fuerza, este cuerpo adquiere una aceleración directamente proporcional; por lo tanto si un cuerpo está acelerado es porque ha sido sometido a una fuerza. Hay que evitar abordar los conflictos desde esta perspectiva, hemos de evitar que las causas jueguen el papel de las fuerzas en la física. A todo caso hemos de aprender de otras disciplinas como la biología, que abordan el estudio de un tema desde la concepción de sistemas complejos.

En definitiva, mi intención inicial no es la de simplificar el estudio de conflictos, no es la de confeccionar un listado de causas de los conflictos, sino más bien lo contrario, intentar mostrar la complejidad de los conflictos y fijarme en algunos aspectos.

En segundo lugar, querría poner de manifiesto que para abordar los conflictos de pos Guerra Fría nos hacen falta nuevas herramientas y redefinir conceptos como el de guerra. En terminología de Guerra Fría los conflictos se clasifican como guerra si se producen más de 1000 muertos por año, conflicto de intensidad media si se producen más de 1000 muertos a lo largo de la historia del conflicto y conflicto de baja intensidad si no llegan a mil. Esta terminología de clasificación de los conflictos por su intensidad actualmente no tiene sentido, no ayuda a abordar los conflictos actuales. Por ejemplo en Brasil hay más de 30.000 víctimas al año por arma y no tienen declarada ninguna guerra y no aparece en ningún observatorio de conflictos. De la misma manera que la frontera entre legalidad e ilegalidad se ha difuminado, en el caso de las nuevas guerras el estado de guerra y de paz también son términos relativos, no son periodos absolutos y contrapuestos, por no decir que ya no se declaran las guerras, o que las treguas de paz son tan frecuentes como sus incumplimientos. Los niveles de violencia, muerte y desplazamientos en tiempo de paz pueden llegar a ser similares o superiores a los tiempos de guerra, por ejemplo en el Salvador durante el periodo de guerra tenía una media anual de 6.250 muertos en 1995 en tiempo de paz el número de muertos por arma fue de 8.500. Sudáfrica en 1989 durante el aparheit fueron asesinadas 12.000 personas, en 1997, finalizado el aparheit, fueron asesinadas 27.000. Muchos de estos asesinatos no tienen una relación clara con los problemas políticos del conflicto y reflejan la persistencia de una economía política violenta a pesar de la ausencia de guerra. Las relaciones sociales dentro de una paz violenta pueden ser muy similares a las existentes en tiempo de guerra.

Según Mary Kaldor en la década de los 90 se ha desarrollando un nuevo tipo de violencia organizada especialmente en África y Europa del Este que la califica de nuevas guerras, nuevas en el sentido de distinguirlas de las guerras procedentes de épocas anteriores y guerras para remarcar el carácter político de estos nuevos tipos de violencia.

Otros autores hablan de los nuevos conflictos como guerras internas o civiles, en el sentido que tienen lugar dentro de las fronteras del Estado. Pero aunque la mayoría de los conflictos son locales, incluyen muchos elementos transnacionales, de forma que la distinción entre interno y externo resulta difuso. Otros hablan de los nuevos conflictos como guerras privatizadas o informales; aunque la privatización del uso de la violencia es un elemento importante, en la práctica distinguir entre lo privados y lo público o lo formal y lo informal no es demasiado fácil de establecer. Otros como Ignatieff hablan de estas nuevas guerras como guerras postmodernas.

Lo que es seguro, es que representan un cambio profundo en las relaciones sociales de la guerra, cambios que tienen que ser interpretados en el marco del final de la Guerra Fría y de la globalización y dentro del proceso de intensificación de las interconexiones mundiales. El impacto de la globalización se hace visible en muchos aspectos de las nuevas guerras.

