Los recientes proyectos militares de I+D subvencionados por la UE
La Unión Europea optó, hace años, por la vía de la militarización y el rearme con la doble finalidad de velar por sus intereses económicos y geopolíticos (véase el control de las rutas comerciales y el acceso a los recursos naturales, cada vez más escasos) y de blindarse ante el fenómeno migratorio.
Para ello, la Comisión Europea aceptó, tiempo atrás, el consejo de la industria europea de defensa y decidió la puesta en marcha de un plan de financiación de investigación militar, el llamado Fondo Europeo de Defensa (FED). Por primera vez en la historia de la UE, la Unión financiará la investigación y el desarrollo de productos y tecnología estrictamente militares. El Fondo se ha integrado en el actual Marco Financiero Plurianual 2021-2027.
Fondos públicos subvencionarán proyectos de investigación (el 100% de los costes con cargo a la UE) y proyectos de desarrollo (20% con cargo a la UE y 80% con cargo a los Estados miembros) de productos y tecnología militar. La industria europea de defensa y seguridad llevará a cabo esa investigación, cobrará las subvenciones del Fondo, se quedará la propiedad intelectual de los resultados de las investigaciones y, finalmente, se lucrará vendiendo estos resultados a los Estados miembros, obligados a ello por la propia regulación del FED. Un negocio redondo para el sector. En el Marco Financiero 2021-2027, el FED tiene una asignación de 8.000 millones de euros, a los que se sumarán las contribuciones de los Estados miembros, en el caso de los proyectos de desarrollo militar.
En 2021 se puso en marcha el primer programa de trabajo del FED. Durante el último trimestre de ese año se abrió el periodo para la presentación de proyectos que optasen a ser subvencionados. El 25 de enero de 2023 se ha publicado la lista de las solicitudes aprobadas. De los 142 proyectos que se presentaron, se han seleccionado 60. El presupuesto destinado a ellos asciende a 1.166 millones de euros, de los que 322 millones son para proyectos de investigación militar y 845 millones para proyectos de desarrollo militar. La cuarta parte de los proyectos (quince) que serán subvencionados tienen conexión con la PESCO (Permanent Structured Cooperation: es decir, la política de seguridad y defensa de la Unión Europea a través de la cual 25 de las 27 fuerzas armadas nacionales persiguen su integración estructural).
En la presentación de los proyectos seleccionados, se afirma que, con esta selección, el FED secundará proyectos de aviones de combate de última generación, tanques y barcos, tecnologías primordiales de defensa como la inteligencia artificial, los semiconductores, el espacio, la nube militar, la cibernética y las tecnologías disruptivas y también aprovechará las pequeñas y medianas empresas o start-ups prometedoras (el 18% del volumen de financiación y el 43% de entidades implicadas en los proyectos seleccionados corresponde a la pequeña y mediana empresa).
Los proyectos aprobados se distribuyen en distintas áreas temáticas. Las áreas de Combate naval, Combate terrestre, Combate aéreo, Defensa aérea y antimisiles y Movilidad y protección militar, contabilizan trece proyectos. Todas estas áreas se integran en el ámbito militar y no son calificables como temáticas de utilización o función dual. La mayoría de los proyectos de mayor presupuesto se integran en dichas áreas. El total adjudicado a todas ellas asciende a 597,1 millones, el 51,21% del total de financiación.
Las demás áreas son: Cibernética; Tecnologías disruptivas; Energía y medio ambiente; Materiales y componentes; Innovación en defensa; Materiales y CBRN (amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares); Sensores; Espacio; y Superioridad en la información.
De los 60 proyectos seleccionados, 11 recibirán subvenciones de importe superior a 30 millones de euros. Otros 17 recibirán subvenciones de importes comprendidos entre 10 y 30 millones de euros. Y a los 32 restantes se les han asignado subvenciones inferiores a 10 millones de euros. La subvención de mayor importe es de 100 millones de euros y corresponde a un proyecto del área de Defensa aérea y antimisiles. Los proyectos con elevadas subvenciones suelen estar relacionados con la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO).
