No hay tregua para los daños medioambientales militares al planeta

No hay tregua para los daños medioambientales militares al planeta

Tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra, se cometen daños medioambientales debido a la actividad, y a la misma existencia de los ejércitos. Todavía poco documentada, esta relación es, sin embargo, evidente desde la exclusión explícita de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) relativas al sector militar del Protocolo de Kioto en 1992, y tras la retirada de Estados Unidos de los Acuerdos de París de 2015, pues los militares son altamente dependientes de los combustibles fósiles para el buen funcionamiento de sus actividades. Es más, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos sería la mayor institución consumidora de petróleo, y, por consiguiente, la principal responsable de las emisiones de gases con efecto invernadero (1). Pero los daños medioambientales militares no se limitan a la emisión de C02 en la atmosféra. Desde la extracción de materias primas para fabricar armas, hasta la contaminación de las aguas y de las tierras tras un conflicto armado, la extensión de los daños es amplia y variada.

Durante el proceso de militarización

La militarización de las sociedades se refiere a una serie de etapas necesarias para la preparación de la guerra, y que tienen impactos propios en el medioambiente. Estas etapas son, de acuerdo con la teoría del ciclo económico militar (2), el gasto militar, la investigación, desarrollo e innovación de nuevas armas (I+D+i militar), la industria armamentística, el comercio de armas y la financiación privada. Juntas, explican la dinámica que facilita la posibilidad de intervención en conflictos armados por parte de los estados. Al analizar cada una de las etapas de la preparación para la guerra, se puede apreciar la medida en qué los militares influyen en la crisis medioambiental. Primero, los impactos medioambientales asociados con el gasto militar incluyen todos aquellos relacionados con la actividad militar habitual, de los que se destacan el consumo de energia y recursos durante los entrenamientos, el mantenimiento de cuarteles y bases internacionales; el consumo de energía y recursos de las infraestructuras, y los desechos tóxicos del mantenimiento de equipos militares e infraestructuras, y de los entrenamientos de soldados. Segundo, la investigación, desarrollo e innovación de nuevas armas (I+D+i militar), a través de los ensayos de armas, tiene importantes costes medioambientales relacionados con el gasto de recursos y energía, además de la contaminación por los desechos tóxicos, deforestación, y pérdida de hábitat resultantes del proceso de I+D+i. Tercero, la industria militar tiene importantes impactos medioambientes indirectos, desde la extracción de materias primas para la frabricación de las armas, la contaminación por las actividades industriales de las cadenas de suministro, y el montaje final de los nuevos equipamientos militares. Cuarto, las exportaciones e importaciones de armamento tienen un impacto medioambiental por el consumo de energía y la contaminación que implica el transporte de las armas. En quinto y último lugar, el ciclo de preparación para la guerra incluye la participación de las entidades financieras privadas que proveen los servicios financieros necesarios para su buen funcionamiento. Las instituciones financieras tienen impactos medioambientales indirectos, al sostener económicamente las empresas transnacionales de extracción y el complejo militar-industrial, que juntos conforman el Triángulo Global de Poder – una red de organizaciones e individuos altamente interdependientes, cuyo funcionamiento esta relacionado con el cambio climático (3).

Durante la guerra

La guerra, y las misiones militares en general, imponen importantes daños al medio ambiente. Primero, el desplazamiento de los militares implica un elevado consumo de combustibles. Segundo, el uso de las armas tiene consecuencias desastrosas para el medioambiente: las armas de destrucción masiva (nucleares, químicas y biológicas) contaminan los ecosistemas terrestres y acuáticos durante años; las armas convencionales (aviones, barcos, vehículos de combate, tanques, etc.) consumen enormes cantidades de combustibles fósiles y nucleares y son responsables de contaminar tierras agrícolas, mares y la atmósfera; las armas ligeras tal y como minas antipersonales y otras municiones sin estallar siguen siendo una amenaza para la población civil durante años, e impiden el cultivo de tierras y la cría de animales. Tercero y último el consumo de recursos durante los conflictos armados implica la producción de residuos y desechos tóxicos, que son otro impacto medioambiental de la actividad militar.

Durante el posconflicto

Después de la guerra, los daños medioambientales militares son todavía visibles. Primero, la eliminación y destrucción de armamento implica la producción de desechos tóxicos. Segundo, la pérdida de hábitat, transformación de ecosistemas y deforestación consecuencia de las armas tienen consecuencias directas para la población civil durante un largo periodo. Tercero y último, la reconstrucción posconflicto implica también la necesidad de grandes cantidades de energía y recursos.

Ahora: Introducir la cuestión militar en los debates sobre la crisis ambiental

Los impactos medioambientales militares todavía están ausentes de los debates actuales sobre el clima, sin embargo, la degradación ecológica es inherente a los procesos de militarización, a la guerra, y tiene consecuencias todavía en la etapa posconflicto. De acuerdo con la dinámica del ciclo económico militar, se prevé que a medida que los estados dediquen más recursos económicos a sus fuerzas armadas, a la I+D+i militar y a su industria armamenstística, la posibilidad de recurrir a la guerra en caso de conflicto se ve reforzada. Asimismo, esta dinámica implica daños medioambientales cada vez mayores asociados a incrementos del gasto militar global.

Dada su envergadura, la institución militar debe considerarse un motor clave de la degradación ecológica, y, en este sentido, la acción por el clima debe de incluir la cuestión militar en su argumentario. Asimismo, el movimiento pacifista tiene que profundizar en la cuestión climática al llamar por la reducción de los gastos militares globales, pues la desviación de estos recursos económicos permitiría crear dividendos de paz para financiar politicas de seguridad humana y de construcción de paz.


1 Crawford, N. C. (2019). Pentagon Fuel Use, Climate Change, and the Costs of War (Costs of war).

2 Calvo Rufanges, J. (2015). El ciclo económico militar. En J. Calvo Rufanges & A. Pozo Marín (Eds.),
Diccionario de la guerra, la paz y el desarme. Barcelona: Icaria.

3 Meulewaeter, C., & Brunet, P. (2020). Military Spending and Climate Change. En Military Spending and Global (in)Security: Militarising conflicts, climate change and people’s lives. London: Routledge.


  Leer el artículo en la página de la AIPP Alianza Iberoamericana por la Paz

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Publicat en AIPP Alianza Iberoamericana por la Paz, el 15/09/2020
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