Los actores. La imagen que nos ha aportado el cine sobre los que practican la guerra, nos ha conducido a pensar que la guerra es cosa de militares, que los enfrentamientos y luchas son llevadas a cabo por los ejércitos nacionales, en el caso de guerras entre estados, o entre ejércitos y guerrilla en conflictos propios de la Guerra Fría. En definitiva, en nuestra mente tenemos que la guerra la llevan a cabo militares (fuerzas públicas, trabajadores del Estado) o civiles militarizados (guerrilla o ejércitos insurgentes que reclutan en sus miembros entre la misma población civil que se rebela a los que ostentan el poder del Estado). En cambio las imágenes que tenemos de las nuevas guerras postmodernas a través de los informativos de televisión, nos muestran a jóvenes, a menudo adolescentes con un kalashnikov en las manos, descalzos o con bambas Nike, o paramilitares con gafas de sol oscuras o a fanáticos con turbando que rezan sobre una alfombra junto en su rifle… Las nuevas guerras se caracterizan por una desmilitarización de la violencia.

Los nuevos conflictos incorporan nuevos actores como bandas paramilitares, unidades de autodefensa, mercenarios extranjeros, mafias, grupos terroristas… que no responden a ningún estereotipo, no se asemejan a los guerrilleros de los años 70 y no presentan referencias ideológicas o políticas claras. La mayoría de grupos que practican la violencia no tienen ideario ético o político claro, no defienden los Derechos Humanos o la Democracia, en general podemos afirmar que utilizan la violencia para sobrevivir o para obtener parcelas de poder y riquezas. Los soldados no regulares se reclutan en la calle, entre bandas urbanas, en prisiones, se los entrena en campos secretos, se los equipa con armamento, a menudo estatal. En definitiva, los soldados no regulares se crearon para realizar la limpieza étnica o las masacres que el Estado no se atreve a realizar directamente, de esta manera puede negar oficialmente la autoría de dichos crímenes. Con lo cual la guerra se convierte en una franquicia que se concede a empresas privadas para eludir la responsabilidad moral asociada a los militares profesionales. En definitiva podemos decir que los nuevos conflictos representan la invención de un modelo de guerra que permite al Estado negar las responsabilidades que le confieren acuerdos internacionales como los de Ginebra, y un modelo de luchador o guerrero sin escrúpulos.

En aquellos conflictos procedentes del periodo de descolonización o de Guerra Fría, podemos observar una mezcla de características propias del periodo junto con características de las nuevas guerras, de manera que las guerrillas de Colombia o Filipinas se definen como comunistas, pero utilizan el secuestro o la droga como instrumentos de financiación y supervivencia

Si como acabamos de decir, se ha ampliado el abanico de actores que utilizan la violencia; también tenemos que constatar la aparición de nuevos actores que no participan del uso de la violencia; que no forman parte del conflicto, pero que intentan intervenir en el transcurso del conflicto. Entre estos nuevos actores tenemos los altos funcionarios de la política internacional, la prensa y las o­nG. En todos los conflictos encontramos a los representantes de Naciones Unidas, los funcionarios de ACNUR, los enviados de la Unión Europea, de la OSCE… todos ellos intentan mediar entre los bandos enfrentados, propiciar una tregua, impulsar acuerdos de paz o procesos de paz, estos mediadores intentan que las partes en conflicto consideren la paz como más rentable que la guerra. Este papel que ejercen hace que los bandos enfrentados les perciban cono un eslabón más del conflicto y pasen ser objeto y objetivo de actos violentos, recordemos el ataque que sufrió la sede de NU en Bagdad y el asesinato de su máximo responsable Pérez de Mello junto con otros funcionarios internacionales.

Los medios de comunicación y los reporteros de guerra junto con las o­nG han pasado a engrosar las filas de los actores de guerra y a ser objeto de los ataques que los bandos enfrentados. Las o­nG que trabajan en situaciones de emergencia han sufrido ataques violentos, destrucción de infraestructuras, saqueos y asesinatos de algunos de sus miembros… Todos podemos recordar reportajes de TV con musulmanes bosnios famélicos detrás de alambradas, fue la imagen más famosa del conflicto bosnio. En realidad estos campos que los periodistas consiguieron filmar con permiso de los guardias, no eran campos de exterminio, sino de transito, en él los detenidos civiles estaban a la espera de ser enviados al exilio. Este permiso para filmar representa una cínica explotación por parte de los serbios, de la memoria del holocausto que perdura en la mente de los europeos, con la finalidad de ablandar las conciencias occidentales y conseguir que los gobiernos occidentales acogieran a los refugiados musulmanes y se convirtieran en cómplices de la limpieza étnica. Lo mismo podemos decir cuando una o­nG negocia un corredor para desplazar a civiles y salvarlos del exterminio, han salvado vidas, pero han colaborado en el objetivo de una de las partes del conflicto.

