¿Qué podemos hacer con el gasto militar?
Se ha presentado el proyecto de presupuesto militar para el año 2014. Como en años anteriores, las cuentas del Ministerio de Defensa están infradotadas para esconder el gasto militar real.
Así, durante la ejecución del presupuesto, se añadirán recursos al presupuesto inicial procedentes de diferentes ámbitos.
Lo que se trata de un engaño, porque, por ejemplo, en el año 2012, el aumento al final del ejercicio alcanzó un 37% sobre el inicial, y en 2013, hasta el mes de septiembre ha aumentado un 26%, cuando se había dicho que se reduciría un 6%.
Esto es especialmente significativo en dos partidas: una para hacer frente al pago de los compromisos adquiridos con los Programas Espaciales de Armamentos (PEA) y otra con las misiones militares en el exterior. Así, en los presupuestos de 2014, los PEA, son un calco de los del ejercicio de 2012 y 2013, y se sigue la estrategia de no contabilizar este gasto, aunque ya se conozca de antemano, porque se tiene la seguridad de que se conseguirá un crédito de forma extra presupuestaria. En 2012 y 2013 se acudió a esta vía para conseguir créditos por importes de 1.782,7 y 877,3 M€, respectivamente. ¿Ocurrirá lo mismo en 2014? Sin duda, Pedro Argüelles, secretario de Defensa aseguró que necesitará 915 millones para hacer frente al pago de los PEA.
La otra partida que cada año es consignada de manera insuficiente es la de operaciones militares en el exterior, denominadas arbitrariamente de «mantenimiento de la paz», cuándo no es lo que están llevando a cabo en Afganistán ni en las aguas del océano Índico, y que cada año tienen una aportación de 14 millones. En el año 2012, cerraron el ejercicio con un coste de 767 M€ y este año 2013, en el mes de marzo tenían aprobada una aportación de 514 M€, que al finalizar el año seguro será superior.
Ambas partidas son un caso manifiesto de fraude presupuestario para ocultar a la oposición política y a la opinión pública el verdadero presupuesto militar. Se consignan de manera insuficiente, para luego incrementarse con diversos mecanismos contables, que provienen de diversos ámbitos (Tabla 1): los créditos extraordinarios para hacer frente al pago de los PEA; las partidas ampliables con traspasos que provienen de un cajón de sastre llamado Fondo de Contingencia; algunas transferencias externas, por ejemplo de la ONU para misiones en el exterior; ingresos propios generados por la venta de patrimonio de Defensa (viviendas, terrenos, cuarteles y venta de armas).
La propuesta de presupuesto para el año 2014 de Defensa (ver Tabla 2), muestra la disminución del gasto militar respecto a 2013. Se divide en tres apartados, el del Ministerio de Defensa, 6.776,7, que se reduce en un 1,98% respecto al año anterior, y no un 3,2% como señala el Gobierno, ya que se deben tener en cuenta los Organismos Autónomos que aumentan su dotación con respecto al año 2013. El segundo apartado es el referente al gasto militar según el criterio OTAN, entonces el descenso es aún menor, tan sólo un 0,6% en comparación a 2013. Esto es debido al aumento experimentado por todas las partidas militares repartidas por otros ministerios. El tercero, donde se contemplan las partidas adicionales que nosotros añadimos del CNI y los intereses de la deuda, que debido a la previsión optimista de Hacienda, bajarán en 2014, lo cual es mucho suponer. De este modo, la disminución del gasto militar es de un 1,79%. Y si se le añade la desviación que se producirá durante el año, entonces el gasto militar se reducirá un 3,5% respecto a 2013.
Algunos indicadores
Los principales indicadores del gasto militar previstos para 2014, muestran que el gasto militar diario es ligeramente superior al año 2013 y representa 45,27 millones, un 1,58% del PIB, lo que indica una aportación por persona / año de 353 euros para sufragar una incógnita denominada Defensa Nacional. Además, las variaciones en las inversiones militares aumentarán en un 17,1%, que pasarán de 769,1 M€ en 2013, a 900,5 M€ en 2014.
La variación más significativa es la correspondiente a la investigación militar, para el ejercicio 2014 es de 506,8 M€, lo que representa un incremento espectacular del 39% respecto a 2013. Mientras que el apartado de la investigación civil aumenta sólo un insignificante 1,3%. La inversión en investigación militar llega al 8,2% del total de la investigación civil y militar. En cambio, en 2013 representaba sólo el 6,1% del total. Parece claro, con estos datos, cuáles son las líneas de investigación que quiere potenciar el actual gobierno (Tabla 3).
¿Qué se debería hacer?
La crisis afecta especialmente a las capas sociales más débiles, más de seis millones de parados lo atestiguan. Esto debería ser motivo para abortar todos aquellos gastos que se pueden considerar como menos «productivos». Y, sin duda, el gasto militar en su conjunto entorpece el desarrollo económico, porque este mismo gasto dedicado al desarrollo de bienes de la economía real tendría unos efectos más positivos y crearía más riqueza y puestos de trabajo.
Es por ello, que una propuesta sensata para reducir la crisis que atraviesa hoy el Estado español pasa por una reducción importante de los efectivos militares. Por ejemplo, reducir en 50.000 o 60.000 los efectivos. Por supuesto no para engrosar las listas del paro, sino dándoles empleo en otras funciones de servicios públicos que tengan un mayor impacto en el bienestar de la población. No hay que olvidar que otros países de nuestro entorno lo están haciendo: Francia lo reducirá un 50% y pasará de 200.000 a 100.000 el número de efectivos de su ejército.
Otra medida sería acabar las ayudas y créditos de I+D militar, este año en 506 millones, para desarrollar nuevos armamentos. Asimismo, también, reducir las enormes inversiones en armas, especialmente los PEA, y estos recursos destinarlos a desarrollar bienes civiles socialmente útiles. Tampoco, en este caso, se trata de cerrar las industrias militares y que los trabajadores pasen a engrosar las listas de paro, sino de hacer una reconversión de las empresas y ponerlas a producir bienes socialmente útiles.
Por último, anular las misiones militares en el exterior y ahorrar alrededor de 800 millones anuales, pues en una etapa de crisis como la actual es un dispendio que el Estado no se puede permitir.