¿Qué aporta el embargo de armas españolas a Turquía?

¿Qué aporta el embargo de armas españolas a Turquía?
  • Las exportaciones a Turquía violan de manera flagrante al menos cuatro de los ocho criterios contenidos tanto en la posición común de la UE como en la propia legislación española
  • El comunicado señala «nuevas licencias», sin afectar a las exportaciones ya acordadas. Entre la aprobación de una licencia y la exportación del producto terminado, o sus componentes, puede pasar mucho tiempo, incluso años
  • Por otro lado, España no solo exporta material de Defensa, sino que también lo produce en suelo turco, sin necesidad, por tanto, de ser «exportado

La Moncloa comunicó este martes 15 de octubre que «condena» la intervención militar de Turquía en Siria y que denegará nuevas licencias de exportación de material de Defensa «susceptible de ser utilizado» en esta operación. Cabe aplaudir la condena a una iniciativa que está produciendo un enorme sufrimiento, pero también conviene preguntarse por las motivaciones, por el efecto real de las denegaciones y por el impacto que la colaboración militar con Turquía ha podido tener en la ofensiva actual. Siguen tres claves que pueden facilitar las respuestas.

En primer lugar, una aprobación de nuevas licencias es, sencillamente, ilegal. Las exportaciones a Turquía violan de manera flagrante al menos cuatro de los ocho criterios contenidos tanto en la posición común de la UE como en la propia legislación española. Estos criterios están relacionados con el respeto de los derechos humanos, la situación de conflicto armado, la estabilidad regional o la observancia del derecho internacional humanitario. No hay manera de determinar a priori si un arma, equipo, material militar o munición española será o no utilizada en Siria o si servirá para violar cualquiera de los criterios mencionados. Pero tampoco existe forma alguna de negar esa posibilidad, en particular en el contexto actual. Una vez exportado, Madrid no tiene modo alguno de evitar un uso específico de ese material. Por otro lado, si bien la ofensiva que provoca el embargo es nueva, Turquía lleva mucho tiempo inmersa en varios conflictos armados. Además de su participación en Siria –en donde lleva tiempo combatiendo– y varias tensiones geopolíticas con distintos países –como Israel o Rusia, por ejemplo–, cabe recordar que el histórico conflicto armado con los kurdos suma más de 40.000 muertos, entre uno y tres millones de desplazados y miles de desaparecidos. Además, en los últimos años la situación de violencia se ha agravado sin que las distintas escaladas hayan tenido reflejo en las prácticas exportadoras española o europea.
En segundo lugar, el comunicado señala «nuevas licencias», sin afectar a las exportaciones ya acordadas. Entre la aprobación de una licencia y la exportación del producto terminado, o sus componentes, puede pasar mucho tiempo, incluso años, dependiendo del pedido concreto. Un tiempo dedicado a obtener financiación y producir el material. Sin embargo, el espíritu de un embargo es suspender la exportación de armas que puedan ser utilizadas hoy, y no dentro de, digamos, tres años. Otros países europeos que se adelantaron a España, como Finlandia, Noruega, Francia o Alemania, también se refieren a la denegación de nuevas licencias, no a exportaciones ya aprobadas. Con todo, este último país señala que su gobierno ya implementa una política «muy restrictiva» de exportación a Turquía desde 2016, como consecuencia de su ofensiva en la región de Afrin, en el norte de Siria. Por su lado, España no alteró entonces su práctica exportadora. Con todo, cabe preguntarse por unas restricciones que no impidieron que, en 2018, Turquía fuera la destinataria, con 243 millones de euros, de casi un tercio de las exportaciones de armas alemanas. Al menos, los noruegos han señalado que también revisarán todas las licencias ya aprobadas, una medida que les singulariza positivamente entre sus aliados.

En tercer lugar, cabe preguntarse por el impacto producido por las exportaciones ya realizadas. Sorprende la enorme relevancia de Turquía en las exportaciones de armas españolas y europeas. Entre 2014 y 2017, últimos cuatro años completos con datos oficiales disponibles, Turquía fue la quinta mayor importadora de armas españolas, tras Reino Unido, Alemania, Francia y Arabia Saudí, con un total de 798 millones de euros. Sólo en el primer semestre de 2018, España exportó a Turquía 162,5 millones de euros, o el 9,5% de sus exportaciones. En 2015, los países miembros de la UE autorizaron 2.600 millones de euros en exportaciones de armas, algunas de las cuales pueden estar exportándose en la actualidad. Por otro lado, España no solo exporta material de Defensa, sino que también lo produce en suelo turco, sin necesidad, por tanto, de ser «exportado». Es el caso del buque de asalto anfibio TCG Anadolu para la Armada de Turquía, construido en ese país por un consorcio entre la turca Sedef Shipbuilding y la española Navantia, y basado en el buque Juan Carlos I de la Armada de España. También de los 50 aviones militares CN-235 de la española Construcciones Aeronáuticas S.A., parcialmente fabricados y montados en Turquía por la compañía TAI (Turkish Aerospace Industries). O también de la empresa española de explosivos Maxam, de cuya filial en Turquía, Maxam Anadolu, procedieron las 21 toneladas de cuerda detonante (explosivos) que bien podrían haber tenido como destino intencionado grupos armados no estatales en Siria. Además, España mantiene en Turquía una presencia militar de un máximo autorizado de 150 soldados y una batería de misiles Patriot. Como consecuencia del intenso comercio armamentístico, la colaboración industrial y militar de todo tipo con sus aliados de la OTAN y el acceso privilegiado a estándares, información y saber hacer que proporciona ser miembro de pleno derecho de la Alianza, Turquía ha desarrollado una industria de armas independiente que ya no necesita a sus socios para hacer la guerra. Sólo en 2017, dos compañías turcas, incluidas entre las 70 principales firmas militares del mundo por volumen de ventas, ASELSAN y TAI, incrementaron su total combinado de ventas en un 24% con respecto al año anterior. Según el propio ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, «hace quince años producíamos sólo el 20% de lo que necesitábamos, hoy producimos el 70% – todo eso [por los embargos] solo nos fortalecerá».

Cabe insistir en que esa intensa colaboración comercial, industrial y militar ha sucedido mientras Turquía se encontraba en conflicto armado, violaba el derecho humanitario y los derechos más elementales de una parte de su población y formaba parte de un frágil y explosivo rompecabezas geopolítico en Oriente Medio. Es de esperar que el anuncio de Moncloa no tenga efecto alguno en las consecuencias humanitarias de la ofensiva turca, al menos no en el corto plazo. Por el contrario, nadie podrá garantizar que a una parte del sufrimiento producido no contribuyan bienes y servicios made in Spain.


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Publicado en El Diario, el 17/10/2019
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