Muestra de como los periodistas y o­nG son percibidos por las partes en conflicto como unos actores que pueden intervenir en el transcurso del conflicto, son los ataques que reciben. Algunas o­nG como Cruz Roja han contratado servicios de seguridad para su personal, para los almacenes de comida y medicinas. Las armas están prohibidas dentro de las clínicas y hospitales, pero se han dotado de un perímetro de seguridad.

Víctimas. Las víctimas de la Primera Guerra Mundial en un 95% fueron militares. Las víctimas de la Segunda Guerra Mundial fueron un 50% de militares y un 50% de civiles. Las víctimas de las nuevas guerras en un 90% son civiles.

La población civil durante la Primera Guerra Mundial fue considerada como una reserva de potencial humano para el combate, la guerra la gana aquél que tiene más fuerza, es decir, más hombres y más armas. Los civiles tienen asignado el papel de alimentar el campo de batalla. A la Segunda Guerra Mundial la población civil cubre aspectos importantes como aportar hombres en el frente de batalla y aportar los recursos humanos necesarios e imprescindibles para mantener la producción de armes y así mantener la guerra. Durante la guerra fría la población civil pasa a ser considerada como rehén por parte de la guerrilla que lucha por su liberación, y considera la población como la cantera donde alimentarse, la que le proporciona alimentos y atenciones cuando los requieren… para los militares la población civil eran posibles guerrilleros; pero los dos bandos a través de la propaganda buscaban la adhesión de la población a su ideario. En las nuevas guerras la población civil se ha transformado en objeto de guerra, en escenario de guerra; cada bando se enfrenta al otro mediante el ataque a la población que se identifique con el bando contrario o enemigo (hutus – tutsis, bosnios – croatas…). En las guerras clásicas el campo de batalla era el espacio físico donde se llevaba el enfrentamiento armado, esta limitación del espacio impedía que el conflicto se extendiera a espacios más amplios.

Un informe de Cruz Roja Internacional (CICR) apoyar la afirmación de que la población civil se ha transformado en escenario de guerra. De los 17.086 casos de intervención quirúrgica que realizaron CIRC por heridas de arma de fuego, el 35% fueron mujeres, hombres menores de 16 años y mayores de 50 años, todos ellos por su edad y características se ha de suponer que no son combatientes. Otro estudio de la CICR (1999) realizado en Croacia utilizando las certificaciones de muerte estimó que el 64% de las víctimas no podía ser combatientes.

Entre los métodos de lucha hay que destacar, el genocidio, la limpieza étnica, la violación de mujeres, matanzas colectivas, mutilaciones, grandes desplazamientos de población, secuestros, robos … La destrucción del sistema económico productivo: minar tierras de labranza, destrucción de infraestructuras: carreteras, puentes, centrales eléctricas… Las estrategias y métodos de lucha han tenido como objetivo la población civil. Se ha utilizado la violencia como una manera de visualizar e internacionalizar el conflicto, de que los medios de comunicación hagan de portavoces del conflicto. Pero lo más doloroso es que se utiliza la violencia con el objetivo de generar sufrimiento, dolor humillación… es más rentable generar dolor, sufrimiento y odio que no provocar la muerte. Podemos decir que muchas de las acciones violentas han buscado el hundimiento psicológico de las personas (las víctimas), con la pretensión de generar trauma psicológico, de atemorizar o humillar en la población.

Para las guerrillas revolucionarías el objetivo central era conseguir la adhesión de la población a la idea revolucionaría, por eso los guerrilleros intentaban construir sociedades modelo en los territorios que dominaban. En cambio los nuevos guerreros establecen el control político mediante la adhesión a una etiqueta, y las personas que viven en el territorio bajo su control deben ajustarse a la etiqueta adecuada. El dominio sobre la población depende de mantener el miedo, la inseguridad y de perpetuar los odios recíprocos. De aquí, la importancia de cometer atrocidades desmesuradas, espectaculares y de involucrar al mayor número posible de personas en los crímenes, con la finalidad de instaurar una complicidad compartida, afirmar la violencia contra el otro al que se odia y hacer más intensas las divisiones. Por esta razón algunos dicen que las nuevas guerras representan un retroceso hacia el primitivismo. A estos hay que recordarles que las guerras primitivas eran muy ritualistas y se atenían a unas reglas y limitaciones sociales.

