¿La UE luchará por la paz o se preparará para la guerra? No puede tener ambas cosas

¿La UE luchará por la paz o se preparará para la guerra? No puede tener ambas cosas

La UE tiene una enorme responsabilidad en lo que respecta a lo que será el futuro y tiene una decisión clave que tomar: trabajar por una paz sostenible enfrentándose seriamente a las causas profundas de los conflictos, o continuar el camino hacia el militarismo y prepararse para la guerra, escribe Laëtitia Sédou.

Laëtitia Sédou es la oficial de proyectos de la UE en la Red Europea contra el Comercio de Armas (ENAAT).

El Alto Representante de la UE, Josep Borrell, ha declarado que “el mundo que saldrá de esta crisis tendrá un aspecto muy diferente de lo que conocemos” y “dependerá de lo que hagamos ahora”.

La pandemia actual era previsible: tanto los documentos estratégicos nacionales (de los Estados Unidos al Reino Unido) como la Estrategia Global Europea de 2016 alertaron durante años sobre la necesidad de prepararse para pandemias graves. En cambio, muchos países europeos adoptaron medidas de austeridad, en parte debido a las normas presupuestarias de la Unión Europea, que tuvieron un impacto negativo en los sistemas nacionales de atención de la salud.

Paralelamente, el gasto militar mundial experimentó su mayor incremento en 2019, y la UE no es una excepción: su gasto militar colectivo lo convierte en el segundo del mundo durante dos décadas, alcanzando los 268.000 millones de dólares en 2019, incluyendo el Reino Unido, cuatro veces más que Rusia.

Esas elecciones del pasado parecen especialmente chocantes hoy en día sabiendo que el precio de un avión de combate F-35 podría cubrir la compra de 3244 camas de hospital y una hora de vuelo el salario bruto anual de una enfermera, que se podrían comprar 440 ventiladores con el costo de un tanque de batalla Leopard 23, o que el precio unitario de un misil Trident II podría cubrir 17 millones de máscaras.

¿La actual crisis sanitaria, económica y social cambiará la historia y llevará a los responsables europeos a revisar el enfoque tradicional de seguridad militar por un enfoque de seguridad humana que abarque todos los aspectos de una vida decente como la sanidad, la educación, la seguridad alimentaria, el medio ambiente…?

Nada es menos seguro.

Los grupos de presión de la industria militar y sus aliados dentro de los think-tanks influyentes se están reuniendo y piden mantener o aumentar el gasto militar. Un argumento es sobrevalorar el rol de los actores militares en la lucha contra COVID-19, dejando de lado que esto fue necesario por la escasez. Otro argumento es que las pandemias no son las únicas amenazas del futuro, y tienen razón:

Según el Informe de Riesgos Globales 2019 del Foro Económico Mundial, los tres principales riesgos en términos de probabilidad son todos ambientales (fenómenos meteorológicos extremos, cambio climático, desastres naturales). Y el Índice de Normandía, elaborado por la Unión Europea, identifica la inseguridad energética como la mayor amenaza para la autonomía estratégica de la UE.

El armamento nos proporciona poca protección contra estos riegos. Fortalecer aún más nuestro arsenal militar no ayudará a la tan necesaria cooperación, confianza y diplomacia internacional, sino que alimentará el miedo y la desconfianza, en otras palabras, nos preparará para posibles guerras causadas por desafíos no solucionados.

Sin embargo, eso es exactamente lo que la UE está a punto de hacer.

Mientras que varias medidas del reciente Acuerdo Verde se pospondrán, el COVID-19 apenas afectó a la aplicación de la fase piloto del Fondo de Defensa de la UE: se han seleccionado casi a tiempo nuevos proyectos de investigación militar, y las nuevas convocatorias de propuestas ponen sobre la mesa 160 millones de euros para el desarrollo de nuevas tecnologías militares.

Para fines de relaciones públicas, es probable que se dedique una pequeña cantidad a un proyecto relacionado con la pandemia, pero esto no cambia el objetivo principal del Fondo de apoyar la competitividad mundial de la industria armamentística y el desarrollo de una nueva generación de armamento.

Esto está fortaleciendo la industria militar y de seguridad, no la seguridad de los ciudadanos de la UE. Al reducir los costos de la I + T pagados con dinero público, los productores de armas mejorarán su posición en el mercado internacional de armas, lo que dará lugar a un aumento de las exportaciones de armas que, a su vez, alimentarán las tensiones y los conflictos armados.

No ayudará a la autonomía estratégica de la UE ni a su capacidad de responder a una (muy) hipotética agresión rusa: como muestran las cifras del gasto militar, el problema no es de dinero sino del predominio de los intereses nacionales, industriales y geoestratégicos.

Si la industria armamentística europea es tan importante, los gobiernos europeos deberían dejar de comprar sistemas de armas estadounidenses.

En los próximos días, la Comisión Europea presentará a los estados miembros una nueva propuesta de presupuesto plurianual (para 2021-2027) que debería incluir un gran plan de recuperación.

Este nuevo presupuesto podría ser la oportunidad para un paradigma inverso que ponga fin a la desviación de los recursos de la UE (tanto financieros como humanos) al sector de la seguridad y a los productores de armas. Pero los indicios no son alentadores.

La Comisión Europea se ha comprometido a seguir impulsando un “ambicioso” Fondo de Defensa de la UE para 2021-2027, con la ayuda de su Presidenta y ex Ministra de Defensa Ursula von der Leyen y del Comisario francés Thierry Breton, ex director general de empresas que podrán acogerse a este Fondo.

Y un posible aumento sustancial del presupuesto global de la UE podría abrir el camino para volver a las cantidades iniciales propuestas por la Comisión (13.000 millones de euros para el Fondo Europeo de Defensa, 6.500 millones de euros para la movilidad militar y 10.500 millones de euros para el llamado Fondo Europeo de Paz), o incluso aumentarlas..

Sin embargo, no hay tiempo para medias tintas, ni para pretender que podamos tener ambas cosas. El Green Deal ya fue muy (¿demasiado?) tarde y no estuvo a la altura de las necesidades según las organizaciones medioambientales. Su aplicación debería ser más bien acelerada y amplificada gracias al plan de recuperación que viene.

Este último debería apoyar la reubicación de la producción en Europa, en particular para sectores clave como el equipo médico, la energía renovable y la seguridad alimentaria. Esto no sólo crearía puestos de trabajo (incluida la reconversión de trabajadores del sector del armamento, cuyas altas cualificaciones serán muy necesarias) sino que también reforzaría la autonomía de la UE frente a presiones externas.

Cada euro del presupuesto de la Unión Europea destinado a los militares es un euro perdido para hacer frente a los desafíos interrelacionados del medio ambiente, el clima y la salud que representan hoy en día las amenazas más tangibles para la seguridad humana en todo el mundo y las causas fundamentales de muchos conflictos.

Los legisladores de la UE y nuestros gobiernos tendrán que tomar decisiones clave en un futuro próximo. Les incumbirá elegir si la UE servirá a los ciudadanos o al complejo militar-industrial, es decir, si servirá a la paz o si se preparará para la guerra.


  Podéis leer el artículo en inglés publicado en Euractive aquí

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 06/05/2020

Autora: Laëtitia Sédou
Linia de recerca : ,
Publicat en Euractive, el 05/05/2020
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