La solución no es militarizar RCA
RCA es un país donde cuatro de los cinco presidentes han sido depuestos por un golpe de estado, donde existen 551.600 desplazados internos, cerca de la mitad solo en la capital Bangui, incluyendo a 70.000 viviendo en míseras condiciones en el aeropuerto de la ciudad, y donde además 341.600 se han refugiado en las vecinas Camerún, Chad, República Democrática del Congo y República del Congo. RCA ha sido y es un país que se encuentra en una crisis humanitaria y política permanente, que ha visto agravada su situación por enésima vez.
La reciente irrupción de Seleka, un grupo armado que puede contar con entre 5000 y 7000 efectivos principalmente con origen en el noreste del país, compuesto por chadianos y sudaneses, y su posterior llegada al poder el 24 de marzo de 2013, junto a la revuelta de los grupos anti-Balaka (anti-machete), compuestos por milicias rebeldes y otros grupos anti-Seleka, y que incluye entre sus miembros ex-militares de las Fuerzas Armadas Centro Africanas (FACA), ha sumido a RCA en una situación de violencia generalizada y venganzas, en la que la utilización de las diferencias identitarias ha llevado a una elevada polarización entre cristianos y musulmanes y al distanciamiento entre grupos étnicos. A ello hay que sumarle la desconfianza existente anteriormente, entre sedentarios y nómadas, una de las razones que con más acierto puede explicar las raíces de una parte de la violencia inicialmente de baja intensidad que hoy se ha generalizado en todo el país. El resto es lo de siempre, una baile de siglas de grupos armados cuyos líderes buscan su parte del pastel en los procesos de reparto de poder tras demasiados años de conflicto armado de mayor o menor intensidad y cuyos soldados tienen pocas alternativas a la lucha armada. Una eterna inestabilidad política, económica y las recurrentes crisis humanitarias que han azotado el país se han encargado de que RCA pase de ser un estado considerado frágil a uno fallido, en el que la Comunidad Internacional ha decidido actuar, como siempre, tarde y por la vía militar.
Ahora, en poco más de un año el gobierno ha cambiado tres veces de manos. El Acuerdo de Paz de Libreville de enero de 2013 fue incumplido por Seleka, que tras colocar a su lider Michel Djotodia como autoproclamado presidente, fracasó por los abusos de los ex-Seleka y la irrupción de los grupos de autodefensa anti-Balaka que extendieron la violencia hasta la capital. Ello llevó a la dimisión de Djotodia a principios de 2014 y a la llegada al poder como presidenta interina de Catherine Samba-Panza, con el objetivo de estabilizar el país y organizar a toda prisa unas previsiblemente poco democráticas elecciones en 2015.
La Comunidad Internacional ha respondido en RCA con varias dosis de militarismo. La MICOPAX (antes FOMUC) era la Misión de consolidación de la Paz en República Centroafricana impulsada por la Comunidad de Estados de África Central (ECCAS, Economic Community of Central African States), empezó el 4 de diciembre de 2002, y con 700 efectivos militares de Camerún, Chad, RDC, y Gabón, 30 observadores militares (de Burundi, Camerún, Chad, República de Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y 150 policías (de Guinea Ecuatorial) –financiados por la UE, Francia y ECCAS–, fue incapaz de detener el avance de Seleka hacia la capital Bangui. A partir de entonces, la presión francesa para aumentar la capacidad militar de la intervención extranjera llevó a que en julio de 2013, llegara la resolución 2127 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que impulsó la creación de la MISCA (Misión de Apoyo a Centroáfrica) de la Unión Africana, en sustitución de la ineficiente MICOPAX. La MISCA fue dotada con 6000 militares y policías de diversos estados de África Central, desplegada bajo instancias de la Unión Africana. Esta misión es financiada en su totalidad por la UE. En febrero de 2014, la MISCA contaba con 6032 militares.
Por otro lado, y de forma paralela, el ejército francés siempre ha estado presente en RCA, sobre todo en la capital. Pero su intervención militar actual, que ya cuenta con 2000 soldados, ha supuesto un salto cualitativo en su implicación en el conflicto centroafricano. A través de la operación Sangaris desplegada a partir del 5 de diciembre del mismo año por la misma resolución 2127 del Consejo de Seguridad, para dar apoyo a la MISCA. A esto hay que sumar la amplia presencia militar francesa en el Sahel, en Chad con la operación Epervier (950 efectivos), en Mali (1600) en la Operación Serval y 100 efectivos en la EUTM. Además, la apuesta de la Unión Europea (UE) por la estabilización a través de la vía militar de RCA ha tenido otros pilares, las intervenciones militares europeas desplegadas en la zona han sido principalmente dos: la EUFOR Chad/RCA, de 2007 a 2009, y la actual misión desplegada en el área de Bangui, la misión EUFOR-RCA, sustentada en la resolución 2134 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
A la Operación Sangaris del ejército francés hay que sumar un contingente de la UE de 1000 efectivos, que comienza a desplegarse en el segundo trimestre de 2014. En este contingente, participa España, desde que, previa solicitud de las autoridades francesas, el Consejo de Ministros del 13 de diciembre de 2013 aprobó contribuir con un avión T-10 ‘Hércules’ y un contingente de apoyo hasta un máximo de 60 efectivos militares, para facilitar el despliegue y sostenimiento de las fuerzas francesas en RCA, inicialmente mediante el apoyo aéreo desde España y, en caso necesario, desde bases francesas en Gabón o Chad. El despliegue del destacamento ‘Mamba’ en Libreville (Gabón) comenzó el 21 marzo de 2014. Un contingente español integrado por 50 componentes de Operaciones Especiales y un grupo de 25 efectivos de la Guardia Civil llegaron el 28 de mayo a Bangui, mientras otros 10 militares españoles ya se encuentran desplegados en los cuarteles generales instalados en Larissa (Grecia) y en Bangui. Este contingente permanecerá durante un periodo inicial de seis meses en RCA y su misión será la de colaborar en el restablecimiento de la seguridad en la capital del país y sus alrededores, zona en donde sustituirán a las fuerzas francesas de la operación ‘Sangaris’ y a las fuerzas internacionales MISCA de la Unión Africana y así favorecer operaciones de estas fuera de la capital.