Las cifras de muertos, heridos o víctimas en general siempre son aproximadas, las cifras oficiales no son del todo fiables, hay que pensar que las víctimas también están sujetas a intereses políticos de los combatientes. A pesar de ello, se calcula que a lo largo del s. XX han habido más de 110 millones de muertos y en la década de los 90 han habido más de 7 millones de muertos. Pero como ya he mencionado, los nuevos conflictos no sólo comportan violencia física, sino que también conllevan la violencia psíquica, se busca el hundimiento psicológico de la población, generar sufrimiento, odio o humillación, algunas o­nG humanitarias narran, como en el caso de Sierra Leona, como se han amputado manos de campesinos para impedir que puedan trabajar los campos y sean una carga para sus familias … en Bosnia, la población era encerrada en campos de concentración, escuelas o casas, no se los dejaba salir, se los obligaba a vivir sin un mínimo sanitario y de higiene, a hacer trabajos duros y humillantes. Por las noches las personas armadas amenazaban a las mujeres con matarlas a ellas y a las hijas y las violaban. Los hombres eran obligados a mirar como se violaba a su mujer y/o hija mientras era apuntado con un arma. El objetivo de estas acciones era atemorizar y humillar a los supervivientes. El trauma de ver asesinar, mutilar o violar a familiares o vecinos es difícil de superar y genera grandes dosis de sufrimiento, odio y rencor. Se calcula de 10 millones de niños han quedado traumatizados psíquicamente como consecuencia de las barbaridades que han visto y que requerirían tratamiento psicológico, del que no disponen.

El sufrimiento de la población civil no acaba con los daños físico o psíquicos; en los nuevos conflictos hemos observado como se han sembrado tierras agrícolas con minas, se han destruido viviendas e infraestructuras. Todo eso junto con el miedo ha conducido a los supervivientes del desastre y el caos a abandonar casas, tierras y pueblos. Los reportajes de televisión nos han mostrado las largas caravanas de población caminante o en camión huyendo de la destrucción y el horror. Según el PNUD en 1998 se calcula que más de ocho millones de personas han abandonado su país, y el Alto Comisionado de Naciones Unidas por los Refugiados (ACNUR) afirma que hay más de 23 millones de refugiados en el mundo, la mitad de los cuales sueño menores de 18 años, y 40 millones desplazados.

Cuando se creó ACNUR a 1950, en Europa quedaban 400.000 refugiados, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, y 1.500.000 refugiados en el mundo. Cincuenta años después la situación se ha agravado. En 1990 se produjeron 1.500.000 de refugiados en Liberia, al 1991 1.000.000 de refugiados kurdo, entre 1991 -1992 se atendieron 2.700.000 refugiados bosnios, en 1994 el conflicto de Ruanda provocó el exilio de 2 millones de personas, en 1999 los bombardeos de la OTAN sobre Kosovo provocaron un éxodo de 1 millón de personas y el ataque de los EUA sobre Afganistán han generado 1 millón de refugiados.

Los refugiados dependen de la ayuda humanitaria y sobre todo de las o­nG. Las víctimas en un 85% son acogidas en campos de refugiados o en a las afueras de ciudades fronterizas por los países vecinos, situados en países del mismo Sur. Estos países receptores no tienen más remedio que ser solidarios, su acogimiento supone una carga económica elevada para los países pobres de acogida, pero además, a menudo estos refugiados traen consigo los problemas y tensiones que originaron su salida, con el peligro de trasladar a la población de acogida parte de estas tensiones, tensiones por los recursos, tensiones de seguridad…

Financiación. Mientras el monopolio del uso de la violencia ha estado en manos del Estado, éste ha pagado los gastos del conflicto, ha pagado el salario de los militares, las armas… En definitiva la guerra ha sido un asunto público y el Estado es el único que ostenta la legalidad de ejercer la violencia. Durante la Guerra Fría cada bloque, Este- Oeste, proporcionaba apoyo económico, en armas, en formación… a cada uno de los bandos enfrentados, guerrillas o militares.

