España y la OTAN, más defensa no es más seguridad

España y la OTAN, más defensa no es más seguridad

La cumbre de la OTAN en La Haya de 2025 parece centrada en un principal objetivo: aumentar el gasto militar de sus estados miembro hasta el 5% del PIB. Ante la negativa del Gobierno español de asumir mayores aumentos en sus presupuestos militares, tras haber incrementado de manera apresurada el gasto militar español hasta el 2% del PIB en el ejercicio presupuestario actual, el secretario general de la OTAN Mark Rutte ha aceptado la propuesta de que el objetivo del 5% sea optativo, consiguiendo así el consenso que necesita para la declaración de la cumbre.

Por otra parte, la llegada de la guerra de Trump tras los bombardeos del ejército estadounidense del territorio iraní dibuja un escenario de nuevos riesgos para EEUU y sus aliados. La cooperación militar española con EEUU y la OTAN es preocupantemente alta, lo que puede situarnos como objetivo de hipotéticos ataques de respuesta por parte de Irán. Veamos algunos elementos para entender el rol y riesgos de la membresía de España en la OTAN y las vías de escape que puedan existir para llevar a cabo políticas con mayor autonomía e independencia, que estuvieran orientadas de manera clara a la paz y que ofrecería mayores garantías de asegurar la seguridad del país.

La soberanía de España en materia de defensa es total

Cabe clarificar que la rápida aceptación de Mark Rutte de la demanda española de no incluir en el texto la “obligatoriedad” de alcanzar el 5% del PIB en gasto militar a todos sus miembros no es una concesión, sino una necesidad. Porque la OTAN puede sugerir, no imponer. Incorporar pequeños cambios en el texto conclusivo de la cumbre de La Haya es un gesto imprescindible para que se llegue a ella por consenso, porque sin consenso, no habría declaración unitaria y el mensaje político de unidad se vería mermado. Pero no olvidemos que la OTAN no puede imponer las políticas de defensa de España ni de ninguno de sus miembros. No tiene autoridad legal, cada estado conserva el poder soberano para decidir cómo implementa las decisiones que se den en la OTAN según sus intereses legítimos.

Lo único jurídicamente vinculante es el Tratado del Atlántico Norte de 1949, al que se adhirió España el 30 de mayo de 1982 y que ratificó tras el referéndum celebrado en 1986 con las condiciones en aquel momento de no integrarse en la estructura militar de la OTAN, reducir progresivamente la presencia militar estadounidense en territorio español y mantener la soberanía plena sobre decisiones militares. En 1999 se consumó la integración en el mando militar con la condicionalidad de mantener el estatus español de no tener armamento nuclear.

Incluso el art.5 del Tratado sobre el compromiso de ayudar a cualquiera de los estados miembros para ejercer su derecho a la defensa ante un ataque armado, deja abierta la manera en que se ejercerá esta ayuda, cada país miembro de la OTAN es soberano de decidir cómo actuar, lo que no obliga a hacerlo militarmente.

España y la OTAN

La OTAN utiliza intensamente el territorio español para conseguir sus objetivos. Tal y como informa el Ministerio de Exteriores en su página web, España alberga la sede del CAOC (siglas en inglés de Centro de Operaciones Aéreas Combinadas) en Torrejón de Ardoz, que controla el espacio aéreo del sur de Europa; así como el Centro de Excelencia de Artefactos Explosivos Improvisados, en Hoyo de Manzanares (Madrid), y el Cuartel General Terrestre de la Fuerza de Alta Disponibilidad (FAE) en Bétera (Valencia). Pero lo que es de especial relevancia militar y preocupación en materia de seguridad es la contribución de España al Sistema de Defensa contra Misiles Balísticos de la OTAN, con seis destructores estadounidenses AEGIS estacionados en la Base Naval de Rota, que fue calificado por el Kremlin como “inaceptable” situando a Rota y a nuestro país en el nivel más alto de cooperación militar con la OTAN con una preocupante contribución a la percepción de amenaza de nuestro país por parte de Rusia, el destinatario del escudo antimisiles.

El ejército español tiene desplegados cerca de 4.000 militares en el exterior, una buena parte en misiones OTAN, como en Turquía –donde incluso trasladó una batería antiaérea Patriot–, en Letonia, Lituania, Rumanía y Bulgaria rotando aviones F-18 y Eurofighter en acciones de Policía Aérea en el Báltico y el Mar Negro, todavía está en Irak y en la misión militar Sea Guardian de la OTAN en el Mediterráneo.

En 2003, durante la invasión de Irak, la OTAN no participó como tal porque países como Francia y Alemania se opusieron. La reacción del presidente norteamericano George W. Bush fue en cierto modo airada y no dejó de mostrar su decepción, pero finalmente no pasó nada. Lo mismo ocurrió con la retirada de las tropas españolas de Irak tras la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa: los temores a una reacción de castigo por parte estadounidense hacia nuestro país fueron infundados y de nuevo la sangre no llegó al río. Es cierto que Donald Trump crea más inquietud que ningún otro presidente de EEUU y que su postura de negociación previa a la cumbre de la OTAN es obvia e insiste en exigir a todos sus miembros el 5% del PIB en defensa y que amenazará con las siete plagas a quien no cumpla sus deseos. Pero ni Trump es eterno ni a EEUU le conviene no tener como aliado a un país como España, que le aporta demasiado en materia militar. EEUU utiliza sus bases de Morón y Rota donde tiene desplegados a cerca de 4.000 militares según el Defense Manpower Data Center del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El armamento del ejército estadounidense en territorio español es más que considerable, con unos 30 aviones militares en Morón, algunos de ellos desplegados para dar respuesta a la confrontación Israel-Irán y hasta 6 destructores en Rota, con el sistema AEGIS del llamado escudo antimisiles que sitúa a España como un aliado militar de primer orden para EEUU.