Recientemente, el Consejo de Seguridad ha adoptado una resolución por la que establece una nueva misión en RCA, la MINUSCA por un periodo inicial que llegará al 30 de abril de 2015, e integrará la oficina integrada de Peacebuilding de NNUU en RCA (BINUCA) existente desde 2009. El 15 de de septiembre se espera que la MINUSCA cuente con 10000 militares, incluyendo 240 observadores militares, 200 destinados a administración; y 1800 policías. Esta misión actuará bajo el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. La transferencia de autoridad de la MISCA a la MINUSCA deberá realizarse también el 15 de septiembre. Otras consideraciones de la resolución autorizan a las Fuerzas Francesas a utilizar todos los medios necesarios para dar apoyo a la MINUSCA.
Llegados a este punto nos tenemos que preguntar: ¿Ha ayudado una larga y relativamente numerosa presencia militar internacional a la población del país? La respuesta es no. Si observamos los datos sobre la situación humanitaria en el país (tabla 1) podemos comprobar que el caso de RCA es otro más en la larga lista de despropósitos de la Comunidad Internacional, que actúa tarde y mal, invirtiendo ingentes sumas de dinero, por la vía militar para hacer frente a una violencia previsible y esperable, que buena falta hacen en aspectos humanitarios y de desarrollo. Porque, ¿acaso no sabían en Naciones Unidas, Francia o España, –que va de la mano de su vecino del norte–, que la situación en RCA era insostenible, que ya son décadas en las que su población vive en la miseria y en el mayor ostracismo por parte de la Comunidad Internacional? La Oficina para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas en RCA estima en 2,5 millones la población con necesidades, más de la mitad del total. Organizaciones humanitarias que trabajan desde hace ya largo tiempo en el país prácticamente solas, como Médicos Sin Fronteras, vienen alertando de esta situación desde mucho antes de que estallara la violencia a niveles suficientes para aparecer en los medios de comunicación occidentales. Es cierto que hay que desarmar el país, es cierto que hace falta un proceso de democratización, pero sobre todo, lo que necesita RCA es una apuesta decidida por parte de la Comunidad Internacional para revertir una crónica crisis humanitaria que ofrezca una alternativa de desarrollo y paz a su población, no más armas ni más militares.
Tabla 1: Situación humanitaria en RCA
Datos generales | |
Índice de desarrollo humano | 180. Bajo |
Esperanza de vida | 48 años |
PIB per cápita | 789 $ |
Mortalidad infantil/1000 | 105,38 |
Analfabetismo | 49,00% |
Afectados por VIH | 13,50% |
Refugiados | 341600 |
Desplazados internos | 551600 |
Personas en riesgo de inseguridad alimentaria | 1,7 millones |
Población que necesita asistencia | 2,5 millones |
Desnutrición aguda | 11,90% |
Niños afectados por la crisis | 2,3 millones |
Niños que se quedarán sin educación por el conflicto | 150.000 |
Personas que necesitan un refugio con urgencia | 703.975 |
Niños con malnutrición severa | 28.000 |
Fuente: PNUD (2013) Índice de Desarrollo Humano (), https://data.undp.org/dataset/; OCHA (2014), Central African Republic Situation Report No. 32 reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/OCHA%20CAR%20Situation%20Report%20No%2032_140701_final.pdf; Jiménez Olmos (2014) El Conflcito en la República Centroafricana, Revisa de Aeronáutica y astronáutica http://www.seipaz.org/documentos/436-447%20CENTROAFRICANA-2.pdf
Fuente: PNUD (2013) Índice de Desarrollo Humano (),
https://data.undp.org/dataset/; OCHA (2014), Central African Republic
Situation Report No. 32
reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/OCHA%20CAR%20Situation%20Report%
20No%2032_140701_final.pdf; Jiménez Olmos (2014) El Conflcito en la República
Centroafricana, Revisa de Aeronáutica y astronáutica http://www.seipaz.org/documentos/436-447%20CENTROAFRICANA-2.pdf
*El autor agradece a Ainhoa Ruíz su inestimable ayuda en la realización de este artículo