Participación española
La industria de defensa española jugará un papel muy relevante en esta primera convocatoria del FED. Entre los 60 proyectos aprobados, hay 42 con participación de entidades (empresas, centros de investigación, universidades) españolas. Dado que algunas entidades colaboran en más de un proyecto, esos 60 proyectos seleccionados acogen 116 participaciones de entidades del Estado español. La suma de las subvenciones adjudicadas a esos 42 proyectos (en los que hay participación española) asciende a 1.027 millones de euros, el 88% del total de financiación.
No es posible cuantificar la asignación dineraria que obtendrá el sector militar español porque la Unión Europea no facilita el desglose de las ayudas del FED ni por países ni por entidades partícipes. Ello, no obstante, no es aventurado suponer que la parte española será elevada.
Las entidades españolas participarán en once de los trece proyectos de las áreas de Combate naval, Combate terrestre, Combate aéreo, Defensa aérea y antimisiles y Movilidad y protección militar. También están presentes en diez de los once proyectos con mayor subvención mencionados más arriba.
Las mayores empresas militares españolas participan, en mayor o menor medida, en esos 60 proyectos aprobados. Destaca Indra, con presencia en 18 proyectos, de los cuales coordina uno. Le siguen Navantia (también coordina un proyecto), GMV Aerospace and Defence y Sener, todas ellas con participación en 5 proyectos. Esta última empresa, Sener, coordina dos proyectos, uno de los cuales es el único integrado en el área de Defensa aérea y antimisiles y el de mayor subvención (100 millones).
A continuación, Thales (4 proyectos) y Airbus (3 proyectos). El resto de empresas colaboran, únicamente, en uno o dos proyectos. El principal centro español de investigación militar, el INTA, participa en 7 proyectos. En total, las entidades españolas coordinarán 14 (el 23%) de los 60 proyectos, prácticamente uno de cada cuatro.
Sorprende negativamente que universidades públicas y centros españoles de investigación participen en la investigación militar. Destacan la Universidad Politécnica de Madrid, que colabora en cuatro proyectos y la Universidad de Zaragoza, que coordina uno de ellos. Están también involucradas la Universidad de Sevilla, con 2 proyectos y las universidades de Vigo, Coruña, Alcalá y Murcia, cada una de ellas implicada en un proyecto. Y los centros de investigación Barcelona Supercomputing Centre, Fundació Institut de Ciències Fotòniques y el Palma Research Centre, que coordina un proyecto.
Comentarios finales
Participan en esta convocatoria del FED todos los países de la UE, salvo uno: Malta. Si bien en otros temas no hay siempre consenso entre los Estados Miembros de la Unión, parece que sí lo hay en el ámbito militar.
Es preciso observar que algunas de las empresas adjudicatarias de subvenciones tienen amplios historiales de corrupción, irregularidades y malas prácticas. Es el caso, por ejemplo, de la española Indra, la italiana Leonardo (antes Finmeccanica), la francesa Thales… Ello no ha supuesto ningún obstáculo en la decisión de la Comisión Europea de concederles dinero público.
Y no podemos olvidar que las subvenciones del FED se destinan a proyectos de investigación y desarrollo. Posteriormente, los resultados de dichos proyectos serán la base para la fabricación, por parte del sector de defensa, de prototipos y tecnología militares que los mismos Estados Miembros deberán comprar, según estipula el reglamento del FED. Una situación inmejorable para el sector europeo de defensa, ya que tiene la venta y los clientes garantizados.
Constatamos el alto grado de participación de la industria militar española. No nos debería extrañar ya que el Estado español se halla, desde hace años, entre los diez mayores exportadores de armamento del mundo. En la mayoría de sectores industriales, España no ocupa una posición tan destacada.
Todos los recursos que la Unión Europea está destinando a su militarización detraen recursos que se deberían destinar a bienestar y justicia social. Por otro lado, ante un posible conflicto, esta posición militarista y armamentística (ya anterior a la guerra de Ucrania) podría derivar en la anteposición de las respuestas militarizadas a las respuestas diplomáticas, de diálogo y colaboración internacional.
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