Somàlia
Artículo publicado en La Directa
Hace meses que Somalia es noticia en los medios a causa de una hambruna provocada por la sequía y los conflictos bélicos internos. No son noticia, sin embargo, muchos otros aspectos de la situación en Somalia, que han contribuido también a la crisis que sufre el país. De ellos hablaremos a continuación .
La pesca extranjera en las costas de Somalia ha dejado sin trabajo a
muchos pescadores somalíes y ha reducido drásticamente la fuente
proteínica más importante en la alimentación de la población costera.
Durante más de una década, cientos de barcos de varios estados (incluida
España) han pescado de forma no declarada y no reglamentada, sin
respetar las regulaciones de conservación de las especies ni las
ambientales, con consecuencias nefastas sobre los recursos marinos. A
veces las capturas superaban el 300% del límite permitido. Parece que
los barcos de la UE extraían del país más de cinco veces el valor de su
ayuda anual a Somalia. No sólo ha habido un expolio de recursos
pesqueros, sino que se ha puesto en grave peligro el futuro de la pesca
local.
Otro hecho relacionado también con la destrucción de recursos
naturales es el uso de Somalia, desde 1991, como vertedero de residuos
peligrosos (nucleares incluidos) por parte de empresas y gobiernos
extranjeros, tanto en mar como en tierra y que ha provocado graves daños
medioambientales.
Otro aspecto obviado en los medios es que la zona es un punto de gran
interés geoestratégico y lo demuestran el número de operaciones
militares en la región y la abundancia de países que participan en
ellas. En los últimos tres años ha habido, como mínimo, ocho operaciones
multinacionales y diecinueve unilaterales. Se han implicado 37 países,
las grandes potencias, los pequeños países vecinos y muchos otros. Las
operaciones incluyen la lucha antipiratería y la formación de policías y
militares para las fuerzas armadas y de seguridad del Gobierno Federal
de Transición (GFT) de Somalia.
Es preciso hacer algunas aclaraciones
sobre este GFT al que la comunidad internacional está secundando: No ha
sido elegido por la población, sino instaurado desde el exterior. Está
denunciado por violaciones de derechos humanos, como el reclutamiento de
menores para sus milicias y el uso indiscriminado de la fuerza, con
bombardeos sobre sitios densamente poblados. Además, en el GFT son
frecuentes los «cambios de camisa». Altos cargos del GFT son ex jefes de
grupos armados que lo han combatido encarnizadamente. Algúno estaba
vinculado a actividades de piratería, de importación de armas y de
secuestro de extranjeros. Es del todo imprevisible la actuación futura
de estos personajes a los que se está manteniendo en el poder.
La formación de policías y militares tiene efectos muy negativos. Amnistía Internacional afirma que no se incluye normativa sobre derechos humanos, que la selección del alumnado permite el acceso como alumnos a presuntos infractores de las normas de derechos humanos, que una parte de la formación corre a cargo de grupos acusados de violaciones de derechos humanos y que se entrenan policías para combatir grupos opositores armados. Hay que añadir el riesgo de que algunos de los efectivos adiestrados pasen después a la insurgencia.
Por otro lado, está entrando mucho armamento en el país a través del
apoyo externo militar al GFT y provoca un incremento del armamentismo en
el país. Dice la ONU que el 80% de este apoyo armamentístico y militar
se ha desviado hacia los mercados de armas locales o hacia los grupos de
la oposición y que las contribuciones al sector de la seguridad del GFT
representan una fuente de inseguridad en Somalia y un obstáculo para la
estabilización.
Además, Somalia se ha convertido en un área nueva de
negocio para las empresas privadas de seguridad y defensa. Se ha
añadido la seguridad marítima a la lista de sus servicios (equipos de
seguridad a bordo, entrenamiento de armas de fuego para la tripulación,
gestión de la negociación y del rescate en caso de secuestro …). Una
de estas empresas ha conseguido un contrato para entrenar una milicia
privada de 2.000 hombres para combatir tanto la piratería como el grupo
opositor armado al-Shabab. Es la empresa Saracen, tras la cual está el
fundador de Blackwater. Este tipo de empresa se ha instalado en la zona y
eso aumentará la militarización y la violencia.
Finalmente, cabe
destacar que la ayuda internacional se concentra en la vertiente
militar, lo que demuestra que se priorizan los intereses geoestratégicos
extranjeros y no el beneficio de la población somalí.