Más bombas, más violencia, más terrorismo y más inseguridad

Más bombas, más violencia, más terrorismo y más inseguridad

La irrupción del grupo armado Estado Islámico, más conocido como ISIS, en el conflicto sirio e iraquí, ha sido la excusa perfecta para poner de nuevo de acuerdo a las potencias occidentales en la necesidad de intervenir militarmente en Oriente Medio.

Es, de nuevo, la estrategia acción-reacción. En este caso, acción de un grupo armado con prácticas de guerra más sanguinarias y provocativas que cualquier otro, hasta el punto de que Al Qaeda ha mostrado explícitamente su distanciamiento. Y la reacción proveniente de EE.UU. y sus aliados más cercanos, con el objetivo aparente de detener la violencia y el imparable avance de este grupo armado.

La estrategia del ISIS, con decapitaciones online de periodistas y cooperantes, ha generado un marco perfecto para que la opinión pública de los países occidentales, reacia hasta ahora a una nueva intervención militar extranjera en Oriente Medio, parezca aceptarla de buen grado. Para comprobarlo, solo hay que dar un vistazo a algunas de las encuestas de opinión estadounidenses sobre esta temática. Cuando Obama llegó al poder el rechazo de la sociedad estadounidense a la guerra de Irak era claramente mayoritario. Sin embargo, ahora la opinión púbica norteamericana piensa que EE.UU. tiene la responsabilidad de actuar en Irak —hasta un 54% aprueba los bombardeos.

Pero habría que preguntarse si no es eso lo que quiere el ISIS. ¿No querrán que los países occidentales decidan intervenir militarmente en los territorios que ahora controlan, para legitimar de cara a la población de estas zonas su presencia y sus aspiraciones políticas? Por las noticias que llegan, parece más que cierto que hablamos de un grupo extremadamente violento, de verdaderos asesinos. ¿Pero no es igual o más violento quien lanza bombas de manera indiscriminada? Porque, algo debemos saber, las bombas occidentales no caerán con total precisión sobre el armamento del ISIS o destruirán alguna infraestructura estratégica desde un punto de vista militar sin causar más daños. Ni siquiera matarán solamente a los combatientes de este grupo armado. Los bombardeos causarán muertos y destrucción por todas partes, como siempre ocurre en estos casos. Habrá daños colaterales o, lo que es lo mismo, víctimas civiles cínicamente aceptadas por falta de puntería, o de voluntad de tenerla. Los bombardeos del ejército de EE.UU. y sus aliados generarán más odio y rencor hacia Occidente y ayudarán a que ISIS aumente su base social y la atracción de nuevos combatientes, que como hemos visto no son sólo de la zona en conflicto, sino también de los EE.UU., Reino Unido, Francia, España… y de buena parte de los países de mayoría musulmana. Incluso ya hay grupos que, como en Argelia, se suman a la marca ISIS, utilizando sus mismas tácticas, tal como ocurrió con Al Qaeda anteriormente.

No en vano, la sociedad española considera, según una encuesta del Real Instituto Elcano, que la amenaza del terrorismo islamista es una de las principales amenazas a nuestra seguridad. Pero también hay que considerar que ante los atentados en el metro de Madrid el 11 de marzo de 2004, la población relacionó mayoritariamente en ese momento, con gran acierto, esta agresión con la participación militar española en la guerra de Irak. Es decir, analizando lo que es mejor para nuestra seguridad, llegamos a la conclusión de que si somos percibidos como una amenaza por los demás, podemos sentirnos objeto de amenazas futuras por parte de aquellos. Si España participa en esta nueva aventura militar en Oriente Medio, volverá a estar en el punto de mira de sanguinarios grupos terroristas. Los bombardeos, no sólo traerán aún más destrucción y muerte en Irak y Siria, también nos traerán más inseguridad a nuestro país.

Pero decidir no intervenir militarmente en un conflicto no significa no tener que hacer nada. Claro que tenemos que responder a esta barbarie, al igual que a muchas más que ahora se están produciendo en el mundo. Tenemos responsabilidad de proteger, pero no desde una vertiente militar, sino con acciones civiles, políticas, humanitarias, diplomáticas. Busquemos alternativas a la intervención militar, creemos alianzas, trabajemos en el ámbito educativo, cultural, político y diplomático para el entendimiento de los pueblos. Invertimos en ayuda humanitaria y en el desarrollo de estos países, trabajemos de una vez de manera sincera por la paz. Sí, hay que responder a la violencia del ISIS, con fuerza, energía y determinación, pero no con bombardeos. Porque los bombardeos harán más fuertes a los violentos. Porque lanzando bombas seremos responsables de más muerte y destrucción en una zona del mundo donde el sufrimiento de la población civil alcanza cotas inimaginables desde los cómodos despachos de políticos y militares. Además, seamos conscientes de que estos bombardeos nos generarán más inseguridad a nosotros mismos.


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 30/09/2014


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Publicado en Publico, el 30/09/2014
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