La UME y otras unidades militares contarán con atribuciones policiales
Si el proyecto de ley de carrera de militar se aprueba tal y como ha sido presentada al congreso, los militares recuperarán de nuevo la atribución de dar órdenes a civiles, al considerarse determinadas unidades como «agentes de la autoridad» en su relación con los civiles, asumiendo competencias propias de los cuerpos policiales.
La excusa para dar este paso ha sido la recientemente creada Unidad
Militar de Emergencias (UME) y la necesidad, según el Gobierno, de que
dispongan de autoridad sobre los civiles cuando actúen en situaciones de
emergencia o catástrofe.
Pero esta atribución de «agentes de la
autoridad» no se limita a la UME y se ha extendido también, de
tapadillo, a la policía militar sin dar razones de por qué necesitan
tener autoridad sobre la población civil.
La UME fue creada en
abril pasado como una unidad especial desplegada en todo el territorio
estatal, cuya misión es la de actuar en situaciones de emergencia o de
catástrofe, asumiendo funciones de protección civil. La cuestión es, si
existe un déficit de protección civil para hacer frente a emergencias,
por qué deben ser militares, una unidad militar creada específicamente
para ello, la que cubra este déficit, por qué se necesita armamento y
atribuciones policiales para hacer tareas de protección civil. La nueva
unidad cuenta con 4.000 efectivos bajo el mando del general Fulgencio
Coll, y un presupuesto de 1.600 millones de euros, del que buena parte
irá destinado a armamento y otros equipos militares, presupuesto que sin
duda sería mejor aprovechado si se dedicara exclusivamente a protección
civil.
Pero se sigue con la dinámica de que nunca hay problemas
para aumentar los presupuestos militares o desarrollar un moderno
programa de armamento, mientras se escatiman los recursos para
protección civil o investigación y desarrollo básico. Se gasta una
fortuna en adquirir un buque militar de «proyección estratégica»,
mientras no se dispone de ningún buque con capacidad para actuar frente a
catástrofes ecológicas como la del Prestige.