Mijaíl Gorbachov, un hombre de paz
Europa, Rusia y el mundo necesitan políticos de la talla del fallecido Mijaíl Gorbachov, Jefe de Estado de la URSS entre 1988 a 1991, el hombre que detectó la imposibilidad de proseguir manteniendo un bloque político/militar que agrupaba a 15 repúblicas, más todos aquellos otros Estados que estaban agrupados bajo su influencia en el Pacto militar de Varsovia. Un enorme imperio que se sostenía gracias a la fuerza militar, pero que tenía los pies de barro, las enormes desigualdades en avances tecnológicos entre la URSS y su competidor capitalista Estados Unidos.
Un grave incidente puso en evidencia la decadencia del proyecto político de la URSS, la explosión de la central nuclear de Chernóvil de 1986, cuando Gorbachov ya era Secretario General del PCUS, algo que evidenciaba la crisis tecnológica de la URSS, a parte de desigualdades clamorosas respecto a derechos y libertades con las que se vivía en la URSS. Una URSS que almacenaba armamento convencional y nuclear en cuantías enormes para enfrentarse a sus rivales de la OTAN, armamento al que dedicaba el 30% de su PIB, mientras las estanterías de sus comercios estaban vacías de productos de consumo.
Gorbachov, consciente de las dificultades de continuar con este régimen de cosas, inició una política de apertura política facilitando una transformación (perestroika) y la transparencia (glasnost) del sistema político, que se traducía en más libertades y más democracia internas. Y con una política exterior destinada a convencer a los países rivales de la OTAN, de Europa y del mundo de que era necesario iniciar una desescalada militar y armamentista que pusiera fin a una posible guerra nuclear. Inició conversaciones con EE.UU. y los países europeos para acabar con la Guerra Fría y la carrera de armamentos nucleares, participando en múltiples conferencias, promoviendo el desarme y la paz, y soñó con una Europa reconciliada, la Casa común que él reclamaba para todos los pueblos europeos, hasta recibir el Premio Nobel de la Paz de 1990.
Unas propuestas después traicionadas por los dirigentes de Estados Unidos, de la OTAN y por los líderes rusos Boris Eltsin y Vladimir Putin, y que hoy, con las tensiones provocadas por el Kremlin y la OTAN nos aboca, de nuevo, a una Europa y un mundo dividido en bloques, con una nueva carrera de armamentos, con más armas nucleares, aumento del gasto militar, del comercio de armas y a un futuro con más conflictos.
Un futuro que pese a las sombras de Gorbachov, la inocencia en que actuó ante el mundo liberal/capitalista; y sus virtudes, querer construir un socialismo democrático; nos empuja a reivindicarlo para que su impronta germine para conseguir una Europa y un mundo desarmado y en paz.