¿Soldados cosmopolitas?

¿Soldados cosmopolitas?

(No disponible en català) Aquest curt article es una carta de Pere Ortega dirigida al Director del diari El País i no publicada com a comentari a l’article Para otras amenzas otros ejércitos, de Jesús Cuadrado, portaveu de Defensa del PSOE, publicat el 20/8/2007. Com no va ser publicada, ara la posem a dispocisió dels internautesCentre Delàs, 10/1/08



¿Soldados cosmopolitas?


Jesús Cuadrado (portavoz de Defensa del grupo Socialista) en su artículo Para otras amenazas otros ejércitos (El País 20/08/07) pide un debate público sobre las nuevas misiones de las fuerzas armadas españolas. De acuerdo, ahí va una aportación.


Para empezar utiliza el fatídico concepto de amenaza para justificar el desplazamiento de fuerzas militares españolas a los conflictos de Afganistán, Líbano, Balcanes o a la República Democrática del Congo. Y entre las nuevas misiones que debe afrontar repite las conocidas: defensa de los derechos humanos; prestar ayuda humanitaria; o hacer frente a catástrofes naturales. Nuevos cometidos a los que debe adaptarse el nuevo modelo del ejército español.


Yo, por mucho que le doy vueltas, no veo que esas causas justifiquen la existencia de ningún ejército. Ni tampoco veo en los países citados amenaza alguna para Estado español. Sí que veo riesgos, ahí y en otros muchos otros lugares. Y considerando que esos riesgos sean compromisos morales, como Cuadrado en otro lugar indica, es obligado preguntarse si esa competencia no sería más eficiente a través de otro tipo de organizaciones ya existentes y formadas expresamente para llevarlas a cabo. Me refiero a organizaciones humanitarias como Cruz Roja, Cáritas o Médicos sin Fronteras que, de paso, cumplirían con las reglas que rigen el derecho internacional humanitario: independencia, imparcialidad, neutralidad y universalidad. Cuatro reglas de oro que me parecen imposibles que cumpla ningún ejército. O crear nuevos cuerpos civiles para emergencias que, a buen seguro, serían mucho menos costosos, pues no necesitarían de aviones de combate, fragatas, ni blindados como los ejércitos. Si veo, en cambio, en esas misiones, el designio de los intereses del actual o anterior gobierno de involucrarse en algunos pocos de entre la treintena larga de conflictos realmente existentes. Quizás, por aquello de ganar reconocimiento en el concierto internacional.


Un argumento más consistente es el referente a como hacer frente a los posibles ataques con armamento NBQ. Eso sí que es una amenaza seria. Pero me temo que ahí desde el plano militar hay poca cosa que hacer, si no es respondiendo con un contragolpe de armas NBQ, la cual cosa no creo que Cuadrado defienda. Pero ni un atentando ni una guerra nuclear tienen solución militar. Sí desde el plano político y de los servicios de seguridad. Pues la o­nU, el TNP y todos los tratados que intentan impedir la proliferación de armas atómicas, químicas y biológicas son más apropiados que las fuerzas armadas para impedir una hecatombe nuclear.


Por último, si las misiones de nuestras fuerzas armadas en el futuro es intervenir en cualquier lugar del mundo donde se ocasionen conflictos por una cuestión moral, aunque añade que pueden formar parte del interés nacional (ahí no veo ninguna moral si no el plumero). Ya me veo al ejército español deshaciendo entuertos por todos los rincones del planeta. Para ello recurre al cosmopolitismo kantiano para justificar esas misiones militares. Todo lo contrario de lo que el filósofo pretendía en su Paz perpetua. Kant era cosmopolita en referencia a un gobierno mundial que pudiera regir mediante un contrato de mínimos la salvaguarda de la paz. Hoy, eso, desgraciadamente aún está en construcción. Aunque loable, la o­nU no es un buen gobierno mundial, los intentos de democratizarla son un fracaso y prosigue prisionera de la banda de los cinco. Además, ni está dotada de recursos, entre otros, cuerpos propios para el mantenimiento de la paz, sino que son cedidos en función de los intereses particulares de los estados. Ojalá dispusiera de ellos, pues indicaría más salud democrática, mayor autonomía política y mejor disposición para hacer frente a catástrofes humanitarias, naturales y graves crímenes contra los derechos humanos. Entonces podríamos empezar a preguntarnos para que sirven los 25 millones de soldados nacionales que hay en el mundo. Por ahí iba Kant.


Pere Ortega
Centre Delás d’Estudis per la Pau, Barcelona, 21/8/07



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