Las políticas nucleares de incicio del siglo XXI

Las políticas nucleares de incicio del siglo XXI

Los medios de comunicación han puesto de relieve los peligros que supone la proliferación nuclear de países como Corea del Norte o de Irán, pero poco se ha hablado del riesgo mismo que comporta la propia existencia de armamento nuclear ni tampoco de los planes nucleares de los países que la poseen.

xa existència d’armament nuclear ni tampoc dels plans nuclears dels països que en posseeixen.


Su permanencia en los arsenales militares de las principales potencias ha ido acompañada, en esta primera década del siglo XXI, por una revitalización de los arsenales y una actualización de las estrategias militares de cómo emplearlas en el nuevo marco, iniciado tras el 11-S.

El giro más importante en las políticas militares nucleares fue el que se expresó en la Nuclear Posture Review (NPR) , aprobada por la administración Bush en enero de 2002. Este documento define la actual estrategia nuclear norteamericana, su uso y los nuevos desarrollos a implementar en los arsenales nucleares.

La NPR resumía su política en cinco puntos. En primer lugar, señalaba que Rusia continuaba siendo el único Estado poseedor de armas nucleares con capacidad para destruir Estados Unidos; establecía, en segundo lugar, una lista de seis estados como objetivos potenciales para sus armas nucleares –Corea del Norte, Irán, Iraq, Siria; Libia y la China- ; en tercer lugar, añadía a la antigua tríada nuclear de sistemas de ataque ofensivo (misiles balísticos, bombarderos estratégicos y submarinos lanzadores de misiles) los sistemas de defensa, cuya expresión será el impulso a la creación de un escudo antimisiles que será  el territorio norteamericano invulnerable; en cuarto lugar, establecía como objetivo tener la capacidad de destrucción de búnkeres enterrados que pudieran albergar Armas de Destrucción Masiva (AMD); y finalmente, se reafirmaba en el mantenimiento de una gran reserva de armas nucleares.

La NPR de 2002, junto a la renovación de los sistemas de armas de la tríada que aseguran su permanencia al arsenal estadounidense hasta finales del siglo XXI , propone la creación de una nueva generación de armas nucleares que puedan ser utilizadas realmente: minibombas atómicas, bombas antibunkers que sean capaces de destruir búnkeres a gran profundidad o para neutralizar arsenales químicos o biológicos . Con esta decisión el arma nuclear se separa del esquema clásico de  la disuasión y se prepara para ser utilizada en el campo de batalla real, centrada en la rapidez y la sorpresa. La NPR, frente a quienes piensan que es un arma radicalmente diferente y que su función únicamente es la de disuadir, es decir asustar a potenciales enemigos con una brutal reacción en caso de un ataque, toma partido por quienes consideran el armamento nuclear como un instrumento militar más, simplemente más eficaz que los otros, y que por lo tanto no hace falta excluir de entrada su utilización. De este manera elimina la separación, hasta entonces existente entre el armamento nuclear y el armamento convencional y con ello realiza una banalización del arma nuclear que facilita su uso real.

La consecuencia más directa de la política de la NPR es el rechazo a los acuerdos de control de armas. En 2002 EE.UU. se retiró del Tratado sobre Misiles Antibalisticos (o Tratado ABM), que limitaba el número de sistemas antibalísticos, para iniciar la creación del escudo antimisiles; en el mismo sentido  no se ratifica el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares concluido el 1995 (CTBT). Pese a que la administración Bush hizo bandera de la amenaza de las Armas de Destrucción Masiva, no optó por la vía del desarme y la no proliferación a través de la vía normativa y de la confianza para tenerlas controladas, sino por la vía de incrementar las capacidades militares desencadenando de este modo, paradójicamente, una nueva carrera de armamentos  y un nuevo impulso a la proliferación nuclear de aquellos países que puedan sentirse amenazados por esta política.


