El Centro Delàs rechaza el uso de armas no letales, pero lesivas, como las balas de foam
COMUNICADO DEL CENTRO DELÀS CON MOTIVO DEL USO DE LAS BALAS DE FOAM
Desde el Centre Delàs d’Estudis per la Pau queremos expresar nuestra preocupación y rechazo ante el uso que consideramos desproporcionado e indebido de las lanzadoras de foam por parte de los Mossos en el contexto de protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél.
Estas armas de precisión están pensadas para ser utilizadas contra sujetos muy concretos en situaciones muy específicas en que la vida o integridad de otras personas está en riesgo. Sin embargo, el cuerpo de Mossos ha hecho público que entre el martes y el miércoles se dispararon 420 balas de foam, cifra que pone de manifiesto que se utilizó como herramienta de dispersión general y no de precisión. Son varias las fuentes que han reafirmado que, efectivamente, estos proyectiles se utilizaron contra la multitud de manifestantes de manera aleatoria, actuando contra las directrices internacionales de uso de este tipo de armas.
Una joven de 19 años perdió un ojo y al menos cuatro otras personas han notificado haber recibido impactos por este proyectil, dos de ellas también en la zona de la cabeza. Los estándares internacionales dictan que no se puede disparar de abdomen hacia arriba ya que puede afectar a los órganos vitales. Sin embargo, casos como los de estos días demuestran la mala praxis reiterada en su uso.
El Centre Irídia y Amnistía Internacional han exigido desde hace tiempo que se haga público el protocolo de uso de las lanzadoras que disparan balas de foam, que se les ha denegado repetidamente alegando motivos que apelan a la seguridad.
No obstante, si la población y las organizaciones de la sociedad civil no podemos acceder a las instrucciones que recogen el procedimiento de uso de estas armas, se nos priva la posibilidad de estudiar si el protocolo es adecuado y, con ello, saber si los agentes actúan de acuerdo a éste. Y allí donde no se puede fiscalizar la mala praxis, se abre las puertas a la impunidad.
Las armas consideradas como no-letales no matan, pero destrozan vidas. Mutilar es atentar contra la integridad física y psicológica de una persona y deja secuelas de por vida. Ser mutilada ejerciendo el derecho a manifestación, es un atentado directo contra los Derechos Humanos y la vida que no debería tener cabida en las democracias del siglo XXI que se autodenominan plenas.
Aún y el anuncio de los Mossos de abrir una investigación interna para esclarecer los hechos del caso de la chica que perdió un ojo, la situación pide una investigación independiente, mecanismos de control efectivos, rendición de cuentas y de una reflexión estructural sobre el paradigma imperante de seguridad cada vez más militarizado y con una excepcionalidad cada vez más normalizada.
Pedimos que los cuerpos de seguridad detengan el uso de las balas de foam en Cataluña y de cualquier tipo de armamento ante manifestaciones ciudadanas, ya que la realidad demuestra que, independientemente de los protocolos existentes, su uso efectivo atenta contra las libertades fundamentales propias de un estado de derecho.
Como expresamos desde hace tiempo, este modelo de seguridad está lejos de poner las personas y sus derechos en el centro. Toca hacer una reflexión a fondo, que pasa por el replanteamiento estructural de un modelo de gestión del orden público y la búsqueda de nuevos paradigmas que no traten a personas ejerciendo el derecho a la manifestación como soldados de guerra.