En los nuevos conflictos la mayoría de los actores no son militares, no reciben un salario del gobierno y no están financiados por una potencia y en consecuencia tienen que buscar fuentes de financiación. La continuidad del conflicto depende de los medios de financiación que puedan conseguir. Las formas para obtener recursos económicos son muy variadas, participar de los mercados negros de drogas, armas, diamantes…, practicar el saqueo, robo, extorsión, la toma de rehenes, apropiación de tierras o bienes después de la expulsión de la población de un territorio…

Los señores de la guerra, u hombres fuertes, controlan un territorio y explotan los recursos de dicho territorio, son personajes que han sido capaces de aprovechar los cambios que aporta en proceso de globalización para crear vínculos con el mercado mundial, utilizar las compañías extranjeras y establecer una autoridad local. C. Taylor de Liberia es un ejemplo de esta nueva forma de autoridad. Durante un tiempo, de 1990-1993 Taylor tuvo el control de gran parte de Liberia y Sierra Leona, este territorio controlado por Taylor tenía su propia moneda, su sistema bancario; su fuente principal de ingresos provenía de la madera, producción agrícola y los diamantes. Este comercio se llevaba a cabo a través de diversas empresas extranjeras y diversas redes comerciales. Como milicias armadas, Taylor contaba con jóvenes marginados, desmotivados, a menudo sin educación, con poco futuro y que se sienten atraídos por figuras como él. Mientras que para Taylor la guerra es una fuente de riqueza, para estos jóvenes es una forma de vivir o sobrevivir.

En estos años Taylor era el tercer proveedor de madera noble tropical en Francia. También se alió con otras redes mundiales, por ejemplo una empresa ucraniana de armas que le suministraba el armamento ligero que necesitaba. Taylor ha sido el primero en utilizar compañías extranjeras como fuente de obtención de divisas, el primero al controlar un territorio físicamente y como consecuencia el primero al impedir a sus adversarios el acceso a los recursos naturales. Como sistema no estatal, el territorio controlado por Taylor no está sujeto a demandas de acreedores ni a la burocracia pública. Personajes como Taylor representan el vínculo entre el mercado local y global.

Otro aspecto diferente que querría señalar es el hecho de que en muchos de estos conflictos la ayuda humanitaria ha sido moneda de cambio. En el caso de Bosnia, los grupos armados que controlaban una zona geográfica, ejercían la vigilancia y control sobre las carreteras, lo cual comporta el control del comercio y la economía local. El control del tráfico comercial conlleva que se apliquen derechos de cobro de impuestos sobre la materia que se transporta, generalmente este impuesto se hace efectivo con una parte de la carga; si la mercancía que se transporta son alimentos, éstos con posterioridad pasan a ser vendidos a la población local. En el caso de la ayuda humanitaria los diversos grupos armados cobran un peaje para permitir que esta ayuda llegue a la población de la zona; durante el conflicto en Bosnia las o­nG pagaban un 5% del cargamento, en algunos casos, los croatas – bosnios, llegaron a pedir el 27% del cargamento. También podemos mencionar otras formas de impuestos de guerra como el pago de protección personal, en instalaciones, en la producción o comercialización tan de productos legales como ilegales. Según Mary Kaldor la guerrilla de Colombia ingresa 800 millones de dólares por estos procedimientos respecto de la droga; el 70% de los ingresos económicos de la oposición de Tayikistán provienen de la droga, lo mismo que en Perú o Afganistán. El tráfico de armas, el blanqueo de dinero, ayudas procedentes del exterior, expatriados adinerados que hacen donaciones a la causa o ayudas de gobiernos exteriores preocupados por la inestabilidad del país, son formas de financiación del conflicto y configuran una nueva forma de economía de guerra.

