Obreros, armas y Arabia Saudí
Los trabajadores de Navantia de la bahía de Cádiz han salido a la calle a manifestarse tras el anuncio de la ministra de Defensa, Margarita Robles, de suspender la venta de 400 bombas de guiado laser a Arabia Saudí, pues veían peligrar el contrato para fabricar cinco corbetas para ese país, tras conocerse el malestar manifestado por el Gobierno saudí. Inmediatamente el alcalde de Cádiz, José María González, conocido como Kichi, y la presidenta de Andalucía Susana Díaz se sumaron en dar soporte a los trabajadores de Navantia. Tras conocerse las quejas saudíes y de los trabajadores, el gobierno del PSOE ha dado marcha atrás y parece ser acabará suministrando las 400 bombas de un importe de 9,4 millones fabricadas por Expal (Maxam) a Arabia Saudí, para, posiblemente ser arrojadas sobre la población de Yemen. Muy triste y desalentador ver como unos obreros se manifiestan pidiendo fabricar armas, que un alcalde, la presidenta de una Comunidad Autónoma y el Gobierno del Estado, todos autodenominados de izquierdas los apoyen, también que los sindicatos callen. Ante estos hechos, la solidaridad, los derechos humanos, el medio ambiente, la paz son valores que quedan sin contenido, desaparece la ética y el bien común para que prevalezca el egoísmo personal. Y nadie, nadie, presenta alternativas, y haberlas hailas. ¿Los sindicatos de Navantia, el ayuntamiento de Cádiz, el Gobierno de Andalucía y el Gobierno del Estado se han puesto a investigar y diseñar un plan de conversión de esa naviera? ¡No! ¿Se ha buscado la complicidad de colegios profesionales de ingenieros, de asociaciones profesionales y de empresarios para llevar un plan de revitalización de la zona? Parece que no. Pero en cambio, seguro que es posible una reindustrialización y puesta en marcha de nuevos servicios en toda la bahía de Cádiz para limitar el impacto negativo de una conversión industrial de Navantia. Pues ese es el único camino para una empresa, que todos los años pierde dinero. Porque Navantia, empresa pública propiedad del Estado, es una empresa donde su cuenta de resultados siempre ha sido negativa. En 2016 se perdieron 230 millones, y en los últimos diez años 730 M€. Y si pierde dinero es porqué los costes de producción de sus buques son superiores al valor de su venta. Entonces, esas cinco corbetas que se venderán a Arabia Saudí por 1.800 millones para cubrir sus costes de producción deberían tener un valor más elevado. Entonces, esas pérdidas, se subsanan con recursos del Estado, y los puestos de trabajo de Navantia son ineficientes y valdría más la pena estudiar su conversión del ámbito militar y pasar a producir bienes y servicios de carácter civil que, cuando menos, no producirían ese desgarro moral, que es vender armas para la guerra. Pues esas corbetas servirán para continuar con el bloqueo de Yemen e impedir la llegada de alimentos y ayuda humanitaria a una población donde se calcula que siete millones de personas están al borde de la inanición. Además, y en otro orden de cosas, vender armas a Arabia Saudí contraviene la Ley de Comercio de Armas del Estado Español, que señala con toda precisión que no se deben vender armas a países inmersos en conflictos armados; países donde se cometan graves abusos a los derechos humanos; que pongan en peligro la paz regional. Así hasta ocho apartados que impiden las ventas de armas a la monarquía saudí. Pero a pesar de ello, Arabia Saudí es uno de los principales clientes de España en la compra de armamentos. Y ello es debido a dos cuestiones. Una, que priman más los intereses comerciales de las empresas españolas; la segunda, que las relaciones exteriores de España con ese país son prioritarias, pues es bien sabido que la petromonarquía saudí y los borbones españoles mantienen una fuerte amistad. Lo cual es más importante que los derechos humanos de los y las saudíes, o los miles de muertos que las bombas que se arrojan sobre la población yemení. Sólo en 2017 Arabia Saudí adquirió armas a España por valor de 270,2 M€, 90 millones de las cuales eran en municiones. Es decir, si no se suministran 9,4 millones en bombas sólo se suspendía un 10% de las municiones y un 3,5% del total de las ventas de ese año. Por tanto, ese gesto podía ser una pequeña satisfacción, pero no resolvía el problema ético de fondo, que los trabajadores de Navantia con el apoyo de algunos políticos han puesto encima de la mesa. ¿Para cuándo abordar la cuestión ética de la exportación de armas?
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