Propuestas para vencer al yihadismo
Los atentados del yihadismo en París han provocado que el gobierno de François Hollande declarará la guerra al terrorismo y acentuar los bombardeos en Siria. Una guerra que solo provocará más dolor y más odio.
París y Beirut han vuelto a ser objetivo de atentados terroristas. Estos atentados, como tantos otros anteriores, han sido llevados a cabo por grupos que se autodenominan yihadistas y que en nombre del Islam atacan a aquellos que, tanto dentro como fuera del Islam consideran sus enemigos, en especial como venganza contra quienes los combaten en Siria o Irak.
Estos atentados forman parte de la guerra que el ISIS (siglas en inglés de Daesh) han declarado a todo “Occidente”, o mejor dicho, a todos aquellos países que se han alineado o apoyado a Estados Unidos en la coalición internacional que ha intervenido militarmente en el Oriente Medio. Coalición a quien consideran la principal causa de los males que sufren los países musulmanes, según su interpretación fundamentalista político-religiosa del Islam.
Una organización, el ISIS, que se nutre de voluntarios que provienen de muchos países, también de la Europa occidental, que luchan para construir lo que ellos denominan un Califato o Estado islámico (denominación que no encaja con lo que se entiende por Estado). Un ISIS, que ha superado en número, 30.000 o 40.000 efectivos, y efectividad, pues controlan parte de Siria e Iraq al también grupo yihadista AlQaeda y sus franquicias que con diferentes denominaciones actúan en diferentes países musulmanes.
La violencia armada perpetrada por estos grupos yihadistas se lleva a cabo mediante acciones terroristas con la intención de causar el mayor número de víctimas civiles en espacios muy concurridos: aeropuertos, aviones, ferrocarriles, metros, centros comerciales, discotecas, estadios… Acciones que buscan especialmente un gran impacto mediático, así demostrar al mundo su fuerza y capacidad destructiva.
Sin lugar a dudas hay que decir que se debe combatir a esta organización, que nuestros estados deben prevenir y proteger a la ciudadanía de estos ataques, que se trata de crímenes de lesa humanidad y que hay que perseguir y condenar a sus autores. Pero además, también hay que decir, que no es fácil combatir a unos sujetos que actúan en la clandestinidad en nuestros países. Que tampoco será suficiente derrotarlos militarmente en los territorios que controlan en Siria e Irak. Es decir, que la guerra, en el sentido clásico, puede ser incluso contraproducente, pues producirá más dolor, destrucción y desgarro en los países en que se actúe, produciendo una espiral de mayor violencia contra los países atacantes.
Por tanto, ni los bombardeos, ni una intervención terrestre contra el ISIS acabará con ellos, pues se producirá una dispersión de sus miembros, que producirá nuevas células en otros lugares. Además tampoco solucionará el tema de la guerra civil que vive Siria, pues sus causas y agentes que allí combaten son otros. Habrá que buscar otros medios para acabar con el yihadismo. El primero e imprescindible es reconocer que los estados europeos son parte del problema y por tanto de la solución. Me refiero a las políticas practicadas desde nuestros propios gobiernos con todo el mundo árabe musulmán, tanto en el Norte de África como en Oriente Próximo.
En efecto, somos responsables del apoyo o laisser faire de las políticas coloniales y represivas que Israel practica con los palestinos y que son una humillación para todo el mundo árabe y musulmán. Somos responsables directos de las guerras y ocupaciones de Afganistán, Iraq Libia, Siria y Yemen. Países que hemos bombardeado, prestado ayuda militar o armado a grupos rebeldes que allí actúan, o de apoyo a los estados implicados en esas guerras. Guerras que han generado mucho odio hacia nuestros países. Por lo tanto, es imprescindible caminar en sentido contrario y encontrar a través de negociaciones con todas las partes un alto el fuego inmediato que acabe con los cientos de miles de muertos y los millones de refugiados que huyen de guerras que también son nuestras.
Una segunda cuestión de no menor importancia es cambiar las políticas hacia los países de Oriente Medio y Norte de África. Se debe acabar con el apoyo a esos regímenes represivos en libertades y derechos de sus poblaciones por el interés de asegurarnos el suministro de sus hidrocarburos de los que somos muy dependientes. Apoyo que se ha hecho extensivo a la represión de las diferentes corrientes políticas del islamismo, confundiendo yihadismo con islamismo político. Y en ese sentido, favorecer las demandas de libertad y democracia que piden las poblaciones, esa la razón de las revueltas populares de 2011. Ello comporta que hay que exigir a esos gobiernos, incluido Israel, que las relaciones políticas y los tratados comerciales tienen que estar sujetos a garantías de respecto de los derechos de sus poblaciones.
Unas políticas de este tipo, evitarían que nuestros países fueran vistos como cómplices de las agresiones que sufren las poblaciones del área de mayoría musulmana. Se nos dirá que esto, tal como están las cosas, es una política a largo plazo y no evitará, que ahora, el ISIS o AlQaeda continúen atacando nuestros países. Seguro que es cierto, pero apaciguaría los agravios y los rencores de aquellas poblaciones hacia nosotros, aislaría a los grupos yihadistas y ayudaría a un acercamiento entre culturas.
Las intervenciones militares, los bombardeos y las ventas de armas a los gobiernos de Oriente Medio ni se pueden disfrazar de humanitarias ni resuelven los conflictos, sino al contrario, generan más odio y nuevas venganzas.
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