¿Nuestro dinero financia la guerra?
Una guerra, o dicho en términos académicos, un conflicto armado, es según la Universidad de Uppsala, “una incompatibilidad impugnada que afecta el gobierno y/o el territorio donde el uso de la fuerza armada entre dos partes, de las cuales al menos una es el gobierno de un estado, provoca al menos 25 muertes relacionadas con la batalla en un año natural.” Como vemos la definición incluye de manera inequívoca el uso de las armas, la herramienta de las guerras.
Las armas las fabrican empresas en su mayoría de titularidad privada, pero se compran con dinero público, en su práctica totalidad. Según los SIPRI, los presupuestos militares anuales de cada país, superan con creces los dos billones de dólares. La facturación de las 100 principales empresas de armas del mundo ronda los 400 mil millones $, teniendo en cuenta que hay miles de industrias militares, casi todas a los países OTAN y su entorno, además de en China y a la Federación Rusa, no sería sorprendente que la facturación de todas ellas sea más del doble de la cifra mencionada. Es decir un porcentaje de entre el 20 y el 40% de los presupuestos militares globales son dedicados para producir, cada año, nuevos armamentos.
¿Armas para la guerra o guerras para las armas?
Los gráficos que muestran la evolución de los conflictos armados precisamente de Uppsala, dibujan una tendencia de aumento y disminución a lo largo de los años que coincide con las subidas o bajadas del gasto militar global y, el que es más representativo, también sigue la misma evolución que las exportaciones de armas, que también cuantifica el SIPRI. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? En este caso es obvio, la guerra implica armas, son primero las armas y después la guerra. Hasta aquí nada de nuevo, más allá de confirmar como de perverso es el círculo vicioso de las armas, que necesita de las guerras o de la amenaza de que pueda haberlas, para que las acciones de las industrias militares coticen al alza.
¿Y los bancos, que pintan en todo ello?
Si habláramos con cualquier economista, que sepa que tres cuartas partes de los balances de las empresas militares se sostiene gracias a la deuda que estas tienen o bien con bancos o que gestionan, con ampliaciones de capital, emisión de bonos, pagarés, ineludiblemente con bancos, diría que pintan no mucho, sino todo. Sin los bancos pocas empresas de armas subsistirían, y sin el apoyo del Estado, que es quien les compra las armas, se las paga por avanzado, acepta de buen grado aumentos que duplican los costes inicialmente acordados, y que les ayuda a exportar a otros países, ya no quedaría ninguno.
El sector armamentístico es desde un punto de vista económico uno de los más insostenibles. Entonces, ¿por qué se mantiene? Porque hay quién gana mucho dinero con el negocio de las armas. Hay quién se enriquece, siguiendo el argumentario de este artículo, de las guerras. Quién lo hace en primera instancia? Los propietarios de las empresas de armas, hay negocio más seguro que vender armas, el cliente nunca fallará y a veces, resulta que el que ahora es comprador luego es productor, y viceversa. Ha habido no pocos ministros que antes o después de serlo se han dedicado al negocio armamentístico. Y quién se beneficia también, los bancos.
A los bancos que se benefician de este terrible negocio que impulsa las guerras, los denominamos Bancos armados, porque son pieza indispensable del ciclo económico que hace que haya al alcance de soldados de uno y otro bando, la herramienta que da nombre a los conflictos armados.
Recientemente hemos llevado a cabo en el Centro Delàs de Estudios por la Pau, un estudio que trataba de mostrar más evidencias, si es que hacen falta, de que se financia la guerra. Y pusimos el foco en una guerra como todas, donde se cometen crímenes de guerra y donde las víctimas son, como siempre, la población civil. Me refiero a la guerra del Yemen y a las armas que sabemos que se vendieron en Arabia Saudí y en Emiratos Árabes Unidos desde que empezó la guerra en 2015. Armas para cometer crímenes de guerra, quién las habrá financiado? Armamentos fabricados por Airbus, General Dynamics, Boeing, Thales, Rolls Royce, Navantia, Leonardo, Raytheon, Rheinmentall llegaron a manos de los ejércitos mencionados para hacer lo que sabe todo el mundo, cometer crímenes de guerra. Empresas que han sido financiadas por el BBVA, Santander, Bankia-CaixaBank, Bankinter, Sabadell, Mediolanum… Los detalles los encontrarás en el informe 48 del Centro Delàs “Financiación de las armas de la Guerra de Yemen.”
Financian los bancos la guerra? Si sabemos que sin los bancos no habría casi empresas de armas, ¿podríamos decir que sin el apoyo de los bancos no habría guerras?
Lo que podemos hacer es, como mínimo, decidir si nosotros, con nuestro dinero, queremos contribuir a que haya guerras. Para estar seguros de que no lo hacemos, solo hay una opción, la banca que rechaza de lleno financiar las empresas de armas, la banca ética.
Lee el artículo en Banca Ética Blog