Colombia: “Mamás Primera Línea” y muchas más

Colombia: “Mamás Primera Línea” y muchas más

Son mujeres excepcionales pero no son una excepción entre las mujeres colombianas, que verracas y luchadoras siempre y desde hace muchos años están en primera fila enfrentando la violencia estatal y paraestatal.

Cuando ya se entraba en la tercera semana del estallido social contra el Gobierno colombiano, un grupo de mujeres bogotanas, madres cabezas de familia, decidió crear un movimiento social llamado «Mamás primera línea».  Cansadas e indignadas de la represión por parte de la Fuerza Pública hacia el pueblo, optaron por poner su cuerpo y su alma en defensa de los y las jóvenes. Su punto de encuentro fue el Portal Américas, ahora rebautizado como «Portal Resistencia»

La idea se ha extendido, en Cali también hay mamás en la primera líneade las protestas, que cuidan en las noches de sus hijos y de los hijos ajenos en el desarrollo de las manifestaciones. Se turnan para cuidarlos ubicándose en los diferentes puntos de resistencia.  En caso de que llegue el ESMAD (Escuadrón móvil antidisturbios), la Policía o, como ya ha sucedido, gente de civil a reprimir la protesta salen a defender a las y los jóvenes, cogen sus escudos, y se ponen adelante. Estas mujeres no dejan de trabajar y proporcionan durante el día, comida, bebida y ropa limpia a los y las muchachas de la protesta. Hay mamás de la primera línea que duermen en improvisados cambuches para no despegarse de las y los jóvenes, ya que los puntos de resistencia están en zonas donde no hay casas cercanas.

Para salir a combatir palmo a palmo con la juventud, las madres bogotanas tuvieron que organizarse. Buscaron la forma de defenderse de las fuerzas represivas: en Bogotá hicieron unos escudos negros con la frase «Mamás 1 Línea» en grandes letras blancas. En Cali usan los mismos tipos de escudos que los y las jóvenes de primera línea. Pañuelos cubriendo sus rostros (por el covid, por los gases y sobre todo por seguridad), gorra-visera y unas gafas protectoras que les regalaron unos estudiantes es todo lo que tienen para defenderse de los brutales ataques del ESMAD.

Estos grupos de madres, prácticamente todas «jefas de hogar», actualmente desocupadas o con trabajos informales, forman parte de los 21 millones de personas que están en la línea de la pobreza, de las cientos que como ellas que viven en las barriadas populares del suroccidente bogotano o en los barrios pobres de Cali, de las miles que habitan el territorio colombiano. Pero el estallido social las convocó a las calles y esa vasta experiencia en el trabajo de cuidados, no remunerado, la replicaron puertas afuera y la transformaron en identidad colectiva: hoy son las «Mamás de la Primera Línea».

Las razones de seguir en las calles son tantas como tanta la rabia acumulada en tantos años de este neoliberalismo de guerra. Se unieron a las protestas porque están cansadas de tanta represión estatal, de que maten a los y las jóvenes. Salieron a las calles por el derecho a la salud, a la educación, al trabajo… Salieron para que acabe tanta violencia, para que sus hijos e hijas tengan algún día un país en paz. Salieron a decir «no más». Salieron, pues, por el derecho a vivir.

Son mujeres excepcionales pero no son una excepción entre las miles y miles de colombianas, verracas y luchadoras. Siempre hay mujeres colombianas que están en primera fila delante de la violencia estatal y paraestatal. Son las mujeres que se organizaron para la búsqueda de los y las desaparecidos por el conflicto armado (84.330 adultos y 9.964 niños y niñas). Son las madres de Soacha que fueron las primeras en hacer visible el fenómeno de los mal llamados «falsos positivos», jóvenes asesinados por el ejército y presentados como bajas guerrilleras obteniendo con ello dinero y favores, éstos ha sido 6.402 crímenes de estado. Son las mujeres que forman parte de la Guardia indígena, protectoras junto a sus compañeros de sus comunidades, de sus gentes y territorios, con su bastón de mando como única arma. Son mujeres campesinas, indígenas, afrodescendientes en los paros, en las mingas, presentes en las marchas, en la organización, en la resistencia. Son las mujeres que luchan para defender el territorio frente al expolio extractivista de empresas mineras y energéticas. Son las comunicadoras populares que están en los lugares de más peligro para poder informar con veracidad de todo lo que los grandes medios de comunicación esconden. Son las defensoras de Derechos humanos y ambientales que han pagado con su vida ese compromiso. Son mujeres que han salido a gritar alto y claro que «no parimos hijos para la guerra» y han hecho de la no violencia una poderosa resistencia. Y muchas más…

Son mujeres únicas y diversas, pero a la vez con situaciones comunes en esta sociedad capitalista patriarcal. Sus jornadas son interminables, hacen de las 24 horas del día el milagro de poder atender a sus tareas domésticas, al cuidado de las personas, a su compromiso social y comunitario, a sus trabajos la mayoría de las veces precarios, informales en el límite de la subsistencia. Se podría usar la metáfora de la tortuga que camina lentamente pero sin pausa, cargando en su caparazón todas las tareas inimaginables, pero si por un casual se diera la vuelta el mundo se vendría abajo.

La experiencia de estas valientes mamás no es una anécdota. Afortunadamente han podido gozar de una visibilidad excepcional que no han tenido otras miles de mujeres, de las que se ha escondido sus esfuerzos y su coraje, y que han quedado en el anonimato ocultadas por los hombres  que acaparan, la mayoría de las veces,  la representación en los diálogos o las portavocías.  Es bueno, muy bueno, que se hable de las valientes mamas de primera línea, pero no hay que olvidar la realidad y las causas de que las mujeres continúen teniendo menos visibilidad en los medios de comunicación y en las organizaciones y mucho menos protagonismo del que merecen.

Cifras terribles que siguen subiendo cada día

667 mujeres víctimas de violencias policiales, de las cuales:
466 fueron detenidas, 127 fueron heridas, 2 mujeres fueron asesinadas presuntamente por el accionar de la fuerza pública, 45 defensoras de derechos humanos han sido agredidas, 23 mujeres fueron violadas.

106 personas fueron víctimas de violencias basadas en género (VBG) ejercidas por la misma institución en contra de mujeres y población con orientación sexual e identidad de género diversa.

77 homicidios, de los que 34 fueron cometidos presuntamente por el accionar de la fuerza pública, los demás fueron realizados por «civiles» sin identificar

1.246 personas fueron heridas por el accionar de la Policía Nacional y en particular por el ESMAD. 87 personas heridas por arma de fuego.
158 personas defensoras de DDHH han sido agredidas en su acción de acompañamiento

2.808 personas han sido detenidas,

1.304 denuncias por abusos de poder, autoridad, agresiones y violencia policial. 

346 personas se encuentran desaparecidas, en el marco de detenciones arbitrarias y/o en el desarrollo de actividades de protesta social pacífica.

Fuente: Defender la libertad es asunto de todas. Boletín Informativo Paro Nacional nº 17, 5 de junio 2021. https://defenderlalibertad.com/boletin-informativo-17-paronacional/


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Coautora: Maria Jesús Pinto
Líneas de investigación:
Publicado en Público, el 13/06/2021
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