La NPR, al amenazar nuclearmente a países no nucleares, rompe también el compromiso tomado por EE.UU. en 1978, asumido también por las cinco potencias nucleares durante la prórroga del TNP el 1994 , y ratificado de nuevo por el presidente Clinton en 1996, de no utilizar armas nucleares contra un país que no las poseyera. Pero incluso, al insertarse en la doctrina del ataque preventivo, pueden ser utilizadas contra países que no sólo no las poseen sino que ni tan siquiera les hayan atacado.

La Administración Obama ha accedido a parar y revaluar el polémico escudo antimisiles, pero no ha renunciado a la estrategia del primer golpe, y tiene pendiente en los próximos meses promulgar una nueva NPR que sustituya a la de 2002.
Rusia  ha realizado un esfuerzo en esta década para renovar sus arsenales nucleares, con la intención de compensar sus debilidades en armamento convencional, y evitar así que su estatus de gran potencia militar pudiera verse cuestionado. Recientemente ha publicado su nueva doctrina militar, que incluye los principios de disuasión nuclear hasta el 2020 . La nueva doctrina militar reserva el uso de la arma nuclear para hacer frente a amenazas contra la existencia misma del Estado, y en respuesta a ataques no sólo nucleares sino también de otras armas de destrucción masiva, a la vez mantiene en la ambigüedad la posibilidad de realizar ataques nucleares preventivos. Aprueba, también, continuar con la modernización y desarrollo de la triada nuclear rusa, uno de cuyos objetivos ha de ser aumentar su capacidad para superar sistemas antimisiles de posibles adversarios.


Francia, durante esta década, a pesar del discurso de su independencia nuclear, ha adaptado su doctrina a los nuevos aires de la guerra contra el terror y las armas de destrucción masiva que imponía la administración norteamericana. En 2006 el todavía presidente francés, Jacques Chirac, anunciaba que Francia podría contestar con un ataque atómico a Estados que lo atacaran con medios terroristas, con armas de destrucción masiva o para garantizar los aprovisionamientos estratégicos y la defensa de los aliados, rompiendo así su compromiso de no atacar nuclearmente a países no nucleares.  Para poder hacer real y creíble esta amenaza de ataques nucleares selectivos y limitados Francia ha desarrollado una nueva generación de misiles instalados en submarinos con menos cabezas nucleares, que desde este año 2010 ya son operativos.

El Reino Unido inició en 2006 un programa para preparar una nueva generación de armas nucleares con las que renovar las ojivas nucleares que arman los misiles Trident de fabricación norteamericana y los cuatro submarinos que constituyen su fuerza nuclear. Las cabezas nucleares se fabrican y se mantienen en el Atomic Weapons Research Establishment (Awre) en Aldermaston, a Berkshire.

El nuevo concepto estratégico de la OTAN, de 1999, declara que la permanencia de las fuerzas nucleares norteamericanas en Europa es indispensable para garantizar su seguridad. Se estima que EE.UU. mantiene bombas nucleares en seis países de la OTAN, y que cuatro de ellos, Bélgica, Alemania, Italia y los Países Bajos almacenan 200 bombas B-61 en sus bases aéreas y disponen de aviones y pilotos capaces de lanzarlas. Pese a que las bombas son propiedad de los EE.UU., por un acuerdo de  la  OTAN durante la guerra fría, su control puede ser transferido a un país de  acogida en tiempo de conflicto. La cumbre de Praga de 2002 de la OTAN hizo suya la doctrina del ataque preventivo para impedir determinados ataques terroristas y pese a que ésta no se ha trasladado a la doctrina nuclear, en 2007 cinco antiguos generales de la OTAN, en la que habían ocupado una posición muy destacada, recomendaban en un largo informe que ésta adoptara el concepto norteamericano del ataque nuclear preventivo .


La última potencia nuclear “oficial”, China, mantiene la doctrina de no hacer el primer uso del arma nuclear, en la línea de utilizarla únicamente como un elemento de disuasión frente a ataques nucleares, pero también ha emprendido un proceso de modernización del armamento nuclear con el que aspira a tener en servicio en el 2015 una nueva generación de misiles balísticos y a aumentar su arsenal de cabezas nucleares, se estima que hasta 220 desde los 200 actuales.



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