Características de los estados. Un Problema importante en casi todas las zonas calientes del mundo, posterior a la Guerra Fría, es la desintegración de los Estados. En todos ellos encontraremos que impera una economía clientelar, con predominio de la corrupción de los funcionarios del Estado, la mala gestión económica, la expansión de los delitos comunes, con una ineficacia de la administración del Estado que apenas presta servicios en la población, con una desigual distribución de la riqueza, con fácil acceso a las armas. Gobiernos que reprimen la disidencia política, que presentan poco respecto a los derechos humanos, poca sensibilidad hacia las minorías y con un tejido social desmembrado.

No me extiendo más en este aspecto porque supongo que será abordado por otros ponentes a lo largo de estos días. Solamente querría destacar que en los países en conflicto el Estado y su aparato es lo suficientemente débil como para que no llegue a controlar todo el territorio. En esta situación surgen los señores de la guerra o un grupo armado que ejerce su poder y control en una zona o territorio y llegan a constituirse como autoridades que controlan la explotación de recursos y el comercio local. Estos señores de la guerra viven al margen del Estado, se enfrentan al Estado pero crean una especie de híbrido de Estado.

No me puedo remediar el comentar algunos cambios importantes que la globalización comporta sobre los Estados-nación. Tanto en el Norte como en el Sur la globalización está forzando a los Estados a hacerse más delgados, a privatizar muchos de los servicios básicos para las personas y a reducir gastos internos de bienestar. La importancia del Estado-nación radica en la eficacia para planificar y redistribuir la riqueza y los bienes públicos dentro de las fronteras. La Globalización está minando esta función de los Estados – nación occidental, pero también lo ha estado haciendo en los Estados africanos.

Dicho esto, querría destacar la importancia de la economía informal en el Sur. Por ejemplo la Angola solamente el 10% del PIB se produce a traves de prácticas económicas convencionales (legalmente establecidas y reglamentadas públicamente). En Mozambique se estima que la economía formal solamente representa el 50% del PIB, mientras que Kenia o Rusia no pasa del 40%. De hecho en casi todo el Sur se estima que la economía formal solamente constituye la mitad de la economía total. En Somalia por ejemplo no existe economía formal.

El comercio informal de todo tipo de bienes y servicios es el cordón umbilical para millones de habitantes del Sur. Esta economía se ha expandido y ha integrado el Sur en el sistema económico liberal mundial, después de haber expulsado a los países más pobres de las redes oficiales de la economía internacional.

Causas
Durante el periodo de Guerra Fría el mundo estaba dividido en dos bloques. El Occidental que defiende las libertades individuales y del libre mercado, que propugna el capitalismo como modelo económico y la democracia parlamentaria como modelo de organización social y el bloque del Este o comunista que ha defendido el socialismo, una economía planificada y una forma de gobierno basada en el partido único. En este periodo EUA y la URS, como líderes de cada bloque, se han enfrentado de forma indirecta, nunca se han atacado mutuamente; la guerra ha tenido lugar a través de conflictos en la periferia, en tercero países, con la intención de desestabilizar a la otra potencia y mediante conflictos de baja intensidad o guerras de guerrillas. Debido a la existencia de armas de destrucción masiva, que hubieran permitido la destrucción de las dos potencias, éstas nunca se enfrentaron directamente. Fruto de este enfrentamiento es un puñado de países altamente militarizados, rearmados, descompuestos socialmente, económicamente y debilitados políticamente como Afganistán, Angola, Mozambique, Somalia, Sudán.

El final de la Guerra Fría ha comportado el final del enfrentamiento bipolar, a partir de este momento el comunismo y su modelo económico deja de ser el enemigo del bando occidental. Durante este periodo, la mayoría de guerrillas se declaraban revolucionarios y defendían un modelo de sociedad socialista, pretendían la liberación de los oprimidos o de los obreros, defendían la construcción de una sociedad más igualitaria; otros, en cambio se declaraban contra-revolucionarios. En definitiva el que estaba en litigio era el modelo de relaciones sociales, políticas y económicas. Por esta razón, acabada la Guerra Fría, las guerras dejarán de ser guerras de liberación, dejarán de ser ideológicas, dejarán de ser guerras que quieren cambiar el modelo de sociedad imperante. Pero el final de la Guerra Fría no ha comportado el final de muchas de estas guerras. Si durante este periodo el elemento aglutinador o que daba identidad al grupo que utiliza la violencia era la ideología o el modelo de sociedad a construir; acabada la Guerra Fría el elemento aglutinador o identitario de los que utilizan la violencia será la pertenencia a una etnia, a un clan, a una minoría o a un grupo religioso.