Los riesgos de estar en la OTAN

La OTAN es un club de estados cuyo objeto es la acción militar de un grupo concreto respecto al resto del mundo. Formar parte de la OTAN supone tomar partido, posicionarse y quizá ser percibido como un país hostil o un enemigo por quienes son objeto de las acciones militares de la OTAN o alguno de sus miembros. La presencia militar española en Afganistán, alineándose con la OTAN en la guerra contra el terrorismo, hizo que grupos yihadistas radicales se fijaran en España como objetivo. No es casualidad que tras la foto de las Azores, en la que sacaron pecho por la invasión militar de Irak, EEUU, Reino Unido y España, nuestro país se convirtiera en objetivo de grupos afines a Al Qaeda y similares y tuvieran lugar ataques de carácter terrorista en territorio español y británico, que justifican su violencia por la amenaza militar occidental de la que se consideran víctimas.

Además, hay que considerar que los países adversarios de la OTAN pueden tomar represalias contra sus miembros, como respuesta a la amenaza o ataque sobre su territorio. Grandes potencias como China o Rusia pueden tomar represalias en un momento dado contra cualquier miembro de la Alianza Atlántica por alguna acción de provocación o amenaza de EEUU, que no parecen improbables. No parece improbable que Irán responda militarmente a EEUU o, si no puede hacerlo directamente, a alguna de sus bases militares y directamente a sus aliados militares.

A ello hay que sumar el aumento de las probabilidades de que ciudadanos españoles pongan en peligro sus vidas por ser enviados a guerras en las que España no participaría de no ser influenciada por la alianza militar en la OTAN y con EEUU. De hecho más de un centenar de españoles han muerto en misiones de la OTAN.

La OTAN como ‘lobby’ armamentista

En la cumbre de Gales de 2014 se acordó que los países miembros de la OTAN destinasen al menos el 2% del PIB a gasto militar. Pero, ¿por qué el 2? Muy sencillo. Según los propios datos de la Alianza Atlántica, el gasto militar medio de los países OTAN de Europa en 2014 era del 1,46%, y el siguiente número después de 1 es el 2. Es decir, se eligió el 2% de forma arbitraria para impulsar el gasto en defensa durante los años que seguían al 2014. En la cumbre de la OTAN de la Haya de 2025, cuando la media de los estados miembro de la OTAN de Europa es calculada en el 2,02%, en un alarde de creatividad no se propone pasar del 2 al 3, sino que se marca como objetivo el 5% del PIB en gastos militares. Otra cifra arbitraria que conseguirá tan solo una cosa, inyectar centenares de miles de millones al gasto militar. Y de aquí a las empresas de armas. Porque los aumentos de gasto militar anunciados en el marco del Plan de Rearme impulsado por la UE son para armas, armas que fabrican empresas privadas, que desde el inicio de la nueva fase belicista en Europa, han multiplicado la cotización de sus acciones por siete en el caso de Rheinmetall o por cuatro en el caso de Leonardo. Además, quien se vería más beneficiado del aumento de los presupuestos para armas sería la industria militar estadounidense, quien suministra de media el 64% de las armas que compran los ejércitos europeos. El incremento en el gasto militar es, por otra parte, tremendamente ineficiente desde el punto de vista del empleo, generando tres veces menos puestos de trabajo que otros incrementos en gasto público. En el caso español está demostrado que un aumento de 1.000 millones € en el gasto público en defensa genera 6,580 empleos, cuando el mismo incremento en medioambiente conseguiría 11.890 empleos, en salud 15.300 y en educación 16.440.

España podría tener más seguridad con más autonomía en defensa

Finalmente, no parece que la seguridad de España vaya a ser mejor aumentando su gasto militar ni que la paz y seguridad en nuestro país haya aumentado desde su entrada en la OTAN ni desde que es aliado militar de primer orden de EEUU. Más bien al contrario, España ha sufrido ataques y ha asumido riesgos que bien podría haberse evitado de mantener un posicionamiento de mayor neutralidad. De hecho, hay miembros de la UE que no están en la OTAN y no han visto como derivas militaristas de sus gobiernos de turno han llevado a su población a ser objetivo de hostilidades. España sería más segura si se libra de las ataduras e influencias de una organización militar que lógicamente, si solo tiene un martillo, todo problema le parecerá un clavo.

Hay mejores alternativas para la seguridad de España que las que ofrece la OTAN. Hay ejemplos de países que no eligen ser necesariamente una potencia militar y promueven activamente el desarme, la paz, la negociación y la cooperación. España también puede hacerlo, porque tiene una localización geográfica, una herencia cultural y la capacidad diplomática y política de convertirse en un país que ayude a la resolución de conflictos, a conseguir acuerdos de paz, que serían de gran utilidad para la paz mundial y para la seguridad de sus ciudadanos.

El Gobierno español puede y debe decidir su política de defensa, su gasto militar, su posición de neutralidad y sus relaciones en materia de paz y seguridad con el resto del mundo con autonomía y soberanía de la OTAN y de EEUU. Sería mejor para nuestra economía y nuestra seguridad.


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 23/06/2025


Linia de recerca :
Publicat en elDiario.es, el 23/06/2025
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