La incidencia del error humano en la gestión del armamento nuclear
Hace justo un mes aparecía una noticia en el New York Times, que en nuestro país pasó desapercibida: el Secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, ordenó una evaluación del sector nuclear militar, a raíz de unos informes sobre los engaños y la moral baja de oficiales de las Fuerzas Aéreas asignados a los centros de lanzamientos nucleares.
Se han registrado una serie de accidentes entre la plantilla encargada de la custodia y, cuando correspondiese, del lanzamiento de armas nucleares.
El contralmirante John Kirby,
portavoz de Defensa, afirmó que hay problemas sistémicos entre el
personal del ámbito de la carrera nuclear. Kirby agregó que los errores
de aquellas personas que supervisan el arsenal nuclear han generado
“preocupaciones legítimas sobre la gestión de una de las tareas más
importantes y delicadas”.
Hagel declaró que estaba abierto a
aumentar el sueldo del personal encargado de los misiles, un personal
que trabaja en sótanos aislados, incómodos y pequeños, desde donde se
lanzan los misiles.
Días atrás la Fuerza Aérea había
suspendido 34 oficiales responsables del lanzamiento de misiles
nucleares, por haber hecho trampas en las pruebas mensuales de aptitud o
no haber informado sobre dichas trampas. Se destituyó también a
diecisiete oficiales destinados a vigilar los misiles nucleares de la
clase Minuteman, por haber violado los códigos de seguridad. En otra
ocasión, se pilló a ciertas personas con capacidad para hacer
lanzamientos nucleares, medio dormidas y desprevenidas con la puerta
abierta, una violación de la normativa de seguridad.
El senador demócrata Mark Udall y
presidente de la subcomisión del Senado que supervisa el arsenal
nuclear, admitió: “sigo preocupado por los errores de cálculo y de
disciplina manifestados en los últimos meses por algunos oficiales
asignados a los lanzamientos de misiles”.
Lloyd J. Dumas, profesor de la
Universidad de Texas, ha estudiado la posibilidad de cometer errores por
parte del personal encargado de tecnologías peligrosas y los factores
que pueden incrementar esa posibilidad. Un informe suyo sobre este tema
recoge datos alarmantes. Casi el 80% de los incidentes registrados en
diez centrales de energía nuclear estudiadas, fue consecuencia de
errores de los trabajadores o del uso de procedimientos diseñados de
forma deficiente. Durante los 60 años correspondientes al periodo
1950-2009, hubo una media de casi un accidente grave relacionado con
armas nucleares, cada siete meses. Bastarán un par de ejemplos para
conocer la envergadura de estos accidentes: el verano de 1956, un
bombardero B-47 se estrellaba en Inglaterra contra un almacén que
contenía tres armas nucleares. El 24 de junio de 1994, un bombardero
B-52 chocaba cuando el piloto hizo girar el avión para evitar
estrellarse en una zona de almacén de armamento nuclear.
Dumas identifica también los
factores que pueden favorecer la comisión de errores: aburrimiento,
estrés, aislamiento, abuso de alcohol y drogas … El aburrimiento provoca
disminución o ausencia de la vigilancia. El aislamiento se suma a veces
en el mismo sentido (recordemos los sótanos de los que hablaba el
Secretario de Defensa ). Está estudiado que un nivel alto de estrés
continuado (y trabajar con tecnologías peligrosas puede ser muy
estresante) puede desembocar en serios problemas físicos o emocionales,
como depresiones severas y desorden de estrés post- traumático, que
provoca dificultad de concentración, extrema desconfianza hacia los
demás, pesadillas recurrentes, etc. Todo esto tiende a reducir la
fiabilidad de la persona.
Para hacer más soportables el
aburrimiento y el estrés, a veces se recurre al abuso de drogas y de
alcohol. Los datos publicados por el Pentágono para los años 1975-1990
presentan un mínimo de 20.000 militares estadounidenses que fueron
apartados de forma definitiva de sus tareas nucleares durante ese
período, como consecuencia del abuso de drogas. El abuso de alcohol
añade otros 70.000 casos. En 1987 se hizo público en EE.UU. que “comités
del Congreso, entidades observadoras y la comisión del Regulador
Nuclear habían encontrado repetidamente operadores de plantas nucleares
dormidos o afectados por alcohol y drogas”.
Todos estos accidentes y errores en
la gestión y vigilancia de los arsenales nucleares nos alertan del
peligro de seguir manteniéndolos. No es descartable que un incidente
llegue a desencadenar un desastre de grandes dimensiones o una guerra
nuclear, de forma accidental o debido a un error humano.
La preocupación del Pentágono
refuerza nuestro rechazo a las armas nucleares. La solución definitiva
requiere el desmantelamiento de todo el arsenal nuclear mundial.
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