Desobedecer
La crisis económica empuja a los gobiernos a desmontar el estado del bienestar que tantos sacrificios ha costado construir, uno de los instrumentos que tenemos para parar ese estado de cosas, sinó el mejor, es la desobediencia.
Es evidente que la crisis económica que hoy atraviesa Catalunya, España y Europa es sistémica, quiero decir, propia del sistema social en el cual vivimos y que llamamos capitalismo. Un sistema que a través de la globalización se ha convertido en una amenaza para toda la humanidad. En todo el planeta se ven los efectos negativos del sistema. El aleteo de una mariposa en la bolsa de Tokio provoca un desastre financiero y el empobrecimiento de millones de personas en diferentes lugares del planeta. La perversión del sistema afecta la calidad de vida de las personas en todas sus dimensiones. En nuestro país los signos de retroceso de la democracia ya están presentes. Los gobiernos debilitan el estado del bienestar y recortan las coberturas de los derechos sociales de los más desfavorecidos, mientras se fortalecen las medidas de recorte de las libertades con más control sobre la población.
El resultado es que las desigualdades son cada día más profundas entre una minoría, que cada vez es más rica y una enorme masa de gente, un 20% de población, que cada día aumenta y se empobrece más. Ante esta situación, los partidos políticos se han quedado sin capacidad de reacción. Ven y son conscientes como nuestro desarrollo se esfuma, desaparece, sin tomar medidas para frenarlo. Se nos dirá que un Estado solo no puede hacer nada, que no tiene esta capacidad y que se necesitan políticas conjuntas que ejercen organismos globales (FMI, BM, OMC…) fuera del control de los Estados.
Hasta aquí una diagnosis muy rápida. Pero, ¿qué se puede hacer para cambiar el rumbo de las cosas cuando los gobiernos no son capaces de parar el subdesarrollo que se nos viene encima? Una herramienta muy eficaz es la desobediencia civil. Fijémonos que hemos sido educados para ejercer como buenos ciudadanos, o según cómo se mire, súbditos sumisos al Estado, a obedecer sus leyes y su orden social. Pero no nos han educado a desobedecer y a no cooperar con las injusticias. En cambio, la humanidad ha progresado gracias a que ha habido desobedientes, gente que se rebeló contra la injusticia. Y esto es independiente de que el Estado sea o no democrático. Porque la democracia es un ideal social y, en este sentido, utópico. Y cómo que la humanidad es imperfecta la democracia también lo es y, por lo tanto mejorable. Y en su seno hay muchos espacios no democráticos cómo representan los recortes de derechos y libertades. Es contra estos espacios donde la desobediencia tiene una potencialidad enorme porque se presenta ante la ciudadanía como un ejemplo moral.
Hoy, cuando en el planeta reina el desorden porque interesa al afán lucrativo desmesurado de una minoría que gobierna el mundo. Una minoría que prefiere el desgobierno al establecimiento de ordenamientos que regulen las relaciones políticas, económicas y sociales internacionales. Cuando vemos como nuestros Estados se doblan a sus exigencias y asistimos a recortes en derechos en educación, sanidad y prestaciones sociales, la mejor herramienta que tiene la sociedad civil y los movimientos sociales es hacer objeción de conciencia, desobedecer y no cooperar con las leyes que recortan derechos y libertades de las personas. No es justo decir que son leyes democráticas emanadas de un estado de derecho donde la gente ha escogido sus representantes. La conciencia está por encima de la ley y del Estado. Entonces desobedecer es una regla moral para cambiar el desorden en un orden social más justo.
Recordar que la desobediencia es un acto consciente, público, no violento con el ánimo de mejorar la ley, los programas de gobierno y la convivencia social. Por lo tanto la desobediencia no va en contra todo el ordenamiento jurídico, sino contra un objetivo claro, preciso y comprensivo para toda la población. Ahora, se trata que el movimiento 15-M y las fuerzas sociales que le son afines delimiten este objetivo y orquesten una campaña para intentar salvar el estado de bienestar que hemos ido construyendo con muchos sacrificios y que ahora pretenden hacer desaparecer. Una mujer, Eva, desobedeció a Dios robando una manzana y Prometeo robó el fuego a los dioses. Es nuestra cosmogonía; ¿Qué estamos esperando para desobedecer? No hay ningún gobierno que pueda resistir la fuerza de un gran movimiento de masas de desobediencia.
Colabora con:
Es miembro de: