26/10/2022

Publicado en Barcelona

La OTAN es el mayor emisor militar de GEI del mundo, teniendo en cuenta su contribución al gasto militar mundial y que sus estados miembros alojan a buena parte de la industria de defensa

  • A pocos días del inicio de la COP27, el Centre Delàs d’Estudis per la Pau publica un nuevo informe que analiza las relaciones entre las empresas transnacionales, el belicismo y la emergencia climática.

El gasto de los países de la OTAN supone ya más de la mitad (el 56%) del gasto militar mundial. El gasto militar de los países de la Unión Europea es de al menos 162.000 millones de euros. El gasto militar ruso está por debajo de los 50.000 millones de euros y el de EEUU es de 561.000 millones de euros. Teniendo en cuenta la contribución de los países miembros de la OTAN al gasto militar global y que éstos alojan buena parte de la industria de defensa de todo el mundo, se puede afirmar que la Alianza Atlántica es el mayor emisor militar de GEI del mundo.

Por su parte, la huella de carbono para 2019 de todo el sector militar en la UE-27 fue de más de 24 millones de toneladas de CO2e, que equivalen a las emisiones de CO2 de unos 14 millones de coches medios. O bien a las emisiones anuales de estados como Croacia, Eslovenia o Lituania.

La tendencia global es que el gasto militar aumente en los próximos años. En el caso concreto de la OTAN, existe el acuerdo de incrementar el gasto militar hasta el 2% del PIB de sus miembros. Tanto este aumento de gasto como los programas de modernización tecnológica y las operaciones militares de la OTAN o de la UE fuera de Europa, son posibles potenciadores de un incremento de emisiones.

El informe que publica hoy el Centre Delàs d’Estudis per la Pau “Transnacionales, belicismo y emergencia climática”, analiza la situación actual de emergencia climática y sus responsables, estudiando la gran red de intereses y poder global, dirigida por muy pocos actores supranacionales privados que controlan empresas y gobiernos, que incluye y conecta los negocios militares y de energía fósil. Unos actores que trabajan directa e indirectamente, para impedir aquellas medidas que podrían apaciguar la crisis ambiental planetaria y sus consecuencias. Una muestra de ello es el hecho de que, en la reunión de la COP26 en Glasgow, los representantes de los lobbies energéticos eran 503, más que los representantes de cualquier país y más que la suma de las ocho delegaciones de los países más afectados por la crisis climática: Puerto Rico, Myanmar, Haití, Filipinas, Mozambique, Bahamas, Bangladesh y Pakistán.

Esta connivencia entre la industria fósil y el negocio de las guerras queda ilustrado en otro hecho que recoge la publicación: en el 2022, en un entorno geopolítico marcado por las guerras (la de Ucrania entre otras muchas), por la carrera armamentista y por la previsión de incremento de los presupuestos militares, las empresas del negocio fósil han logrado récords de beneficios gracias a la guerra. En EEUU, Exxon ha tenido beneficios por valor de casi 17.600 millones de euros, y Chevron por más de 10.000. En Europa, los beneficios de Shell han sido de más de 17.000 millones de euros, mientras que los de TotalEnergies ascienden a casi 6.000 millones de euros.

También se reflejan en el informe las relaciones entre el aumento de la inseguridad y la precipitación de las tensiones que pueden conducir al conflicto. Así, la crisis climática jugará un papel directo o indirecto en la precipitación de conflictos armados en países vulnerables del Sur Global, con armas que muy probablemente se comprarán en los países que a la vez son los que mayor responsabilidad tienen sobre la emergencia climática, lo que generará una rueda de violencia con responsabilidades acusadamente unidireccionales hacia los países del Norte Global.

La crisis climática es también un agente cada vez más potente que agrava la migración y que podría obligar a 216 millones de personas de seis regiones del mundo a desplazarse internamente de aquí al 2050. Las alteraciones físicas producidas por el cambio climático se espera que tengan un impacto muy importante sobre la seguridad humana de las personas y comunidades en su conjunto, especialmente las más vulnerabilizadas del Sur Global. Desgranado por regiones, se prevé que el África subsahariana podría ver hasta 86 millones de desplazadas climáticas internas; Asia oriental y Pacífico, 49 millones; Asia del Sur, 40 millones; Norte de África, 19 millones; América Latina, 17 millones; y Europa del Este y Asia Central, 5 millones.

El informe también analiza las Estrategias de Seguridad de la OTAN, la UE y España, y muestra cómo estas organizaciones y actores se posicionan en relación a la crisis cada vez más pronunciada por la escasez de las energías fósiles que, en algunos de estos documentos se citan como una amenaza a la seguridad energética, vaticinando nuevos conflictos entre potencias. El nuevo Concepto Estratégico aprobado en la Cumbre de la OTAN en Madrid en junio de este año, señala de forma explícita las amenazas no bélicas, añadiendo que quienes amenacen los suministros de materias primas o la energía son una amenaza para la seguridad de quienes hay que defenderse. Esto agudiza tendencia que ya seguían las estrategias de seguridad tanto de la UE como de España, y «todo ello pronostica un mundo más inseguro».

Las autoras concluyen que es necesario redirigir los presupuestos militares hacia el abordaje de la emergencia climática, y con los gobiernos dejando de gastar miles de millones de dólares en armas y pasando a proteger a los ciudadanos de las amenazas reales que afrontan. “Proteger el clima y el bienestar de las personas cuesta menos que perpetuar la violencia” y, en este sentido, los autores citan a la profesora de la Northeastern University, Denise García, que estimó que el coste total de la violencia en el mundo en 2019 fue el 10,6% del PIB mundial, mientras que la inversión que se requeriría para alcanzar los acuerdos de la cumbre climática de París sería sólo del 1% del PIB mundial. Alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, por su lado, tendría un coste del 5% del PIB mundial, la mitad del coste de la violencia mundial.

Podéis descargar aquí el resumen ejecutivo y el informe completo.



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