En la literatura del Periodo de Guerra Fría encontramos que todos los conflictos se clasifican en luchas o bien para conseguir el poder del Estado, es decir luchas que pretenden cambiar el modelo político, económico y social que rige en aquel estado, o bien en luchas por la independencia o autonomía, en este caso no se pretende acceder al control del aparato del Estado, sino que lo que se pretende se segregarse territorialmente y formar un Estado nuevo o las reivindicaciones pasan para conseguir, dentro del mismo estado, unas ciertas cotas de autogobierno político.

Los conflictos son consecuencia de la combinación de diversos factores internos sobradamente extendidos que incluyen problemas derivados de la transición política en un contexto de pobreza, escasez, fácil acceso a las armas y unas instituciones gubernamentales débiles, pero también de factores externos.

A partir de la década de los años 90 los viejos y nuevos conflictos serán tratados por los medios de comunicación como conflictos que enfrentan a comunidades: hutus contra tutsis, bosnios contra serbios o contra croatas, etc. Ahora Bien, eso no nos tiene que hacer pensar que los conflictos actuales son conflictos étnicos, religiosos o culturales; la etnicidad o la religión ha pasado a ser el elemento aglutinador de las partes enfrentadas violentamente, pero no son la causa del enfrentamiento. A mi parecer, lo que mantiene unida a una sociedad no es la religión, la raza, la etnia, la lengua o la cultura, sino un acuerdo normativo con respecto al imperio del derecho y la creencia de que todos somos individuos iguales y portadores de los mismos derechos.

Para otros autores como R. Kaplan los nuevos conflictos son guerras tan caóticas que nombrarlas civiles representa dignificarlas. Para él estas guerras son guerras de desintegración entre bandos o fracciones sin finalidad política, en las que simplemente se lucha por las drogas, el territorio o la supervivencia, y de su lucha solamente puede salir el caos.

En algún documento de la OCDE (1998) podemos encontrar la visión que se tiene desde los países industrializados sobre la causa de los conflictos. «Como norma general, una sociedad dotada con un buen equilibrio, una distribución social sólida y recursos económicos, cómo evidencian los altos indicadores de desarrollo humano, se capaz de resolver las tensiones con un menor riesgo de crisis institucional y social que una sociedad marcada por condiciones desestabilizadoras, como pobreza pertinaz, desigualdades socioeconómicas extremas, falta de oportunidades sistemáticas y la ausencia de posibilidad de recurrir a instituciones creíbles para resolver las quejas».

En un documento de la CE (1996) podemos leer «El conflicto la mayoría a veces es consecuencia de la interacción entre inestabilidad política, económica y social, a menudo resultando de una mala gobernación, las políticas económicas fallidas y programas de desarrollo inadecuados que han exacerbado diferencias étnicas o religiosas».

Todos los discursos que aquí podamos hacer o recoger tendrán una parte de verdad. El discurso liberal, como éste de la OCDE problematiza el subdesarrollo, lo califica de peligroso, nos está poniendo las causas del conflicto en el interior, internaliza las causas del conflicto y no tiene presente las desigualdades y explotación dentro del sistema mundial y de la manera en que se distribuye la riqueza tiene un impacto directo en la naturaleza de la pobreza. Al definir el conflicto como un problema social, es a decir, al convertir el subdesarrollo en un peligro, permite que se movilicen nuevas redes en nombre de la seguridad. La guerra ya no es un asunto de Estado, es un problema de subdesarrollo y de crisis política. De esta manera la principal carga de responsabilidad para resolver éste problemas se hace recaer sobre los mismos actores del Sur.

Finalmente como dice Ignasi Ramonet, la globalización no aspira tanto a conquistar países como a ganar mercados. El objetivo de los poderes modernos no es la anexión de territorios, como en las épocas de las grandes invasiones o en los periodos coloniales, sino el control de los recursos naturales y el control de su precio en el mercado.

Bibliografía
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