BBVA, el banco explosivo y nuclear
Desde hace años, el BBVA, líder indiscutible de la Banca Armada española, con una financiación al complejo armamentista mundial de más de 4.450 millones de euros entre 2014 y 2019, ha venido financiando de forma activa a la industria armamentista, pero en especial, está aumentando su interés y financiando a empresas involucradas en la fabricación de armamento nuclear.
BBVA, líder indiscutible de la Banca Armada española
Según el último informe, Shorting our security: Financing the companies that make nuclear weapons, publicado en junio del año pasado, por PAX, Profundo y ICAN, BBVA recientemente ha invertido 2.528,2 millones de dólares en General Dynamics.
Esta empresa de armamento, que fabrica todo tipo de máquinas de guerra obtuvo una serie de contratos relacionados con componentes clave para el misil nuclear Trident II que comparten el Reino Unido y Estados Unidos. El contrato inicial de 30,6 millones de dólares (28,2 millones de euros) adjudicado en 2015 ha sido modificado repetidamente entre 2017 y 2018 hasta llegar a alcanzar una cifra de 174,4 millones de dólares (155,6 millones de euros).
Además, su filial, General Dynamics Electric Boat, recibió un contrato por el valor de 46,5 millones de dólares (43,4 millones de euros) en septiembre de 2017 para la integración del kit de Sistema de Apoyo Estratégico de Armas del Reino Unido en la balística de sus submarinos de misiles nucleares. En 2018 este contrato fue modificado significativamente, hasta alcanzar la cifra de 480,6 millones de dólares (414 millones de euros).
El informe también revela que además de a General Dynamics, el BBVA también ha estado financiando a otras empresas conocidas por su participación en la fabricación de armamento nuclear como Aecom, Airbus Group, Boeing, Bwx Tecnologies, Honeywell International o Jacobs Engineering.
Airbus, por ejemplo, participa en el mantenimiento y desarrollo misiles nucleares armados para el arsenal nuclear francés a través de Arianegroup, una joint venture con Safran. Por su parte, Airbus, también forma parte de MBDA, la joint venture europea, que suministra misiles de aire de medio alcance, también para el arsenal francés.
Pero BBVA, no solo financia armamento nuclear, también es conocida por su estrecha relación con el grupo MAXAM a quien ha financiado con más de 458 millones de euros entre 2014 y 2019.
Mediante su filial, EXPAL, orgullosa de suministrar armamento a las Fuerzas Armadas desde 1911, este grupo empresarial desarrolla todo tipo de municiones, sistemas de reconocimiento, explosivos, o cohetes y sus componentes,
desde la familia de cohetes CAT-70 que ofrece una gama versátil de motores adecuados para aeronaves, helicópteros y vehículos hasta el SHEPHERD-MIL un dispositivo de reconocimiento aéreo autónomo diseñado para parecer un pájaro, propulsado por un motor extremadamente silencioso.
¿Pero a dónde van estas armas? Queremos mencionar la información que revelaban los miembros del Conflict Armament Research, cuando en 2014, en la base militar de M’Poko, a 7 kilómetros de Bangui, la capital centroafricana, detectaron munición de pequeño calibre -inferior a 20 mm- procedente de dos fabricantes españoles, uno de ellos era, Maxam Outdoors S.A.
¿Por qué son más relevantes estos casos?
Pues lo paradójico de todo esto, es que, además de todos los reproches morales que podamos hacerle a este banco desde una perspectiva de la cultura de paz, por alienarse con la militarización y la guerra, a BBVA también podemos plantearle que podrían estar arriesgándose a incumplir de forma explícita, como en el caso de MAXAM, o moralmente hablando, sus propias políticas en materia de defensa.
BBVA, asegura en lo que denomina “Norma de Actuación en Materia de Defensa”, que “no mantendrá relación financiera alguna con empresas que venden armamento a países o grupos sujetos al embargo de armas de la Unión Europea, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Naciones Unidas” como podría ser perfectamente el caso de MAXAM y la República Centroafricana, y que tampoco “invertirá ni ofrecerá servicios financieros a empresas relacionadas con armas que se consideran controvertidas: minas antipersonas, armas biológicas, armas químicas, armas de racimo y armas nucleares”. Sin embargo, en el apartado de esta Norma en el que trata sus inversiones en armamento nuclear, aclara que “La propiedad, producción, proliferación y uso de armas nucleares están estrictamente regulados y supervisados a través del TNP. Como parte de este tratado, se acepta que China, Francia, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos produzcan y estén en posesión de armas nucleares”.
Las empresas afincadas en estos países dominan la industria de la fabricación de armamento nuclear.
Para nosotras, las armas nucleares son controvertidas vengan de donde vengan y se fabriquen dónde se fabriquen y también creemos que debería ser así para el BBVA.
Como lo es para los países que han firmado ya el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares que sí que pretende eliminar la amenaza del arsenal nuclear y que se abrió a firma en la sede de las Naciones Unidas el pasado 20 de septiembre de 2017. Una vez que 50 países lo hayan ratificado o se hayan adherido a él, entrará en vigor. Será probablemente, y solo si eso ocurre, el momento en el que BBVA se planteé dejar de financiar a la industria del armamento nuclear por el imperativo de su asesor experto independiente.
Parece ser que, por todas sus relaciones con la industria del armamento nuclear y estatal, por las salpicaduras del Caso Villarejo o las acusaciones recientes de espiar a su propia plantilla en busca de topos, el BBVA, va a necesitar algo más que una nueva norma de defensa, esperemos que no tan sumamente laxa como la anterior, y una nueva política de ISR para blanquear su imagen. Quizás esta vez las manchas en su reputación no se vayan con un buen detergente, aunque de algo podemos estar casi seguras, probablemente usen el de la reconocida marca blanco “nuclear” para lavar todos sus trapos sucios.
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