No robarás y los papeles de Panamá
Hoy nos enfrentamos a una crisis económica, política, cultural y social a escala mundial; nos enfrentamos a un sinfín de problemas mundiales sin resolver como la pobreza, el hambre, la muerte por enfermedades curables como la malaria o la tuberculosis, la falta de empleo, las diversas violencias de genero, narcotráfico, crimen organizado o guerras, tensiones provocadas por la exclusión y marginación de grandes mayorías de la población. La corrupción política y económica, la conflictividad social con tintes racistas y xenófobos, un mayor apoyo a formas de gobierno no democráticas; la amenaza ambiental del cambio climático y desastres naturales como incendios, inundaciones o sequías.
Vivimos en un mundo dónde millones de personas no tienen trabajo, son pobres, tienen hambre o no tienen acceso a las medicinas; la mitad de la personas que habitan en el planeta vive con menos de 1,5 €/día; vivimos en un mundo dónde las diferencias entre ricos y pobres son abismales; allá donde reina la pobreza extrema nace la desesperación. En definitiva, el afán de lucro y la rapiña de unos pocos causan estragos en una mayoría.
Las causas de todos estos males podemos encontrarlas en el individuo, en su egoísmo; pero también podemos encontrarlas en unas estructuras sociales injustas y en unos valores culturales que han impregnado nuestra mente de tal manera que hace que estas situaciones injustas sean percibidas como normales.
El último escándalo de los Papeles de Panamá, nos pone de manifiesto que entre las elites económicas mundiales hay consenso, anteponer los intereses personales al bien común y no pagar impuestos o robar es un valor multicultural que comparten occidentales, árabes, judíos, chinos u otras comunidades de “ricos”. Los Papeles de Panamá muestran la solidaridad entre los que practican este capitalismo global, Putin comprende a Cameron al chino Xi o a la realeza saudita, entre ellos se comprenden, se justifican y se apoyan. Entre ellos comparten la cultura de “aprovéchate todo lo que puedas del sistema”, si no lo haces es que eres tonto o inútil.
La otra lección que nos ofrecen los Papeles de Panamá es que la corrupción es intrínseca al sistema capitalista y de libre mercado, que la corrupción no es una cuestión de mala práctica personal. Las élites “ricas” de banqueros, directivos de empresas o políticos son egoístas, quieren más riqueza de la que tienen, por eso utilizan su poder para que la ley se aplique de manera diferente al resto de población, utilizan el poder para modificar leyes que no les favorecen, para que las autoridades políticas se inclinen a favor de sus intereses y les protejan.
Los ricos siempre han sido codiciosos, la cuestión esencial radica modificar el sistema jurídico – legal y económico para impedir que la avaricia de unos pocos prime sobre el bien común.
En definitiva los Papeles de Panamá ponen de manifiesto que todas estas personas se comportan así porque pueden, y pueden porque nosotros lo permitimos.
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