Hablemos de paz en Ucrania
Ya llevamos más de 450 días de guerra, en todos estos días los medios de comunicación han narrado las batallas militares, los avances y retrocesos de los dos bandos; han especulado sobre quien la puede ganar o perder militarmente. Pero poco tiempo han destinado los comentaristas u opinadores a reflexionar sobre la guerra, pocos intelectuales han sido entrevistados y sobre todo poco se ha hablado de cómo salir de ella, o poco se ha especulado sobre propuestas de paz.
Ya se empieza a notar el cansancio de la guerra, ya empieza a disminuir la audiencia preocupada por el devenir de la guerra. Se empieza a notar cambios en la opinión pública, aumenta la población que daría apoyo a una salida negociada. Los gobiernos, incluidos los de la UE, también están rebajando el discurso belicista, salvo Borrell, que impulsa la “economía de guerra” en toda la UE, aprovecha el empujón de la guerra para impulsar el gasto militar. En algunos centros de pensamientos demócratas, cercanos a Joe Biden, también proponen que conviene acabar con la guerra, el pensamiento pragmático empieza a hacerse un hueco. El pragmatismo es de índole económica, recuerdan a Biden que, si su objetivo principal está en impedir que China alcance el papel hegemónico mundial, todos los esfuerzos económicos y no económicos, hay que centrarlos en ello y esta guerra está saliendo demasiado cara. Pensemos que económicamente no solamente enviamos recursos en armamento al gobierno de Ucrania, también mantenemos el aparato del estado, en 2023 la UE transferirá ayuda financiera a Zelenski por valor de 30.000 millones de euros y Estados Unidos por valor de 25.100 millones.
El criterio económico empieza a hacerse un hueco y empieza a ser menos relevante el discurso de la “causa justa”, de que esta es una guerra justa o una guerra por la democracia frente a una autocracia. El discurso de guerra justa, de causa justa fue aceptado mayoritariamente por la población, sin criticas o reflexiones. La experiencia nos dice que los dos bandos consideran que su causa es justa, que la razón y la justicia esta de su parte. Durante la Segunda Guerra mundial la Alemania nazi etiquetó los actos de sabotaje de la resistencia francesa como actos terroristas, al perder la guerra la adjetivación de estos mismos actos cambió, fueron actos heroicos, patrióticos y de liberación. La población que dio apoyo al bando perdedor fue criminalizada, silenciada y pudo perder derechos. En este sentido cabe preguntase ¿Para quién es justa la guerra de Ucrania? ¿Qué parte de los ucranianos quedará silenciada, criminalizada y perderá derechos?
Diría que ya se ha aceptado que en esta guerra no acabará en victoria o derrota militar, plantearla en estos términos incrementa el riesgo del uso de armamento nuclear. Espero que más pronto que tarde empecemos a hablar de alto al fuego y de las negociaciones de paz, se hablará de fronteras, soberanía, ejércitos, neutralidad, etc. Pero si queremos aprender de otros conflictos como el de la ex Yugoslavia, es conveniente que la salida negociada evite “la limpieza étnica”, que la parte de los ucranianos que se siente rusa y que quiere un proyecto político no unido a la UE y a la OTAN no sea criminalizada, silenciada y pierda derechos de ciudadanía. Lo mismo al revés, si Rusia no pierde y militarmente se queda ocupando una parte de los territorios, los ucranianos pro europeos y pro-OTAN no tiene que ser criminalizados, silenciados o perder derechos de ciudadanía. Las negociaciones tienen que contemplar el respeto a los diversos proyectos políticos e impulsar la convivencia entre ellos.
El pensamiento pacifista siempre se ha opuesto a todas las guerras y a todas las formas de violencia, siempre ha intentado hacer posibles las condiciones y las bases, para que la ausencia de guerra sea un estado permanente de las relaciones entre estados, naciones, pueblos, personas o la naturaleza. Bertrand Russell afirmaría “si hemos de escapar de las catástrofes inimaginables, es forzoso que encontremos el camino para evitar todas las guerras, sean grandes o pequeñas”. Por primera vez se presenta la guerra como un problema para toda la especie humana. Russell está muy lejos de las concepciones de guerra como castigo, como factor de progreso social, económico o político, como instrumento de liberación de los pueblos o como medio de ser superior a otras razas.
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