Maxam. Sortear la Ley de ventas de armas
Tica Font relata una informació d’un treball de recerca sobre la possible venda de material militar al ISIS
Todavía queda periodismo de investigación, una muestra de ello es el trabajo de Quique Badia y David Meseguer (http://bit.ly/1nInY2s). Este artículo narra como 21 toneladas de cuerda detonante (explosivos) fueron retenidas en 2015 en la frontera turca con Siria. El cargamento tenía permiso policial turco y su destino era Aman. Lo sospechoso es que dicho cargamento tenía que cruzar territorio siro para llegar a su destino. La sospecha fundada, muy fundada, ¿alguien cree que un camión con explosivos cruza los diversos territorios controlados por Daesh, al-Nusra u otras milicias sin que sea interceptado? Y evidentemente el primero que lo ve se lo queda.
No hay que ser muy imaginativo para interpretar que todo ello es un envío ilegal de explosivos a alguna de las milicias, con el consentimiento o del Gobierno turco o de altos cargos públicos. No sabemos si también con el conocimiento y consentimiento del Gobierno español. Vayamos por partes.
Un cargamento de material explosivo procedente de Turquía con destino a Jordania y cuya ruta cruza territorio sirio. En el periodo en que este cargamento fue detenido en la frontera turca, en la otra parte de la frontera operan grupos milicianos incluidos en el denominado Frente Islámico, que combaten a las fuerzas militares de Bashar al-Assad en lugares como Alepo. Si los explosivos no tenían como destino este grupo y hubieran seguido su camino hacia el sur, hubieran entrado en territorio controlado por opositores yihadistas como el Frente al-Nusra, si tampoco estos grupos eran los destinatarios y el cargamento hubiera continuado su viaje, entraría en territorio controlado por Daesh. ¿Quién era en realidad el destinatario de estos explosivos? No lo sabemos, pero es evidente que este envío no es inocente y tampoco es falta de profesionalidad en el logista que ha organizado la ruta de transporte.
El artículo afirma que la empresa compradora que figura en la factura
como compradora, es fantasma, no existe, telefónicamente o en internet
no hay rastro de ella. La empresa productora afirma no saber nada, se
desentiende del tema, pero lo cierto es que sin una demanda de compra de
una empresa, la administración turca no puede conceder una autorización
de tránsito y de exportación, documentación con la que estaba dotada el
cargamento de explosivos.
La empresa fabricante es Maxam Anadolu,
una de les 45 filiales de la española Maxam. Según las investigaciones
de Quique y David en el consejo de administración de Maxam Anadolu hay
un delegado de Maxam España y es este el que decide la estrategia que
tiene que seguir la empresa turca. Según Maxam la empresa turca toma sus
decisiones de forma independiente a la española.
De todo ello hay elementos clave y responsabilidades que bordar.
Maxam España tenía que saber de esa venta, es imposible que no supiera la venta y la ruta, por tanto cabe suponer que sabían que estaban vendiendo explosivos a las milicias sirias. Pero dado que la fabricación y venta se llevan a cabo desde una empresa turca, Maxam no tiene que pedir autorización a la JIMDDU (Junta Interministerial de Material de Defensa y Doble Uso) y en aduanas no hay que registrar dicha venta. Por tanto ¿cómo puede Maxam seguir vendiendo explosivos y no acatar la legislación europea, española y el nuevo Tratado internacional sobre comercio de arman? Fácil compra acciones suficientes de una empresa en otro país y elude los controles políticos y jurídicos españoles.
La cuestión es que piensa hacer nuestro Gobierno con Maxam, ¿premiarla por ello?, contratarle más suministros de explosivos, bombas o misiles o ¿va a tomarse en serio el control de armamento e impedir que ventas como estas se lleven a cabo?
Aquí todos se hacen los locos, nadie sabía nada, ni la empresa turca, ni el Gobierno turco, ni la empresa española, ni el gobierno español. Por tanto nadie asume ninguna responsabilidad. Cosa de todos nosotros es empujar y trabajar para que esta clase de armas no lleguen a manos que no deben llegar.